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Hace 30 años que comenzó en el oficio; espera que la ANDA acepte su solicitud de afiliación

En la calle no te aceptan si haces trabajo blanco, dice el payaso Garrick

Ahora se usa más el doble sentido; en Chapultepec hay muchos que viven de esto, se lamenta; trabaja en micros

Tomó su nombre de un actor que mereció un poema de Juan de Dios Peza

Foto
Francisco Javier Hernández Romero, nombre verdadero del payaso urbanoFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Lunes 18 de julio de 2011, p. a13

El payaso callejero mexicano   Garrick tomó prestado el nombre al actor inglés David Garrick, quien creó un personaje de nariz roja que mereció un poema de Juan de Dios Peza, titulado Reír llorando.

Garrick visitó esta redacción para hablar sobre sus necesidades y vicisitudes, como una solicitud que entregó a la Asociación Nacional de Actores (ANDA) para que lo afilien; a los pasajeros de los microbuses, para que cooperen con su causa y le den unas monedas luego de una función que dura dos o tres semáforos… Los años pasan y el futuro está cada vez más cerca.

Su nombre verdadero es Francisco Javier Hernández Romero: “Me llamo Garrick, que es un nombre común de origen inglés. Lo saqué de un poema muy bonito que es muy famoso en las primarias y en las secundarias. Me lo aprendí y me vino la idea de hacer un personaje. Antes quise ponerme Carrito, pero no me gustó y elegí Garrick, hace 30 años.”

Siempre vuelvo a lo artístico

Antes de dedicarse a la payaseada estudiaba en secundaria. Y hasta ahí llegó. “Tuve que trabajar y fui repartidor, lavacoches…, pero después descubrí que había un modus vivendi en ese Garrick, en ese personaje improvisado, el cual con el paso del tiempo evolucionó y hasta la fecha me ha dado de comer. He tenido otros trabajos, pero no me han gustado y siempre vuelvo a lo artístico, a pesar de que ahorita todo esté tan tenso y tan competido.”

–¿Dónde trabaja?

–Actúo directamente para el público, a nivel popular, más que nada; en la calle. A veces tengo unos contactos de nivel y me meten a un salón de fiestas, pero es muy esporádico.

Lo persiguen las vacas flacas. Hay mucha competencia y, la verdad, toqué fondo, principalmente por el alcoholismo. Después usé otras drogas, en parte por mi falta de orientación y en parte por andar en el ambiente artístico.

En la rueda de la fortuna le ha tocado el asiento de abajo. Es de una familia numerosa donde todos, menos él, se titularon. No tuve concentración, y el alcohol y las drogas... Desde niño, desde la primaria, ya empezaba a beber. Antes de salir de la primaria ya era alcohólico, y en la secundaria conocí la mariguana y otras drogas. Ahorita ya estoy más estable emocionalmente porque me sirvió mucho la rehabilitación, porque mi familia intervino; si no, me hubiera ido a pique. Los vicios te quitan todo y por eso no alcancé a librar algo de estudio. No estudié por los vicios, no por falta de dinero, porque cuánta gente pobre hay que sí logra salir adelante.

Garrick actuó 10 años en la Alameda Central, pero ahora lo hace más en los micros que van a Canal del Norte, rumbo a Camarones. “Hay unos camiones blancos que todavía dan chance, y unos chatos también, que son verdecitos. Tengo ahorita unas tres rutitas. Regresé acá después de unas giras. Me fui porque el espacio se redujo.

“Trabajé en Coyoacán,  en Chapultepec y en varias placitas del Centro Histórico. Pero el problema siempre es el de la represión, porque me llevaban al bote o me robaba la rata. Si no me robaba la rata, me robaban los de vía pública, o llegaban a hacérmela cardiaca. Y conflictos así porque uno mismo está provocando la bola.

“En Primo Verdad, en la plaza, fue donde me robaron un poquito más. Dejé esa plaza porque la invadió el comercio y la estática, que es lo que más se usa, que son esos que se pintan todo plateado y se quedan como estatuas, quietos. El tipo de trabajo que yo hago casi ya no se ve.

Sí hay mucho payaso hablado, por acá, en Chapultepec, con una diferencia: se usa más el chiste de doble sentido. Haces un trabajo blanco en la calle y no te lo aceptan. El trabajo blanco, el trabajo fino, se usa más en los salones, en las fiestas. Los otros payasos trabajan mucho para adultos y yo me he concentrado en los niños. Pero le entro a todo.

A él le enseñó el payaso Chanclini, que ya se retiró. “Ahora es pepenador y sus hijos ya están grandes. De payaso a pepenador, pero de ahí sacó mucho dinero. Me enseñó a usar el mayicolé, que es una bolsa mágica de la cual se saca el conejo. Ese tipo de cosas ahora ya están quemadas y hay que buscarle para ser original. Después conocí a otros payasos, a mimos, que son los que trabajan el silencio y se pintan la cara de blanco. Eso lo sé hacer y me va regular con el dinero.”

Para él, la Alameda se quemó, se chamuscó, porque llegaron merolicos y rateros, que antes estaban por otros rumbos, por Circunvalación, por La Merced. Nos fuimos yendo, poco a poco, sobre todo los más viejos, además de los que se casaron o se murieron, o se fueron a vivir lejos.

El futuro lo ve incierto y espera la ayuda de la ANDA. Lo que quiero es colarme a la televisión. Estaría dispuesto a cotizar, por supuesto. Ojalá me hagan atiendan y me den de alta. Yo puedo actuar, incluso en papeles que no sean de payaso.