Pese a que aún no se inicia oficialmente la precampaña para elegir candidato presidencial del PAN, los cinco aspirantes a la postulación realizan actividades proselitistas en busca del apoyo de la militancia y recorren el país entre denuncias y acusaciones sobre irregularidades en el padrón electoral y el uso de viejas prácticas priístas para ganar adeptos.

Abundan los señalamientos acerca de que colaboradores cercanos a algunos aspirantes promovieron afiliaciones colectivas, como en los estados de México, Jalisco, Veracruz y Guanajuato, así como en el Distrito Federal, con el propósito de tener más votos cuando se realice la elección interna.

Fuentes del PAN revelaron que en esta maniobra han participado dirigentes vinculados con los aspirantes y militantes interesados en llegar al Senado u otro cargo de elección popular.

La práctica no es nueva. Desde que el ex dirigente César Nava realizó una campaña de afiliación, ha habido inscripciones colectivas, destacaron.

Así, en julio pasado el padrón del PAN llegó a un millón 795 mil 33 militantes, luego que durante varios años no rebasó el millón: 306 mil 979 son panistas activos y un millón 488 mil 54 adherentes.

Hace unos días, el senador Ricardo García Cervantes llamó a comprobar la validez del padrón, mientras el senador con licencia y aspirante a la candidatura presidencial, Santiago Creel, dijo que su equipo revisa el documento en detalle.

Si nos llaman la atención las afiliaciones en ciertos estados. Sin duda vamos a ver cuál es el comportamiento, cómo se hicieron y qué resortes las mueven, dijo, y no descartó la posibilidad de impugnar el registro de militantes cuando termine su análisis.

Creel Miranda también ha cuestionado las prácticas priístas que realizan algunos panistas. Sin citar nombres, criticó que algunos aspirantes utilicen recursos públicos y parte del tiempo de su trabajo como servidores públicos en tareas partidistas, como se estilaba en el viejo sistema dominado por el tricolor. Para evitar esto, demandó a sus contendientes dejar los cargos que detentan, pero al parecer su llamado cayó en oídos sordos.

Ninguno de los otros aspirantes a la candidatura presidencial se ha separado de su cargo, con el argumento de que aún no se inician las precampañas de manera formal, aunque en los hechos la contienda ya empezó.

Los secretarios de Hacienda, Ernesto Cordero, y de Educación, Alonso Lujambio; el gobernador de Jalisco, Emilio González, y la coordinadora de los diputados federales, Josefina Vázquez Mota, realizan actividades de proselitismo los fines de semana o en las noches de días hábiles, mientras Creel efectúa sus actividades partidistas en un horario más amplio.

Cordero ha privilegiado el encuentro con gobernadores y alcaldes, en una estrategia que pretende mostrar que lo apoyan los grandes operadores de la estructura partidista. Entre sus seguidores están los mandatarios de Baja California, Guadalupe Osuna; Baja Califonia Sur, Marcos Covarrubias; Puebla, Rafael Moreno Valle; Sonora, Guillermo Padrés, y Sinaloa, Mario López Valdés.

Vázquez Mota, Creel y Lujambio han optado por contactar liderazgos medios y militantes con capacidad de influencia entre los panistas. La primera cuenta con el apoyo de cuadros experimentados como Ernesto Ruffo, Carlos Medina Plascencia y Francisco Ramírez Acuña; el segundo tiene entre sus adeptos a senadores y ex gobernadores como Felipe González, Andrés Galván, Ramón Galindo, Humberto Aguilar y Ernesto Saro, y el tercero a la ex dirigente del PAN en el Distrito Federal, Mariana Gómez del Campo, el ex diputado Juan José Rodríguez Prats y liderazgos jóvenes, como el asambleísta Fernando Rodríguez Doval.

Entre los seguidores de Emilio González están el gobernador de Morelos, Marco Antonio Adame, y militantes identificados con la derecha radical.