Opinión
Ver día anteriorSábado 6 de agosto de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Apuntes postsoviéticos

Estira y afloja

L

as bases militares que tiene Rusia en territorio de las repúblicas de la ex Unión Soviética dependen –salvo raras excepciones, cuando el Kremlin apoya abiertamente al gobernante en turno o suministra energéticos a precios subsidiados– de un permanente estira y afloja.

Este axioma, de unos días para acá, ensombrece la relación de Rusia y Tayikistán, la república colindante con Afganistán, una de las puertas de entrada de la droga afgana hacia Europa y el mundo.

Gran parte de la población de Tayikistán, un país sumamente pobre, subsiste con las remesas de sus familiares, trabajadores indocumentados la mayoría, que realizan las labores más duras y peor remuneradas en Rusia.

En ese contexto, cayó muy mal en Dushambé un reciente artículo de Boris Gryslov, presidente de la Duma o cámara de diputados de Rusia, en el cual aboga por volver a imponer visas a los tayikos, como supuesta medida para frenar el narcotráfico desde Asia central.

Son aquí tiempos previos a comicios parlamentarios y lo que puede gustar a un sector del electorado –defender la sociedad rusa ante el exceso de inmigrantes y el peligro de las drogas– provocó una virulenta respuesta tayika.

Tayikistán rechazó la iniciativa de Gryslov del regreso de los guardafronteras rusos a los lindes tayiko-afganos, que al comienzo ayudaron a la naciente república independiente a contener las rutas de la droga y cuyos generales, según cables revelados por Wikileaks, acabaron administrando el negocio del contrabando hasta su retiro a exigencia de Dushambé.

Entretanto, la protección del espacio aéreo de Rusia, en su flanco sur, empieza en territorio tayiko, en el centro de defensa antiaérea rusa Okno, un avanzado complejo óptico-electrónico, dentro de la base militar de la división 201.

Y mientras Rusia pretende formalizar su intención de utilizar en exclusiva el aeródromo militar de Ayni, Tayikistán, en voz del canciller Jamrojon Zarifi, declaró que sería justo que Moscú comience a pagar por la base militar de la división 201 una renta anual del orden de 300 millones de dólares.

Seguramente Rusia no acabará pagando tanto dinero por el arrendamiento de la base, igual que es poco probable que imponga visas a los ciudadanos tayikos, pero las declaraciones en Moscú y Dushambé se inscriben en el regateo que hace posible la presencia militar rusa en el espacio postsoviético.