Opinión
Ver día anteriorJueves 9 de junio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Salario mínimo y alimentos

Poder adquisitivo a la baja

Visión objetiva de México

T

erco en su estrategia harakiri, Ernesto Cordero se vuelve a tirar al ruedo, sin aceptar una sola pregunta de los colegas: es claro que la recuperación del salario, del poder adquisitivo del salario mínimo, comenzó en esta última década (la panista, casualmente) y, para intentar convencer al incrédulo auditorio, presentó una serie de gráficas mañosas en las que queda claro, según él, que el paraíso se llama calderolandia (varios escalones por arriba de foxilandia, lo que ya es decir). Allá él, empecinado en debatir con el góber encopetado (¿en calidad de qué? ¿De secretario de Hacienda o de candidato?), cuando su obligación es informar nítidamente a quienes le pagan su salario (los mexicanos, no Peña Nieto).

Tal vez recuerde el hoy, hoy, hoy de Fox y quiera repetir la aventura, pero un balance más realista de la recuperación del salario mínimo (Cordero dixit) lo documenta el Centro de Análisis Multidisciplinarios de la UNAM. Va, pues: el aumento nominal al salario mínimo se mantiene anclado al aumento esperado de la inflación. Sin embargo, los incrementos sistemáticos en los precios de productos como gasolina, electricidad, gas y otros han provocado que el mini ingreso siga acumulando pérdida del poder adquisitivo como ha sido durante los últimos decenios. Lo anterior ha contribuido a un deterioro constante desde 1982, que al cierre de marzo de 2011 se aproxima a 85 por ciento de pérdida”. El precio de la canasta alimenticia recomendable (CAR) se ha incrementado más de 106 por ciento durante el calderonato, sin tomar en cuenta los aumentos en otros renglones (servicios, gas doméstico, gasolinas, renta, aseo personal y del hogar).

La pérdida del poder adquisitivo del salario es más clara si se compara lo que se podía comprar con un salario mínimo a la llegada de Felipe Calderón a Los Pinos y lo que se podía adquirir al cierre de marzo de 2011. Se hace una comparación, bajo el supuesto de que un salario mínimo se dedicara íntegramente a la compra de un solo artículo de la CAR, para ver cuánto se puede adquirir del mismo y ejemplificar de forma clara la pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo de los trabajadores mexicanos.

Así, con un salario mínimo el primero de diciembre de 2006 se compraban 7.22 kilogramos de tortillas, mientras para el primero de marzo de 2011 sólo se adquirían 5.42 kilogramos; 48.67 piezas de pan (el que se come), contra 39.88 entre una fecha y otra; 4.85 kilogramos de frijol bayo, contra 4.27; 7.71 litros de leche, contra 4.27; 3.33 litros de aceite, contra 2.86; 4.2 kilogramos de huevo, contra 3.32. En la fecha de arranque del calderonato, el salario mínimo diario era de 48.67 pesos (zona geográfica A) y el precio, también diario, de la canasta alimenticia recomendable de 80.83 pesos (una diferencia de 66 por ciento favorable a la última); el primero de marzo de 2011 el mini ingreso ascendió a 59.82 y la CAR a 171.37 pesos (una diferencia de 106.5 por ciento). El primero de diciembre de 2006 un trabajador requería laborar 13.19 horas para adquirir la CAR, y para el primero de marzo de 2011 la jornada se incrementó a 22.55 horas, una diferencia de 71 por ciento entre una fecha y otra.

El CAM define la CAR como la canasta de alimentos recomendable ponderada para el consumo diario de una familia mexicana conformada por cinco personas (dos adultos, un joven y dos niños). Fue integrada considerando los aspectos nutritivos, de dieta, culturales, de tradición, económicos, y fue definida en su estructura, contenido y ponderación por el doctor Abelardo Ávila Curiel, investigador del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán, pero es importante indicar que las familias trabajadoras tienen que considerar el gasto en vivienda, transporte, educación, salud, vestido y calzado, recreación, que no cubre la canasta alimenticia recomendable.

En el sexenio calderonista se registran casi 30 millones de trabajadores sin prestaciones laborales, y se reporta una pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo de 45 por ciento; siete de cada 10 trabajadores obtienen entre cero y tres salarios mínimos. Mientras el gobierno levanta los macro indicadores del supuesto crecimiento económico y propone modificaciones laborales, la micro economía familiar y de los trabajadores del país muestra la magnitud del descaro oficial y de la guerra económica, que tiene también bajas en aumento.

La política calderonista, apunta el CAM, ha precarizado aún más las condiciones laborales y de vida de la clase trabajadora en México. Al observar la pérdida de prestaciones, el incremento en las jornadas laborales, disminución del salario real, la existencia de empleos precarios, en suma, un terreno fértil a la desigualdad. Hoy el salario mínimo en México es insuficiente para la reproducción de la fuerza de trabajo; se ha disminuido la generación de empleo productivo e incrementado la movilidad laboral por medio de la subcontratación; se han fomentado los despidos y la recontratación de trabajadores bajo nuevas normas; se observan incrementos notables en la intensidad del trabajo, y aumento extraordinario de la jornada laboral a través de diversos procedimientos (horas extra, sistemas de turnos, menos salario real, violación de normas jurídico-laborales, etcétera).

Mientras los 11 barones Forbes concentran más de 15 por ciento del producto interno bruto, alrededor de 47 millones de trabajadores se jalonean el 29 por ciento de ese mismo PIB. El pastel se reparte así; 10 de cada cien trabajadores no obtienen ingreso; 14, hasta un salario mínimo (58.22 pesos diarios, promedio de las tres zonas geográficas); 25, entre uno y dos (58.22 a 116.44 pesos); 23, de dos a tres (116.44 a 174.66 pesos); 18, de tres a cinco (174.66 a 291.10 pesos; éstos serían los clasemedieros de Ernesto Cordero), y 10, más de cinco (291.10 pesos en adelante).

Lo anterior no permite sostener lo dicho por el Cordero del señor. Pero insiste.

Las rebanadas del pastel:

Por cierto, el ético funcionario –candidato o viceversa (porque el chiste es hacer campaña sin soltar el hueso)– también cuenta otro tipo de chistes: como secretario de Hacienda he sostenido una visión objetiva de México y su desempeño económico, resaltando las fuerzas de su economía y reconociendo las enormes deudas históricas que tenemos los mexicanos. ¡Sí chucha!.. Pablo Salazar Mendiguchía es igualmente indefendible, pero siguen las casualidades electoreras: hace casi cinco años concluyó su mandato como gobernador chiapaneco, y apenas se dieron cuenta de un presunto peculado…. Un abrazo, con mi agradecimiento, para la delegación Veracruz del Club de Periodistas de México por el inmerecido honor. ¡Salud!