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El espectáculo, parte de la Jornada contra la Homofobia que se realiza durante mayo

Llegan las noches de las drag queens al teatro Karl Marx de La Habana
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Tina, durante su presentación del pasado fin de semanaFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 10 de mayo de 2011, p. a10

La Habana, 9 de mayo. La historia del transformismo en Cuba todavía está por escribirse, pero cuando eso ocurra tendrá que incluir las noches en que las drag queens de esta generación pisaron el escenario del teatro Karl Marx.

El espectáculo del sábado y el domingo pasados era parte de la Jornada contra la Homofobia, que se realiza casi todo este mes. No fue la primera vez que hombres vestidos de divas de la canción salían a las tablas de un local abierto en la isla, pero fue la presentación del género en el local más importante, más conocido y más emblemático del país.

A la primera tanda asistió el jefe del Departamento Ideológico del Partido Comunista, Rolando Alfonso Borges, quien además aparece en los agradecimientos del programa, confirmando así el respaldo de esa oficina, clave en la operación de los espectáculos y los medios de difusión. El diario oficial Granma dijo este lunes que la jornada busca sensibilizar a las personas en los aspectos relacionados con los estigmas y todo tipo de discriminación por orientación sexual e identidad de género.

Esos datos no son menores, si se recuerda que la homofobia fue una política oficial en Cuba durante casi cuatro décadas y pasó por distintas aplicaciones, desde los campos de reclusión y las sanciones penales hasta la exclusión laboral como norma.

Del permiso a la prohibición

Durante la primera mitad del siglo XX, la actuación de travestidos fue algo permitido, aunque no necesariamente alentado, dice a La Jornada el investigador Abel Sierra Madero, autor de Del otro lado del espejo (la sexualidad en la construcción de la nación cubana), Premio Casa de las Américas 2006.

Era algo tolerado dentro de los cabarets y parece que tenía cierto prestigio, señala Sierra. “También actuaban en lugares de reunión de la alta sociedad. No estaba prohibido, incluso aparecían ocasionalmente en algunas publicaciones, como la revista Bohemia. De hecho formaban parte del consenso acerca de la moralidad establecida, a veces de manera explícita”.

En su versión local, el transformismo, sobre todo de hombre a mujer, sigue manteniendo una especie de juego carnavalesco y tiene que ver con las máscaras y con el propio choteo cubano, agrega el ensayista. Un escenario típico de este giro eran los carnavales de La Habana.

Transformistas memorables fueron la cantante Rita Montaner, que hacía el negrito de zarzuela y el chino Julio Chang, conocido como Musmé, entre otros que poblaron el teatro bufo. Después del triunfo de la revolución de 1959, la homofobia alcanzó a este género. Los actores se replegaron lentamente a carpas de circo y luego a fiestas privadas, hasta que no pudieron más, limitaron el oficio hasta el extremo o se exiliaron.

Reducido durante décadas a la semiclandestinidad, el transformismo renació a finales de los años 80 y más claramente en los 90, cuando Cuba se hundía en la crisis post-soviética. El resorte más importante de la época fue El Mejunje, el centro cultural de Santa Clara. El 28 de febrero de 1995 se realizó un concurso de transformistas en el teatro América, en homenaje a uno de ellos, recién fallecido.

Nuevos actores y restaurantes

Durante los años 90 surgió el circuito del transformismo construido por nuevos actores, restaurantes familiares de barrios periféricos de La Habana y un público homogéneo, que rehicieron el género por la vía de los hechos y luego lo extendieron a la provincia. En agosto de 1997 fue la famosa redada que puso tras las rejas a Pedro Almodóvar y Bibi Andersen, entre decenas de cubanos y extranjeros.

En la época también la televisión se abrió a los travestis, aunque en su versión humorística. Esta es una variante en la que se llega a lo ridículo y a lo grotesco, generalmente en la forma de hombre a mujer, apunta Sierra.

Finalmente, una nueva generación de actores, como Imperio, Margot, Chantal, Miguel Roque, Sahira y Alina, llegó al Karl Marx, antiguo teatro Blanquita, el mismo que después de la revolución ha sido el escenario de congresos del Partido Comunista, de discursos de Fidel Castro y de los espectáculos más taquilleros de la isla. Los transformistas de hoy trabajaron frente al público que han formado en los años recientes, y que celebró ruidosamente la ocasión.