Opinión
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Las cartas marcadas de Elba Esther
E

lba Esther Gordillo tiene tantas caras como cirugías plásticas se ha hecho. Para obtener lo que quiere es capaz de hacer cualquier cosa: sonreír, amenazar, conversar, chantajear, reír, llorar, sobornar, seducir o golpear. Decir la verdad no es una de sus cualidades, tampoco la lealtad. No en balde uno de sus libros favoritos es Elogio a la traición, escrito por Denis Jeambar e Ives Roucaute.

La conferencia de prensa que ofreció el pasado 29 de junio es una muestra ejemplar tanto de sus dotes histriónicas como de su desapego a la congruencia entre lo que dice y la realidad. Durante horas mintió a mansalva, dijo medias verdades y ocultó hechos significativos.

El objetivo central de su encuentro con los medios de comunicación fue golpear al presidente Felipe Calderón, vilipendiar a sus enemigos políticos, amenazar a quienes la han abandonado, aparentemente ofrecer su fuerza política al mejor postor y, por supuesto, ensalzar a sí misma y a su familia.

En los últimos días Elba Esther habló formalmente bien de Felipe Calderón, declaró que es el presidente de la educación y aceptó –como lo ha hecho con todos los gobiernos en turno– su segunda reforma educativa del sexenio. Sin embargo, en los hechos, frente a los periodistas le clavó el puñal por la espalda. En un momento en que el jefe del Ejecutivo quiere presentarse ante la opinión pública como el paladín de la ética, la profesora Gordillo lo presentó como un político mercanchifle, que hace arreglos en lo oscurito que luego niega en público.

Durante años, la maestra tuvo un grupo compacto para hacer política conocido como la Banda de la Y. Lo integraban Francisco Yáñez (que se hace llamar el Búfalo de Metal), Miguel Ángel Yunes, y el yerno cómodo Fernando González. Pero la banda se desintegró. Involucrado con Carolina Enríquez Valles, miss Ciudad de Chihuahua 1978, Yáñez intercedió ante la Procuraduría General de la República (PGR) por la hermana de ésta, detenida por el Ejército cuando participaba en el cargamento de camionetas de droga que serían pasadas hacia Estados Unidos. El Búfalo de Metal cayó en desgracia. Miguel Ángel Yunes, quien ocupó la dirección del Issste merced a la negociación de Elba Esther con Calderón, contendió por la gubernatura de Veracruz con el PAN, y dejó en su lugar en la institución a Jesús Villalobos, un personaje ajeno a la líder vitalicia del SNTE. En diciembre del año pasado se hizo la ruptura entre el veracruzano y la profesora Gordillo, cuando ella se presentó a la toma de posesión del nuevo gobernador jarocho, a pesar de las impugnaciones de Yunes.

Orgullo de su nepotismo, a partir de ese momento Elba Esther comenzó a hacer política con un nuevo grupo compacto, integrado exclusivamente por su yerno y la Banda de la M: Maricruz Montelongo y Mónica Arreola, sus dos hijas, distanciadas entre sí. Fernando González, además de ser subsecretario de la SEP, manejó durante varios años la formación de los cuadros electorales del SNTE, muchos de los cuales ocupan ahora la dirección de las secciones sindicales en los estados, desplazando a los viejos líderes. Mónica Arreola es, desde el pasado 30 de junio, la flamante secretaria general del Partido Nueva Alianza, del que la profesora Gordillo asegura no ser militante a pesar de que decide todo lo importante que sucede dentro. Y como presidente del instituto político se está estrenando Luis Castro, antiguo secretario particular de la maestra, maltratado por ella en público en innumerables ocasiones, quien trabajó en Europa como espía del Cisen bajo la cobertura de ser periodista de Notimex y luego se desempeñó como funcionario de la PGR.

En la conferencia de prensa, Elba Esther aseguró que aún no adopta una decisión acerca de a cuál candidato apoyará en 2012, porque hay mucha confusión. De lengua se come un taco. En la sucesión presidencial juega con cartas marcadas. Una cosa es lo que quiere que los demás crean que hace y otra lo que verdaderamente hace. Meses atrás, la profesora Gordillo saltó del barco panista al que subió en 2000 con Vicente Fox. Ante la inminencia del naufragio blanquiazul se apresta a pactar con el partido que la expulsó de sus filas, o, más específicamente, con Enrique Peña Nieto. Humberto Moreira, el presidente del PRI, es una pieza suya. Eruviel Ávila, el abanderado tricolor en el estado de México, obtuvo la candidatura con el apoyo de ella.

Pero, por lo pronto, no puede (y no le conviene) hacer pública esa alianza. Sobre su cabeza cuelga una espada de Damocles. Su liderazgo formal en el SNTE es absolutamente irregular, pues contraviene los estatutos del organismo gremial. Si el gobierno federal quiere puede anular su representación gremial. Para evitarlo, Elba Esther necesita que el tiempo corra. Conforme más cerca esté la sucesión presidencial, menos probable es que se le desconozca. Por ello quiere hacer creer que no ha tomado aún una decisión de a quién aliarse en 2012, aunque todos los pasos que ha dado se dirigen hacia Peña Nieto.

La madrugada del 24 de abril de 1989, a los pocos minutos de ser ungida secretaria general del SNTE por Carlos Salinas de Gortari, Elba Esther Gordillo declaró a la prensa: ¡El sindicato jamás volverá a permitir la instalación de un cacicazgo, porque daña a la conciencia, al intelecto de los maestros de México! Desde entonces han transcurrido 22 años. Así de confiables son sus palabras...