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La poesía de los goliardos, en erupción
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Eugen Jochun
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Carl Orff
 
Periódico La Jornada
Sábado 11 de junio de 2011, p. a16

En los estantes de novedades discográficas esplende una joya: Carl Orff: Trionfi (Deutsche Grammo-phon), una edición especial de dos discos (el precio es óptimo: 128 morlacos) que se publicó originalmente para festejar el centenario de uno de los titanes de la dirección orquestal en la historia: el muniqués Eugen Jochum (1902-1987). La efeméride ocurrió hace nueve años, cuando circuló por primera vez este álbum, que ahora se redita por su pertinencia.

El tema es fascinante: Trionfi es el título original de un tríptico que compuso Carl Orff (1895-1982), del cual su primera parte es ampliamente conocida y el resto se lo están perdiendo muchos.

Tal capítulo inicial de esa gloriosa trilogía es una de las reinas del hit parade de las salas de concierto: Carmina Burana. Cada vez que se programa es garantía de localidades agotadas (hay un viejo chistorete, derivado de la publicación, en los años 80, de una nota en un periódico donde se celebraba el éxito del concierto pero lamentaba que la señora Carmina Burana no hizo acto de presencia).

Por cierto, existe una grabación que se antoja imprescindible: en 1983, el cofundador de los Doors, Ray Manzarek, se asoció con Philip Glass y publicó una versión alucinógena de la partitura de Carl Orff, e incluyó en el cuadernillo y en la portada óleos intervenidos del mismísimo Hyeronimus Bosch.

Existe también la que los especialistas identifican como la versión original de Carmina Burana: el álbum triple titulado Carmina Burana, con el Clemencic Consort, que recurre a instrumentos antiguos, bajo la dirección de René Clemencic, autor de este excelente trabajo a partir de los manuscritos originales publicados en 1847, y que datan del siglo XIII, hallados en un monasterio en territorio bávaro.

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Por supuesto que esta grabación casi nada tiene que ver con la Carmina Burana que públicos multitudinarios conocen y aclaman.

Los textos originales fueron escritos por esos héroes de la literatura del lado moridor conocidos como los goliardos: monjes medievales que vagaban en busca de placer y le cantaban a la primavera, al vino, al sexo, al hedonismo puro.

Y de eso, salvo algunos pasajes hímnicos, hablan los poemas que suelen causar furor entre el público, delirante por la música elemental que inventó Orff, aunque ignoren muchas veces que algunos de esos versos han sido catalogados por mentes limitadas como francamente inmorales.

El público puede conocer el tríptico en la versión de Eugen Jochum, para muchos insuperable porque transmite precisamente el espíritu goliardo y sobre todo puede disfrutar de las partes segunda y tercera: Catulli Carmina y Trionfo di Afrodite.

Catulli Carmina, subtitulada por Carl Orff como juegos escénicos, rinde honor al gran autor de poesía erótica Gaius Valerius Catullus, en tanto la parte conclusiva del tríptico, Trionfo di Afrodite, recurre a versos del citado Cátulo, de Safo y de Eurípides.

Todo un universo creado por Carl Orff, sobre quien recae polémica por sus vínculos con el nazismo, autor de un sistema de enseñanza musical para niños y un concepto, que desarrolla en su tríptico (one hit wonder): la música elemental. Una apoteosis de lo tribal domesticado.

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