Opinión
Ver día anteriorMartes 24 de mayo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pero qué falta de ignorancia
A

lgo así habría comentado Cantinflas al presidente Calderón al oírle revirar a Yoloxóchitl Bustamante, directora del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien había advertido, con toda la razón del mundo, que la educación es el primer gran paso para erradicar la violencia y que las mejores armas son el crecimiento económico, la seguridad y el empleo.

Calderón, de acuerdo con La Jornada (19/5/11), contestó: Nada más alejado de la realidad es decir que mi gobierno no ha aumentado la matrícula en educación superior; además se enorgulleció de estar rompiendo el círculo vicioso de egresados universitarios sin empleo.

Por sindéresis entendemos la capacidad del ser humano de entender rectamente las cosas. Y si esa es su acepción correcta, tendremos que aceptar que son pocas las personas dedicadas a la política que parecen poseer tal característica. El Presidente es una de ellas. Con más frecuencia de la esperada confunde la gimnasia con la magnesia. Ciertamente uno puede sospechar que con frecuencia la falta de sindéresis en la respuesta de un político puede deberse más a un salirse por la tangente, que a la falta de ignorancia, como dice el cantinflismo.

Es claro que en el caso de la respuesta que comento, emitida por la voz presidencial, se trató de una genuina falta de sindéresis: nos ha dado numerosas pruebas de ello.

Y es que a Calderón le encanta el bote pronto, sin tener los reflejos (la información o el conocimiento o el entendimiento) para realizar un revire instantáneo. La responsabilidad de un presidente debiera ser un freno a no actuar al bote pronto, salvo que de veras tenga los pelos de la burra en la mano.

Cualquier infante puede entender las palabras de la directora del IPN, quien implicaba en su afirmación que la educación superior de México (en general la educación sans phrases) es del todo insuficiente, como en efecto lo es. En ningún momento afirmó que no hubiera aumentado la matrícula de educación superior, que fue a lo que respondió Calderón, como si alguien lo hubiera dicho. Transparente: una genuina falta de sindéresis.

Pero el color también es importante. Calderón ve frente a él a un adversario. Ve que el adversario le manda una bola que Calderón ve que no es esférica, sino que está llena de picos. Pero como el señor Presidente ve eso con enorme agudeza, está listo para no dejarse sorprender: produce una sonrisa entre piadosa y burlona, y antes de que esa bola bote haciendo extraños, le asesta al bote pronto un raquetazo tan certero que echa fuera del estadio la bolita maliciosa. Calderón, desde luego, no se ha dado cuenta de que la bola ya desapareció, porque la misma sonrisa continúa. Ha respondido contundentemente. A mi nadie me va a sorprender porque bien que sé que durante mi gestión hemos creado 91 nuevas instituciones de educación superior. Pues aunque sea cierto, no viene al caso: perfecta falta de sindéresis.

De manera análoga respondió, sin arredrarse, a otras tesis de la doctora Bustamante. El Instituto Politécnico Nacional ha llegado a ser una gran institución de educación superior. Pero por ahora, continúa dependiendo del Ejecutivo Federal, a través de la Secretaría de Educación Pública; y aunque goza de una gran autonomía académica, puede, si el gobierno lo decide, dejarla caer financieramente, cuestión que la directora señalaba como un riesgo para la calidad de la institución. Pero el tono de Calderón, el hecho de refutar a su directora repitiendo las mismas tesis de ella, hacen ver la postura de un presidente que está dirigiéndose a un subordinado al que pone en su lugar: qué valiente el presidente Calderón.

El Presidente debiera ser más recatado al hablar de la educación mexicana, porque nos vemos mal junto a muchos países que han hecho proezas en esta materia, especialmente nuestros socios de la OCDE. Unos cuantos ejemplos: en los 30 años que van de 1978 a 2008, la proporción de la población con edades de 25 a 64 años, con educación media superior, llegó en México a 34 por ciento del total de ese grupo de edad, en Canadá llegó a 87 por ciento, en Corea a 79 y Chile a 68. En educación superior, para el mismo lapso, el mismo grupo de edad y los mismos países, México llegó a 16 por ciento, Canadá a 49, Corea a 37 y Chile a 24 por ciento. Diferencias abismales.

Un caso notable es el de la República de Corea, que en 1962 tenía un PIB per cápita de 110 dólares, en tanto la cifra de México ascendía a 370 dólares. En este indicador superábamos por más de tres veces a la nación asiática. No obstante, en 2009 Corea llegó a tener un PIB per cápita de 19 mil 850 dólares y México uno de 8 mil 960. Evidentemente algo hizo Corea muy bien en materia educativa, mientras nosotros seguíamos en la inercia. En el mismo periodo, España incrementó este indicador de 500 dólares a 31 mil 870 y Japón de 610 dólares a 37 mil 870 (J. Sarukhán y S. Malo, El proceso de Bolonia y la educación superior en América Latina: ¿oportunidad perdida?”, Este País, núm. 240, abril, 2011).

En México, siete de cada diez jóvenes mexicanos de entre 19 y 23 años están fuera de la educación superior: de veras, Presidente, no tiene usted mucho de qué presumir.