Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 1 de mayo de 2011 Num: 843

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora Bifronte
Ricardo Venegas

Hablo...
Manolis Anagnostakis

Ritual
Salvador García

Con la música a otra parte (la lírica migrante queretana)
Agustín Escobar Ledesma

Fechas como cortes
de caja

Raúl Olvera Mijares entrevista con Rafael Tovar y de Teresa

El otro Melchor
Orlando Ortiz

Del imaginario y
otras teorías

Natacha Koss

Se toca lo que se escucha
Alain Derbez

Leer

Columnas:
El sobreviviente
Javier Sicilia

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Corporal
Manuel Stephens

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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entrevista con
Rafael Tovar y
de Teresa
Raúl Olvera Mijares

 

Fechas
como
cortes
de caja

Foto: José Carlo González/ archivo La Jornada

Rafael Tovar y de Teresa cuenta con una trayectoria amplia en la administración pública, más específicamente en el sector Cultura, aunque también ha incursionado en el servicio exterior (fue embajador de México ante Italia); en su carácter de abogado comenzó a desempeñarse como asesor jurídico del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, del cual llegaría a ser formalmente su segundo titular. En fechas más recientes, entre septiembre de 2007 y octubre de 2008, por designación presidencial, fue puesto a la cabeza de la Comisión Organizadora de la Conmemoración del Bicentenario del Inicio del Movimiento de Independencia Nacional y del Centenario del Inicio de la Revolución Mexicana, cargo al que renunció sin ofrecer más pormenores. Estuvo casado en primeras nupcias con Carmen Beatriz López Portillo Romano, hija del ex presidente. Con estudios de historia en la Sorbona de París, Rafael Tovar y de Teresa ha cultivado una vena algo más lírica en sus últimos tiempos, más inclinada por la ficción y la crónica del éxodo que durante el Porfiriato sufriera su distinguida familia, sumamente respetada en la mejor sociedad del México prerrevolucionario. En la Feria del Libro de Guadalajara se presentó su último trabajo de índole histórica.

–Como historiador, ¿cuál fue su anterior publicación a ésta?

–Saqué una novela que se llama Paraíso es tu memoria (Alfaguara, México, 2009) que pretende hacer una recreación a través de una saga familiar que comprende desde el siglo XIX hasta los años recientes y que se concentra en el tema del Porfiriato, es decir, una familia privilegiada; de cómo vive el proceso de cambio social y de cambio político y de cómo se adapta al país. Es una época que me atrae mucho, porque creo que, a pesar de que hay grandes libros y una extensa bibliografía, falta profundizar en ella, sobre todo en algunos aspectos. Para mí este libro, El último brindis de don Porfirio (Taurus, México, 2010) fue muy interesante. Poder conocer el contexto en el cual se da el inicio de la Independencia. Es decir, 1910 siempre lo contemplamos como el año del inicio de la Revolución mexicana, pero a mí me interesaba verlo también como el último año de un gobierno que tuvo el poder presidencial, el ocaso de un país a través de una crónica de la vida cotidiana, la vida política, la vida social, la vida cultural, la vida económica y que, en una visión internacional, permitiera entender qué era el país, cómo estaba situado y cómo se veía a sí mismo.

–En la novela antes y ahora en este libro histórico o historiográfico, ¿hay ciertos vínculos de su propia biografía en ambos libros?

–Pues mire, yo no podría negar en la novela algunos rasgos. Se dice que la primera novela siempre es autobiográfica. En grandísimos autores esto es así, que sus biografías corresponden. Entonces nadie se puede sustraer a ello. La primera historia que conocemos es la historia de la familia, luego ya conocemos la historia social, la historia nacional, de alguna manera encuadramos nuestra historia familiar en contextos más amplios. En mi primera novela no pude sustraerme a ese gusto, a esa especie de fatalismo psicológico que todos llevamos dentro, ¿no?

–¿Quiénes eran las principales fuentes de información viva en su caso?

–Yo le diría que todos mis mayores. Tuve el privilegio de crecer con gente muy mayor de mi familia, mi abuelo, mis tíos, a quienes les tocó vivir los últimos años del Porfiriato, una familia que tuvo que salir, por razones diversas, y cómo se dio su reinserción en un México que había cambiado tanto para ellos. Todas estas historias se convirtieron en una crónica cotidiana.

–Hay situaciones del pasado que a veces se repiten, ¿usted piensa que el Porfiriato se parece a algo semejante que vino después?

–Por la concentración del poder, probablemente en el PRI se dio en algunos momentos pero, bueno, creo que son dos países totalmente distintos. Es como si no reconociéramos lo que se hizo en el siglo XX. El México de 1910 era un país de 15 millones de habitantes frente a 112 que somos ahora. Era un país ochenta y cinco por ciento rural, siendo que ahora es al revés, es ochenta y cinco por ciento urbano. Con un analfabetismo entre el ochenta y cinco y noventa por ciento, ahora es justo lo contrario. La expectativa de vida era de 30.5 años. Ahora es de setenta y cinco años para los hombres y de ochenta para las mujeres. De tal modo que es un país muy distinto pero, bueno, finalmente somos la misma historia, el mismo producto cultural. Creo que esta es una referencia para poder entendernos y para poder formularnos las tres preguntas básicas que deben surgir en un año de memoria histórica, como es 2010: ¿quiénes hemos sido, quiénes somos y qué queremos y podemos ser? La respuesta a todo esto fue algo que se planteó en 1910 y se vuelve a plantear ahora en 2010, además de que debería plantearse todos los días.

–En el mundo es obvio (aun en Europa) que los fondos de cultura cada vez son menores y México está en crisis; como historiador, ¿cuál es el futuro que usted avizora para instituciones como el Conaculta?

–Creo que es una institución sólida que ha probado su eficacia desde 1978. Los recursos, el último año de mi gestión, si bien recuerdo, que estuvieron asignados para el Conaculta y para todo el subsector, fueron 3 mil 400 millones de pesos; ahora tienen cerca de 12 mil. Es un sector que no se ha reducido, por consiguiente, ¿cuál sería la expectativa? Ver que en efecto esos 12 mil millones de pesos hagan florecer una gran vida cultural en México.