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Guerra a Libia

El destino de la ciudad puede decidir el resultado militar de la confrontación civil

Kadafi, obsesionado por capturar Misurata
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Rebeldes libios cargan un camión con municiones en la periferia de AbiyánFoto Reuters
The Independent
Periódico La Jornada
Domingo 17 de abril de 2011, p. 23

Misurata, 16 de abril. El coro matutino llegó a tiempo: estruendo de misiles al estallar, edificios quemados, matanza y mutilación. Fue el principio de otro día en Misurata, la ciudad cuyo destino podría decidir el resultado militar de esta brutal guerra civil. El sitiado y aporreado bastión rebelde se ha vuelto la Stalingrado libia. La caída de Misurata no sólo sería un enorme triunfo para Muammar Kadafi, sino que terminaría con una significativa oposición a su régimen en el oeste del país.

Es tener semejante desafío y determinación a sólo 240 kilómetros del asiento de su poder en Trípoli lo que parece enfurecer al dictador. Los ataques diarios con cohetes y artillería se realizan con saña y sin distinción: destruyen viviendas y matan o dejan baldados a civiles. Más de 200 ataques se han lanzado entre ayer y hoy, en los que 40 personas han perecido y 105 han resultado heridas.

Aun bajo las normas de Misurata, el bombardeo de este fin de semana ha sido de particular brutalidad. Los misiles dieron en zonas residenciales, en una escuela y una calle donde se había formado una fila frente a una panadería. Pobladores que esperaban el pan escaparon a la carnicería original y corrieron a un garaje en busca de protección, pero la siguiente descarga dio en la entrada y desató un incendio del que no pudieron escapar. Entre las víctimas estuvieron una mujer de 33 años y sus dos hijas, de menos de 10.

Los funerales se llevaron a cabo en un campo de juego infantil que se ha convertido en el cementerio improvisado del distrito de Ghasr Ahmed, donde ocurrió la mayoría de las bajas. Ahmed Wahid Nesri se encaminaba allá para sepultar a su hijo Amar, quien venía corriendo a casa cuando lo abatió una esquirla. “El cuerpo quedó cortado en varias partes –relató–. Espero que la muerte haya sido rápida, porque si no, debió sufrir mucho. No podía dejar que su madre lo viera. Quién sabe cuántos más terminarán así. ¿Cuánto tiempo durará esto?”

No hay respiro en los intentos de Kadafi por doblegar a Misurata. Una y otra vez sus hombres tratan de cortar la única línea de suministros de la ciudad, su acceso al mar, y son repelidos en encarnizados ataques callejeros. Siempre hay el temor de que, por su superioridad numérica, las fuerzas del régimen acaben por irrumpir en el complejo portuario y apoderarse de él, pero los revolucionarios tienen ventaja en un terreno urbano que conocen bien. Y, a diferencia del este del país, donde las ineptas fuerzas rebeldes han huido, los combatientes de Misurata son recios y están bien organizados.

Miembros de la resistencia local refieren un reciente intento de Bengasi por enviarles ayuda. Un grupo de 30 combatientes voluntarios Shabaab de la capital de Libia libre había llegado para mostrar a los locales cómo llevar a cabo su campaña. A las 48 horas de su primera experiencia de insurrección estilo Misurata, ya estaban de vuelta en su tierra. Su partida tuvo lugar luego de una visita a la calle Trípoli, que ha llegado a ser un punto central de enfrentamiento. Parte de esa larga vía se volvió un callejón de francotiradores del régimen libio, que estuvieron disparando contra los civiles hasta que quedó desierta. Otras arterias son territorio libre para ambos bandos; en ellas los devastados edificios cambian de manos continuamente. En algunas tiendas todavía quedan existencias, como en una de deportes donde se pueden observar banderines del Manchester United y el Chelsea.

Un combatiente, Ashraf Ibrahimi, se esforzaba por enfatizar la gratitud de los revolucionarios por los ataques aéreos de la OTAN. Pero en verdad necesitamos más. Es una lucha desigual. A Occidente le interesa que Misurata siga viva. Kadafi dice que la revolución es de Al Qaeda; es una estupidez. En Misurata tenemos la tasa de alfabetismo más alta del país. Aquí nuestras discusiones son sobre si tendremos un sistema estilo europeo o estadunidense cuando seamos una democracia.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya