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Muestra siete obras monumentales en un atrio del Centro Histórico

El de la escultura urbana dejó de ser un arte democrático: Silva

Se ha convertido en uno de los elementos de confusión visual, asevera

Propone sacarlo a la calle, que transite por los ruidos de la ciudad, para propiciar nuevas soluciones estéticas

Foto
Chapulín, 1986, obra de Federico Silva incluida en la muestra montada en la calle Madero 7Foto Cortesía de la Fundación del Centro Histórico
 
Periódico La Jornada
Jueves 21 de abril de 2011, p. 2

El arte de la escultura urbana, por el que tanto peleamos hace 30 años como una apertura para un arte democrático y demás, se ha convertido en uno de los elementos de la confusión visual, expresa el artista Federico Silva (DF, 1923).

Con el título De Tlalmimilolpa a Plateros: un acercamiento, el artista exhibe siete esculturas en el atrio del templo de San Francisco (calle Madero 7, Centro Histórico).

Por ello, mientras menos escultura haya en la ciudad, mejor, es el basurero del arte. Es una contradicción en la voluntad de hacer un arte público que tenga contacto con la comunidad, digamos democrático, un arte para todos, y que se ha convertido, en gran proporción en basura visual y en un elemento de confusión, no de enriquecimiento, en una experiencia estética.

Aunque Silva tiene en puerta un proyecto escultórico con la Universidad Autónoma de San Luis Potosí –en la capital de ese estado se encuentra el museo que lleva su nombre, ahora dirigido por Carlos Beltrán–, no le interesa, como años atrás, pensar en la obra monumental urbana.

La ventaja del atrio de San Francisco, lugar privilegiado, es que la obra viene de visita. Produce lo que tiene que producir: aceptación, duda o rechazo, señala el entrevistado, porque al final de cuentas la escultura, el arte, todo en general, en su primer intento y función es interrogar, preguntar, propiciar que el espectador se pregunte qué es, por qué está aquí, qué significa. Y lo saque un poco de la mecánica a la que está sometido visualmente todos los días, a la agresión de la televisión y de la ciudad. Entonces, es una pausa que no siempre es favorable.

La mayoría de la obra abarca de 2000 a 2010, aunque Chapulín, hecho de fierro pintado, es de 1986. El trabajo del arte, de la escultura, se cuenta por décadas; uno no puede hacer planes a un año, es un proceso lento, asegura Federico Silva, Premio Nacional de Artes 1995.

Por socializar el arte

–¿Por dónde van sus inquietudes actualmente?

–Siempre estoy alrededor de las mismas cosas, porque no dejo de pintar, de trabajar en la obra gráfica, en la computadora y la escultura. Entonces, se enriquecen, se complementan, de unas a otras.

Para Silva, socializar el arte, hacerlo un bien común, sacarlo a la calle; convertirlo en audaz aventura de la imaginación; juntarlo con la piel del hombre, que transite, con su ritmo, su voz, su angustia, con la luz del sol, con los ruidos de la ciudad, con los anuncios luminosos, puede ser una vía que nos conduzca a nuevas, propias y quizá universales soluciones para crear arte hoy.

En la organización de la muestra participan las fundaciones del Centro Histórico, Carlos Slim, la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí, el Museo Federico Silva y la autoridad del Centro Histórico de la ciudad de México.