Opinión
Ver día anteriorSábado 13 de agosto de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y sociedad

Libertad de expresión

A

unque los niños no votan porque se les considera ciudadanos hasta los 18 años, ya tienen el derecho humano fundamental de la libertad de expresión. Así lo establece el artículo 13 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño: éste tendrá derecho a la libertad de expresión, el cual incluirá la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impresas, en forma artística o por cualquier otro medio elegido por él.

El cumplimiento cabal de este derecho pone en entredicho a la escuela tradicional, ya que la selección arbitraria de la información y la manera acabada en que ésta se ofrece a los niños no toma en cuenta sus verdaderos intereses ni sus posibilidades intelectuales. Muchos somos testigos de que los menores son geniales hasta que ingresan a la escuela. Hace falta una pedagogía basada en preguntas, más que en respuestas esquemáticas. La capacidad de pensar es condición primera para la libre expresión. El cartesiano pienso, luego existo significa también me expreso, luego existo.

Hay que capacitarse desde los primeros años escolares para ejercer la libre expresión, porque quien no posee conocimientos e ideas propias difícilmente podrá expresarse con libertad. Si la escuela sólo enseña a repetir conocimientos, nadie se sorprenda de que los adultos crean y repitan todo lo que dice la televisión, por ejemplo. Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas, decía Ortega y Gasset. Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender.

Es necesario que los maestros escuchen a sus alumnos, que los guíen y acompañen en la búsqueda de información, en cómo analizarla y cómo relacionar una información con otra: aprender a contextualizar, más que a memorizar, debiera ser la gran meta intelectual de la educación básica.

Para Paulo Freire el estudio no se mide por el número de páginas o la cantidad de libros leídos en un semestre; no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas. Alfabetizarse no es aprender a descifrar letras, sino a interpretar ideas; escribir no es copiar signos, sino usar la palabra escrita para expresar nuestro pensamiento. El derecho de los niños a la libertad de expresión exige el desarrollo temprano de su capacidad de pensar, el diseño de una nueva escuela y maestros imaginativos. ¡Qué vuelva Sócrates con su mayéutica!

Es necesario que los niños desarrollen un cerebro pensante, no un archivo de datos; esa es la condición indispensable para ejercer su derecho a la libertad de expresión, precisamente ahora.