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Ante Horikawa pelearé como si fuera el rival más difícil

El robo de mi título me hizo ser un boxeador desconfiado, dice Sosa
 
Periódico La Jornada
Viernes 1º de abril de 2011, p. a17

El ex campeón del mundo Édgar Sosa es desconfiado. El mundo del pugilismo lo hizo así, cauteloso. No deja de voltear a mirar por encima de su hombro, porque en este negocio –dice– no puede creerse del todo a la gente.

El 21 de noviembre de 2009 el filipino Rodel Mayol le asestó un cabezazo que le fracturó el rostro. La carrera del entonces monarca minimosca del Consejo Mundial de Boxeo se tambaleó: el réferi no descalificó al aspirante y dejó que el combate continuara.

Poco después Sosa, con la cara rota, no resistiría más y decretaron nocaut técnico en favor del infractor. No acabó su carrera por esa lesión, pero perdió el título en medio de la polémica. Nadie protestó para apoyar al mexicano.

Luego de siete meses de inactividad volvió a los cuadriláteros y camina con paciencia para recuperar lo perdido. Después de ese percance aprendió a esperar, a acechar una nueva oportunidad para un título mundial.

Ganó un cinturón internacional del CMB, en peso mosca, y ahora busca el cetro del orbe en esa división, en poder del tailandés Pongsaklek Sitkanongsak.

No volverá a sorprenderlo un peleador como Mayol, asegura. Aprendió que la esquina debe estar atenta y concentrada en los pormenores del combate.

Ahora soy un ex campeón y un aspirante muy desconfiado... desconfío de todo, confiesa Sosa durante la conferencia previa la pelea de este sábado contra el japonés Kenichi Horikawa.

Esa suspicacia lo hace tomar con cuidado las sospechas de que su rival, a quien enfrentará en la Arena México, sólo es un trámite, un contrincante sin riesgos para administrar su camino rumbo al campeonato mundial.

El asiático no queda bien librado en el papel. Fue noqueado dos veces el año pasado y acumula nueve derrotas. Sólo ha ganado por la vía corta en dos ocasiones y otras dos por nocaut técnico. Es decir, se trata de un peleador con pegada tímida.

Sosa sabe bien de esos antecedentes y no teme que enrarezcan este combate, porque para él cualquier peleador puede dar la sorpresa.

Es cierto que un récord que no es tan vistoso te da un poco más de tranquilidad, pero no puedes caer en excesos de confianza, dice otra vez sobre esa disposición que le arrebataron de un testarazo.

“Mayol venía de perder las decisiones con Iván Calderón, había caído ante los mexicanos Ulises Archie Solís y Adrián Hernández. Todos pensaban que era una pelea de trámite, pero, ¿cuál...?: nos arrebató el título mundial de una una forma ilegítima, con artimaña, pero nos lo quitó”, recuerda.

Hay que llegar como si fuera el adversario más difícil –agrega–, porque el récord dice algo importante de la trayectoria de un pugilista, pero existe más de un caso en el que pueden ocurrir sorpresas desagradables.

Pelear con alguien que no tiene potencial en el papel no te puede hacer bajar los brazos porque puedes tener un descalabro, dice.

Hay menos inquietud antes del duelo, pero no confianza: insiste sobre lo que perdió ante Mayol. Si acaso la certeza de que ante un peleador que no parece tan agresivo Sosa tiene el compromiso de lucirse ante su público.

El contrincante, mientras tanto, parece confinado en un archipiélago, lejos de esta conferencia en un idioma que no entiende. Esta en silencio con la vista clavada en ninguna parte.

Cuando le preguntan sobre la impresión que se tiene de él, de que es un rival a modo, dice algo que su traductor explica: Quiero hacer todo lo contrario a lo que la gente piensa de mí. Luego se queda otra vez callado.