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Hay que acabar con la lacra de la falta de honradez
 
Periódico La Jornada
Martes 31 de mayo de 2011, p. 35

Más de 3 mil policías abarrotaron el foro. La cita fue a las 12:30 horas, pero ellos llegaron por lo menos una hora antes para ocupar todos los asientos de los dos niveles del teatro Metropólitan. El calor humano hacía estragos en el ánimo de los presentes, quienes esperaban al jefe de la policía capitalina, Manuel Mondragón.

En punto, vestido con el uniforme de superintendente de la Secretaría de Seguridad Pública de la ciudad, Mondragón hizo honores a la bandera y comenzó la presentación del nuevo esquema de vigilancia en la ciudad.

Desde sus primeras palabras, un tono enérgico resaltaba la importancia de la estrategia operativa. A cada palabra exigía el mayor esfuerzo para mejorar la mala percepción que tienen los capitalinos hacia los uniformados

Hay que acabar con la lacra de la falta de honradez. ¡Ah, qué caray con eso! Ustedes saben mejor que yo de qué pie se cojea. Creo que hemos mejorado, pero hay algunos que todavía no les cae el veinte de que el escudo y el uniforme no son para jalar lana que no sea de nuestro sueldo.

¡No se duerma, compañero!

Con voz grave y profunda, Mondragón les hablaba de los logros obtenidos, sin que aún hubieran alcanzado la meta propuesta, cuando de pronto, interrumpió:

¡No se duerma compañero! ¡Eh! Porque lo pongo de pie. No estamos jugando, venimos a chambear, advirtió enérgico con micrófono en mano.

Y tomen nota de lo que les voy a decir porque después se los voy a preguntar. Si temen dormirse o tiene sueño pónganse de pie, porque no vengo a hablar a quien duerma. Está claro, ¿verdad?

Un silencio recorrió todo el teatro. Cuando comenzó a explicar los procedimientos de la nueva estrategia volvió a insistir a su auditorio: Los cambios y modificaciones que hoy se inician son muy importantes y si están durmiendo no les vamos a entender, sólo bien despiertitos y conscientes.

Tras 25 minutos, Mondragón volvió a interrumpir de un grito: A ver, usted, ¡párese, firmes, váyase a esa esquina!

Un policía de tránsito, con su chaleco amarillo, se paró y se desplazó hasta el lugar indicado ante la mirada sorprendida de sus compañeros.

Mondragón entonces preguntó ¿Qué no desayunaron? Para su sorpresa, toda la parte superior del teatro respondió a coro: ¡Noooooooooooooo! Pues muy mal. Cuando salgan de aquí yo les invito la comida. Un aplauso general se extendió.

Aunque este gesto alivió la tensión, el titular de la SSPDF no dejó de insistir en tener policías atentos y despiertos para combatir la delincuencia.