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Francisco León reúne en un libro los aforismos del fallecido escritor y cronista

Investigador rastrea las perlas de optimismo desgarrado de Monsiváis

Brevísimos intertextos de éxtasis pesimista permanecían agazapados en miles de párrafos

El volumen Autoayúdate que Dios te autoayudará, publicado por Seix Barral, incluye más de mil

 
Periódico La Jornada
Viernes 12 de agosto de 2011, p. 5

El escritor Carlos Monsiváis nunca publicó un libro de aforismos como tal. Sin embargo, toda su obra está poblada de ellos, brevísimos intertextos de éxtasis pesimista agazapados entre los miles de párrafos y renglones monsivaianos.

El reconocido aforista Francisco León se dio a la tarea de rastrear estas perlas de optimismo desgarrado, cernirlas, seleccionar más de mil y prologarlas, y de ahí surgió el libro Autoayúdate que Dios te autoayudará: aforismos de Carlos Monsiváis (Seix Barral).

Los temas aquí abordados, destaca León en entrevista, son lo mexicano, lo nacional, la identidad, lo naco, la cultura popular, la chingada, la corrupción, la mujer, el otro, la disidencia, la televisión, la democracia y muchos más.

Leerlo es como ver una radiografía metafísica, ontológica, del ser del mexicano. Va más allá de lo inmediato de lo mexicano, comenta este autor de los libros de aforismos El gesto de la angustia, Destellos y Pensamientos de Gog.

Entre los aforismos del libro, figuran: El valor de no haber sido es el temor de seguir siendo, No hagas caso de lo que te digo sino de lo que te quiero decir, La fealdad de la miseria es contagiosa o Sin la chingada, las conversaciones se oyen falsamente nacionalistas.

También: Si te han de matar mañana, yo te mato de una vez, Nos convertimos en lo que contemplamos, Lo naco es una imagen inferiorizada de un país menor, La inestabilidad es la norma, “‘La flojera del mexicano’ más bien se llama desempleo” o Lástima que cada gobierno tarde seis años en enterarse de lo que pasó en su sexenio.

Francisco León considera que el escritor fallecido hace un año quizá nunca escribió un libro de aforismos porque tenía mucho que hacer y, al final de cuentas, los introdujo de manera estratégica a lo largo de su obra.

El investigador tamizó los aforismos de Monsiváis tras un año de lectura y relectura obsesionada de Días de guardar, Amor perdido, Entrada libre, Escenas de pudor y liviandad, Aires de familia, Salvador Novo, lo marginal en el centro, Los rituales del caos, Los mil y un velorios, Nuevo catecismo para indios remisos, Apocalipstick y Que se abra esa puerta.

Aparte, contó con el apoyo de la familia Sánchez Monsiváis, que le facilitó siete textos breves poco conocidos y publicados en diversos medios.

Explica que el aforismo es hermano del epigrama, la frase, el pensamiento breve, la idea o la máxima, es decir, del mundo fragmentario de la literatura. Y se diferencia de ellos porque produce la contundencia y la lucha de contrarios, de la que fue precursor Heráclito.

Sarcasmo, lucidez y precisión

Aunque por lo general el aforismo tenga una carga pesimista, también recurre, de manera paradójica, al buen humor, y debe estar dotado de sarcasmo, lucidez y precisión. Una vez Alejandro Rossi me dijo que el aforismo es la flecha, el arco y el blanco.

–¿Es un género literario, o podría asumirse como tal?

–Hay una discusión por ahí de que no entra en la literatura. Y yo me pregunto, ¿qué es literatura? Pero sí cabría colocarlo como un género literario.

–Como escritura fragmentaria, de pequeños mosaicos o piezas de rompecabezas, ¿ya sumados pueden armar algo mayor, un todo?

–Sí. Da profundidad sobre la obra del escritor. Si un aforista tiene novela o ensayo, sus aforismos te dan una idea más precisa de la obra.

–Octavio Paz te dijo en su casa que como escritor joven comenzabas con un género con el que los consagrados terminaban.

–Le fui a mostrar mi primer libro, El gesto de la angustia, y me dijo que todos comienzan con la novela, el ensayo, el cuento, la poesía o el teatro, y que yo había comenzado con un género con el que terminan los grandes pensadores. El aforismo pertenece un poco a una fase final de la vida. Como dice Unamuno: llegué desilusionado a la ilusión. El aforismo es un poco una desilusión con buen humor. Pero yo llegué ilusionado, y ahora estoy a medias.