Opinión
Ver día anteriorJueves 30 de junio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¡El PRI se va de shopping!
B

ijan Pakzad abrió en el verano de 1976 su primer negocio de ropa, con una sola misión, convertirlo en la boutique más exclusiva y cara del mundo, la preferida por la realeza, los políticos y las estrellas. Tres décadas después su sueño fue cumplido. The House of Bijan se convirtió en la tienda más demandada en el mundo del lujo. Ubicada en el número 420 del famoso Rodeo Drive en Beverly Hills, Los Angeles, su visita requiere de una cita previa y, claro está, de la demostración de la fiabilidad de su forma de pago. Para tener acceso a esta boyante boutique es necesario ser un auténtico VIP. Algunos de los precios: un par de calcetines cuesta 50 dólares, una pequeña botella de perfume para hombres 3 mil, y un traje, 50 mil. Ahí se surte la elite de elites del mundo. Los “chic not sick”.

El 17 de abril de este año, Bijan Pakzad sufrió un infarto, fue internado de emergencia en un centro médico de Los Ángeles y murió un poco después. Su deceso fue lamentado por muchos, pero especialmente por los más asiduos compradores de su tienda. La razón: el famoso empresario logró llevar a cabo una campaña de promoción consistente en grabar en lujosos relojes los nombres de sus mejores clientes y exhibirlos en sus escaparates. Ahí quedaron registrados para la eternidad tres glorias del Partido Revolucionario Institucional (PRI): Miguel Alemán Velasco, Jorge Hank Rohn y especialmente Enrique Peña Nieto, el más frecuente de los tres, según puede verse en las decenas de videos que You Tube ha puesto a circular, y que a la fecha en que esto se escribe había ya alcanzado la cifra de medio millón de visitas.

Fue tan celebrado este acontecimiento, tan orgullosos se pusieron en todos los sectores del partido, que el comité central se vio obligado a sesionar de emergencia y a diseñar un atractivo paquete de viajes, incluidos pasajes y viáticos, para aquellos militantes deseosos de gastar sus millones de dólares en el bien vestir. Ya no más Suburbias, Palacios de Hierro o Liverpooles. No. Ahora se trata de posicionar al partido a partir de las vestimentas de sus mejores líderes. La larga lista no se hizo esperar y, bien diseñado el programa, se decidió realizar tours en los cinco lugares más caros del mundo: Milán, Nueva York, Singapur, Londres y Beverly Hills. Los contingentes fueron y vinieron haciendo gala de sus convicciones más revolucionarias: comprar, comprar y comprar.

Todo caminó sobre una alfombra roja, es decir maravillosamente, hasta que los discursos de los priístas enrolados en ese programa comenzaron a llenarse de extrañas palabras, de lapsus linguae, de tropiezos involuntarios e inconscientes al hablar. El número de errores se fue incrementando y se hizo evidente un fenómeno peculiar: los connotados priístas confundían las marcas de sus ropas favoritas con ciertos nombres parecidos. El más afectado fue el candidato presidencial: el bombón de Atlacomulco. Además, se descubrió que estas pifias en la oratoria se acentuaban cuando el orador se confrontaba con evidencias, virtuales o reales, de la pobreza de los mexicanos. He aquí un ejemplo de lo ocurrido al candidato presidencial priísta en la zona mazahua: Armani (en vez de hermanos) indígenas, yo sapini (sé) que no es bulgari (vulgar) llenar sus cartier (carteras), y me valentino (vale) lo que calvin klein (cada quién) miu miu (murmure). Nadie le entendió.

Y es que la mente del aspirante no estaba en el mitin sino en otra parte, donde solamente escuchaba voces insistentes: “Las mejores chaquetas de caballero son de Ermenegildo Zegna y si preguntas en piel Giorgio Sapini; las mejores corbatas de Canali, Loewe, Armani y Gucci; los mejores pantalones de Florentino para vestir y de Armani en vaquero, y para mujer Moschino y Armani; los mejores zapatos Zegna y por supuesto Prada; y para mujer los vestidos de Caballi y Chanel…” Uno de los asistentes venido de un lugar remoto del mundo, posiblemente periodista, al ver los rostros angustiados de la muchedumbre sólo dijo una frase: No hay de qué preocuparse, los mexicanos no lo perdonarán, y se alejó del lugar. Hoy, tras la descomunal derrota, el PRI ha cancelado, y para siempre, su programa de shopping.