Opinión
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Penultimátum

Ídolo moderno

E

n 1539, Carlos Texcoco, líder indígena, fue quemado vivo acusado de herejía por adorar ídolos. Los antiguos pobladores de México fueron calificados entonces de paganos. Eran tiempos del Santo Oficio, el tribunal que se encargó de castigar con la muerte y los tormentos a quienes en la Nueva España persistían en sus antiguas creencias.

Cinco siglos después, un moderno ídolo, motorizado, rodó por México y fue calificado por el clero como preciada reliquia. Por lo que dijeron al recibirla en parroquias de Yucatán y Quintana Roo, tanto o más  que la sábana santa o la sangre de San Genaro. Nos referimos al Papamóvil, vehículo que utilizó Juan Pablo II durante su primera visita a México en enero de 1979. Adoraron al citado camión en calidad de santa reliquia feligreses de diversas parroquias, así como alumnos y maestros de escuelas católicas. Se desconoce si los honores al Papamóvil es un primer paso para beatificarlo, algo que algunos ponen en duda, pues por su tamaño no cabría en altar alguno.

Para el obispo de Cancún, Pedro Pablo Elizondo (legionario de Cristo, por añadidura), la presencia del Papamóvil en esa ciudad representó un símbolo de esperanza y cambio para la comunidad, azotada por la violencia. Agregó que ese vehículo es un “ejemplo misionero y portador de las buenas nuevas. El Papamóvil llegó para dar esperanza a los habitantes de las distintas comunidades de Quintana Roo y Yucatán; fueron varios los puntos que recibieron buenas noticias con el arribo del autobús, pues en estos tiempos hasta el más mínimo detalle espiritual es bueno para poder combatir la tristeza y, sobre todo, la desesperación por la ola de inseguridad que se vive”.

Inspirado por la presencia del vehículo que guardan en la ciudad de Puebla, el obispo y legionario Elizondo proclamó: La Iglesia católica está siendo agredida por las sectas religiosas y los incrédulos ateos, quienes por falta de fe y amor a Dios están cayendo en las redes de la delincuencia. Se ha desencadenado una campaña muy fuerte en los medios, en los gobiernos y en la sociedad, y esto está golpeando muy fuerte a la gente y luego la agresividad de las sectas que van y buscan, acosan indebidamente; el acoso es un delito. Si fuera sexual lo meterían a la cárcel, pero como es un acoso espiritual, la gente se siente presionada y forzada, que la arrastran y se la llevan y nosotros no podemos permitir que no reine la libertad religiosa.

Ante tan reveladora proclama, es inexplicable la ausencia del Papamóvil en la multitudinaria y mediática beatificación del protector de Marcial Maciel. Beatificación lograda gracias a las facilidades que ordenó quien, antes de ser Papa también ocultó los crímenes del amadísimo padre y fundador de los Legionarios de Cristo.