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El árbitro Garza detuvo la pelea en el octavo asalto

Sin agitarse, Sosa se impuso por nocaut técnico al japonés Horikawa
 
Periódico La Jornada
Domingo 3 de abril de 2011, p. a39

Era una pelea de preparación y nada más. El ex campeón Édgar Sosa enfrentó y venció sin agitarse a un rival que desde su llegada se le cuestionó su potencial con los puños. El japonés Kenichi Horikawa hizo lo que se esperaba de él, fue un esparring con buena técnica.

Desde que subieron al cuadrilátero, ayer en la Arena México, exhibieron el rol que cumplirían durante el combate: Kenichi llegó como el peleador en el que nadie cree. Por eso buscaba cualquier cosa que lo hiciera parecer un retador seguro e insolente, no un kamikaze que viajó miles de kilómetros para una muerte segura.

Subió acompañado de un rock que parecía salido de un videojuego y una cinta que recordaba más a un piloto suicida.

Luego, el protagonista, el anfitrión de la noche, Sosa recurre al repertorio cliché de los peleadores. Alguna pieza salida del cine de campeones. Los fuegos artificiales, la música de Queen, le dan el toque que busca. Sube al enlonado como monarca. No hace ni un año que perdió el título mundial minimosca luego de un artero cabezazo del filipino Rodel Mayol.

Al principio, la gente se desespera ante un asalto de estudio; es decir, un primer episodio donde más que calcularse parecen simular una coreografía inofensiva. La gente es impaciente, un desesperado de la sangre le grita: Que vivan los novios.

Sin embargo, al terminar, cuando apenas se metieron un puño de cada parte, el japonés empieza a sangrar de la nariz. Al fin, carajo, grita el obsesivo a la sangre.

Cuando empiezan a tratar de acercarse, ante la insistencia del público aguerrido, inicia otra pelea, esta vez en las butacas. Dos hombres envalentonados por el ambiente de gladiadores y por la cerveza doble empiezan a cruzar puños sin guantes. Otra vez el público es inclemente: “Esta pelea está mejor que la del ring”, escupe otro espontáneo.

Cuando la acción regresa al cuadrilátero el japonés ya tiene el rostro entintado: no sólo sangra por la nariz, porque los guantes de Sosa le han abierto brutalmente la ceja izquierda.

El réferi Frank Garza detuvo la pelea en el octavo asalto. Consulta al doctor Ramírez Mercado, quien niega que siga el suplicio. Se acabó el combate pese a la negativa del japonés. Sosa retuvo el cinturón internacional mosca del CMB, en una sesión inmejorable de entrenamiento rumbo a un nuevo campeonato del mundo.