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Residentes usan redes sociales de Internet para mantener el flujo de información al exterior

Oscuridad en Siria: asesinatos, ciudades desiertas y cercadas sin agua ni alimento

Ordenan suspender la enseñanza del inglés para liberar al país de influencias extranjeras

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Sirios huyen de la violencia en la localidad de Wadi Khaled, a un kilómetro de la frontera con LíbanoFoto Ap
The Independent
Periódico La Jornada
Viernes 29 de abril de 2011, p. 24

En las calles de Damasco, decenas de miles de carteles advierten: Ansioso o calmado, debes obedecer la ley. Pero los retratos del presidente Bashar Assad y de su padre Hafez han sido descolgados, nada menos que por la policía de seguridad, para que no inflamen a los sirios.

Por las noches, en el aeropuerto de Damasco hay ladrones armados con garrotes de goma con punta de acero, y en las terminales los policías exigen a los pasajeros que declaren si llevan iPods o laptops. En la aldea de Hala, en las afueras de Deraa, pobladores musulmanes dijeron a sus vecinos cristianos que se unieran a las manifestaciones contra el régimen… o se fueran.

Tales son los relatos que provienen de la oscuridad de Siria.

Y son ciertos. Los sirios que llegan a Líbano traen los detalles más específicos de lo que ocurre dentro de su país: soldados de la quinta brigada combaten a las unidades armadas de la cuarta brigada de Maher Assad en Deraa; matanzas al azar en los alrededores de Damasco por las cada vez mayores bandas armadas de la Shabiha (la mafia) de las montañas alawitas; acumulación en masa de alimentos. Una mujer acaba de dejar a su madre en la capital con 10 kilos de pasta, 10 de arroz, cinco de azúcar y caja tras caja de agua embotellada.

En Deraa –rodeada y sin electricidad, agua ni víveres–, el precio del pan se ha elevado 500 por ciento y por las noches los hombres meten comida de contrabando a la ciudad desde los campos.

Homicidios, lo que aterra

Pero lo que aterra a la gente son los asesinatos. ¿Son cometidos por la Shabiha de la ciudad portuaria de Lattakia –creada por la familia Assad en la década de 1970 para controlar el contrabando y las redes de protección–, o por la policía secreta para sembrar un pánico que sofoque una rebelión contra Assad? ¿O por los criminales que medran entre la anarquía? Tres hombres que cargaban costales de verduras en las afueras de Damasco durante la noche fueron confrontados por hombres armados la semana pasada. Se negaron a detenerse y fueron ejecutados.

El gobierno sirio llama a las minorías –cristianos y kurdos– a mantenerse leales a las autoridades; en Siria las minorías siempre han estado seguras, y muchas se han mantenido al margen de las protestas. Pero en la aldea de Hala las tiendas cristianas están cerradas porque sus propietarios enfrentan exigencias sectarias de que se unan a la rebelión contra Assad.

En un intento por librar a Siria de la influencia extranjera, el ministerio de Educación ha ordenado a varias escuelas poner fin a la enseñanza del inglés, incluso prohibiendo que los alumnos lleven en el uniforme nombres de escuelas en inglés o francés. Hasta el jardín de niños al que asisten los dos hijos menores del presidente ha sido sujeto a las prohibiciones.

Desde luego, hay signos luminosos, entre ellos los de hombres y mujeres valerosos que usan la Internet y Facebook para mantener el flujo de información desde Siria. The Independent puede revelar que se ha creado un sistema de comités en las ciudades de Siria, integrado por lo regular por entre 10 y 12 amigos que llevan años de conocerse y de confiar unos en otros. Cada uno enlista a 10 de sus amigos, y cada uno de éstos convence a otros 10 de proporcionar información e imágenes. Muchos se pusieron en contacto vía los cibernautas de Beirut –de los cuales muchos son sirios– y por tanto los círculos de confianza se han extendido al precio del husmeo de la policía secreta que ha sido parte de la vida en Siria durante cuatro décadas.

Por lo tanto, ahora existen –tan sólo en Damasco– la coordinación de Douma, la coordinación de al-Maydan (el centro de la ciudad), la coordinación de Daraya, la coordinación de Harasta y otras. Algunas tratan de penetrar en la policía secreta mujabarat y poner a los brutales policías a colaborar con ellos con la esperanza de que al llegar a su fin el régimen de Assad –si tal cosa ocurre– no se vean sujetos a los procesos judiciales y las represalias que vendrán. Un bloguero de Beirut dice que varios policías se han declarado a favor del levantamiento, pero no confían en ellos porque pudiera ser una trampa para descubrir la identidad de quienes están detrás de los comités.

Sin embargo, los sirios en Líbano afirman que los agentes de seguridad de su país –a menudo designados por corruptelas, más que por cualquier aptitud técnica o de detectives– sencillamente no entienden la tecnología que se usa en su contra. Un oficial de seguridad sirio puso tres mensajes en Facebook. El primero decía: Dios, Siria y Bashar Assad, o nada. El segundo, Es hora de declarar la guerra por Alá. El tercero anunciaba: El legado de Dios en la Tierra es una república islámica.

Es obvio que el tonto apoyaba a Bashar, pero quería atemorizar a la gente dando a entender que los islamitas se apoderarían de Siria si Assad se va, comenta uno de los blogueros de Beirut. ¡Pero no se daba cuenta de que podíamos detectar de inmediato que todos provenían de la misma página de Facebook! Ese mismo hombre de Beirut fue interrogado por la policía de seguridad siria hace varias semanas. Me interrogó un oficial de alto rango, pero ni siquiera sabía lo que era Google.

Muchos sirios que envían información al exterior se preocupan de que las exageraciones y rumores dañen la credibilidad de sus reportes. Por esta razón tratan de evitar los despachos que no se pueden verificar, por ejemplo que dos francotiradores iraníes han llegado para ayudar a la policía de seguridad, o que un hombre fue interrogado por dos iraníes. (Un amigo sospecha que los policías venían del norte y hablaban en kurdo, que el detenido identificó erróneamente como iraní.)

Más serio –y cierto– es el reporte de que Jaled Sid Mohand, periodista argelino que trabaja para France Culture y Le Monde, fue arrestado en Damasco el 9 de abril y ha desaparecido en una prisión de seguridad. Un detenido liberado afirma que lo vio en la sección de seguridad 255, en la calle Bagdad de la capital, algunos días después, pero esta historia podría no ser correcta. Los diplomáticos no han podido ver al periodista desaparecido.

También hay versiones de que dos jóvenes europeas que trabajan en una embajada fueron arrestadas y amordazadas cuando salían de una fiesta a las 3 de la mañana hace varios días, y sólo las soltaron después de interrogarlas durante varias horas. Eso significa que ya no hay inmunidad para extranjeros, comentó este jueves un ciudadano sirio. Escuchamos que también a un estadunidense lo sacaron de su casa y lo interrogaron unos hombres armados.

Un informe particularmente intrigante –porque existen muchos testigos aparentes de este episodio– es que tropas de la cuarta brigada siria en Deraa botaron docenas de armas en la plaza principal de la ciudad, frente a la mezquita de Omar, y dijeron a los civiles que podían tomarlas para defenderse. Sospechando que la intención era que acudieran a las manifestaciones con ellas para que luego les dispararan bajo el argumento de que son terroristas, los ciudadanos las llevaron a la base militar más cercana y las devolvieron a los soldados.

Sin embargo, continúan los rumores sobre deserciones, e incluso sobre divisiones en la quinta brigada en Deraa, cuyo comandante, según se pudo confirmar, es el general Mohamed Saleh Rifai. De acuerdo con sirios que llegan a Líbano, las autopistas son usadas por cientos de camiones militares repletos, aunque las calles de muchas ciudades –incluida Damasco– están casi desiertas de noche. Las tiendas cierran temprano, con frecuencia se escuchan disparos, y por la noche los puestos de revisión son manejados por hombres armados vestidos de civil. Oscuridad, sin duda.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya