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Valle de Chalco Solidaridad

No se puede aislar la política social de la económica: Carlos Rojas

Pronasol, la apuesta que perdió el gobierno federal
 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de abril de 2011, p. 3

A 21 años de que el ex presidente Carlos Salinas de Gortari puso en marcha el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) en Valle de Chalco, la pobreza se mantiene en ese municipio de 332 mil habitantes.

En su toma de protesta como presidente de la República, en diciembre de 1988, el priísta anunció el Pronasol con acciones de alimentación, vivienda popular con crédito ágil, procuración de justicia, apertura y mejoramiento de espacios educativos, electrificación de las comunidades, agua potable, infraestructura agropecuaria, salud y reforestación.

Con el estigma de ser un programa electorero, de acuerdo con planteamientos de analistas y partidos políticos en aquellos años, Valle de Chalco, ubicado en la zona conurbada de la ciudad de México, fue su punto de arranque. Allí, en las elecciones de 1988, el PRI únicamente obtuvo 28 por ciento de sufragios, y la opción de izquierda que representaba el Frente Democrático Nacional, con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano como candidato, logró 63 por ciento.

A principios de los años 80 esa localidad –a la cual también se le llamaba cuna de Solidaridad– tuvo un crecimiento poblacional anual de 17 por ciento. En menos de una década aparecieron 100 mil viviendas en medio de grandes extensiones de tierra, sin pavimentación, luz, drenaje y agua potable. No había policía. Sólo una que otra escuela, recuerda Carlos Rojas Gutiérrez, uno de los principales operadores del programa.

Las familias que se asentaron en la zona provenían de entidades como Oaxaca, Tlaxcala, Puebla o de otros municipios conurbados, entre ellos Nezahualcóyotl o Ecatepec. Buscaban casa propia. Desde entonces, como ahora, la mayoría de los habitantes se desplazan diariamente al Distrito Federal para trabajar.

Valle de Chalco fue una apuesta, y a más de dos décadas de distancia los problemas de pobreza no se resolvieron con el Pronasol, admite Rojas Gutiérrez. No se puede aislar la política social de la económica. Desde entonces hemos tenido una política económica depredadora de los pobres. No se solucionó la pobreza, hubo avances en la calidad de vida, señala en entrevista.

En ese programa hubo una inversión fuerte –40 mil millones de pesos– en seis años, pero modestísima con lo que se destina actualmente limosneando a la gente. Lo que se asigna a Oportunidades cada año es lo que se orientó al Pronasol en seis, precisa Rojas Gutiérrez, quien fue titular de la Secretaría de Desarrollo Social entre 1994 y 1998, y en 2009 fue designado por el Partido Revolucionario Institucional delegado especial para las elecciones en Valle de Chalco Solidaridad.

El Pronasol tenía acciones de bienestar social, entre ellas de salud, alimentación y educación. Después el gobierno de Ernesto Zedillo dio prioridad a una línea: Niños en Solidaridad, que más adelante se convirtió en el Progresa, y desde 2001 en Oportunidades.

El Pronasol dio paso a los primeros programas de lucha contra la pobreza y significa una ruptura entre las políticas social y económica. Antes la idea de superar la pobreza era mediante el crecimiento de la economía, generando empleos y llevando educación, explica Araceli Damián, investigadora de El Colegio de México.

Para enfrentar la pobreza urbana, en la década de los 70 había redes de solidaridad, pero en la crisis de los 90 la gente ya no contó con ellas. Consistían en ayudas que se daban los vecinos para hacer frente a situaciones extremas, pero ahora priva la desconfianza. No se conocen ni se hablan.

Es en las zonas urbanas pobres donde se encuentran altos niveles de obesidad y hay un ambiente de violencia por no tener expectativas. Los padres temen que a sus hijos los agarre una banda o los involucren con la delincuencia. La posibilidad de vivir sin violencia se vuelve difícil, agrega.

Otra diferencia entre la pobreza urbana y la rural es que, mientras en la primera el autoconsumo permite a la gente sobrevivir, en las ciudades es una situación más aguda, sobre todo por las condiciones de vivienda, considera Juan Martín Pérez, director de la Red por los Derechos de la Infancia.

Indica que la población de Chalco y otras zonas urbanas pobres padece exclusión social, porque no es lo mismo decir que es de ahí que de la delegación Benito Juárez. Hay discriminación por el origen y la condición social. Quizá ahora sus pobladores tengan más ingreso que hace 20 años, pero ello no hace a un lado la exclusión.