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Werner Herzog dio una charla en el 26 Festival Internacional de Cine de Guadalajara

“Siempre vuelvo a Pedro Páramo, puedo repetirlo de memoria”

Sugirió por igual la tv que la literatura: hay que ver hasta lo feo; quien lee gana el mundo

Desde hace 10 años planea filmar la conquista de Tenochtitlán, pero nadie ha querido invertir

Enviado
Periódico La Jornada
Sábado 26 de marzo de 2011, p. 6

Guadalajara, 25 de marzo. Los ojos verdes del director alemán Werner Herzog devoran todo lo que ven, todo lo que observan, al contrario de cuando se le escucha hablar: cada palabra que emite parece tener encriptado un arsenal cinematográfico, que lo mismo se degusta en conjunto que por separado: “Siento mucha afinidad con Joseph Conrad, Hemingway y Juan Rulfo, quien viajó por México vendiendo neumáticos y era un gran escritor. Para mí, Pedro Páramo es la pieza más fina, no sólo de la literatura mexicana, sino de toda Latinoamérica. La experiencia de la poesía detrás de esa obra es una visión muy profunda; Pedro Páramo es el libro al que regreso siempre; puedo repetir sus pasajes de memoria”.

El cineasta se encuentra en esta ciudad para participar en la edición 26 del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, donde ayer dictó la conferencia Viaje en búsqueda de la rareza, dentro de la sección Talent Campus; en ella, el sofisticado e influyente director agregó: “Siento que como cineastas hay que llevar esta poesía; cuando escribo un guión lo visualizo entero, veo cómo está en pantalla, por eso escribo muy rápido, escribo uno en dos días y medio y otros tardan una semana, a lo mucho; pero como calentamiento leo a poetas chinos de hace mil años, y a poetas alemanes. Me voy a la poesía y de repente surge la inspiración para escribir un guión.

Apuntes de Buñuel

“Uno de los requisitos para los aspirantes a la escuela de cine que abrí es que me envíen una película y otro es leer una lista de obras, que incluye antigüedades romanas, antologías de poesía islámica y nórdica; también hay un cuento corto de Hemingway y Crónica verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo... si no leen todo esto, no los admito.”

En otro momento de la charla, el director de Aguirre, la ira de Dios, dijo: “Buñuel es uno de los grandes cineastas; siempre trató de descubrir la condición humana y de leer el corazón de las personas. Buñuel vio el contexto social, como en Los olvidados, mi favorita.

“Siempre he admirado su trabajo; de alguna manera, aunque es tan diferente de lo que hago, al mismo tiempo resulta familiar; está muy cercano a mi corazón, y creo que quienes intentan hacer películas tienen que hacer algo básico: ver el cine de los grandes, como Buñuel, para tener una visión amplia, pero a la vez seguir su instinto, sobre todo en este tiempo, donde se pueden hacer películas con 3 mil dólares; o sea, no hay excusa para hacer cine. Hay que tener los ojos y oídos bien abiertos para entrar en la mente del público.

Siempre he sido curioso y no me da pena decir que soy el único cineasta profesional que ha filmado en los cinco continentes incluso Antártica. Cuando acabe en el Guinnes (comenta en broma) será mi fin, pero mis búsqueda de imágenes me han llevado por todos lados.

Foto
Para Herzog, Rulfo es de lo más fino que hay en LatinoaméricaFoto Arturo Campos Cedillo

Mientras el público permanecía hechizado con sus palabras, Herzog agregó: “Hay que ver todo, hasta lo feo; incluso la televisión. Cuando hablé sobre el fenómeno que fue la muerte de Ana Nicole Smith no podían creer que lo dijera públicamente; había algo en ella, detrás de su impresionante vulgaridad, había algo más grande. Era el sueño vulgar colectivo que tiene que ver con el ideal de belleza, que se conforma primero en la mente de los camioneros y después se extiende a la cultura regular.

“A todos mis estudiantes les digo que qué bien que deseen estudiar cine, pero los cuestiono, les pregunto por qué no van a ganar dinero a un table dance o como falsificadores de documentos, como yo en Fitzcarraldo; en Perú, un militar me disparó con un M-16, porque –dijo– no se podía pasar, menos filmar ahí, así que le dije que le iba a traer el permiso de su superior para realizar la película. Yo hice el documento, bellísimo, cuatro páginas, con una firma hermosa del presidente, la del secretario de Estado y con todo tipo de sellos, pero el más espectacular estaba en alemán, que decía: ‘si quieres comprar los derechos de esta fotografía contacta al fotógrafo’, y se la creyeron, y me dejaron filmar; por eso pudimos terminar la película, si no, nunca hubiera visto la luz”.

La conquista, aún entre sus planes

Herzog recomendó a los estudiantes de cine, a quienes iba destinada la charla: “El que lea gana el mundo; por ejemplo, el papa Benedicto XVI ya abrió su Facebook y mencionó que Twitter también era bueno, pero previno sobre el peligro de las redes sociales, que no pueden sustituir el contacto físico humano; soy de los pocos que ama al público por su profundidad; es terrible para las relaciones públicas, pero es el Papa más profundo que hemos tenido desde hace dos siglos”.

Finalmente, Werner Herzog se refirió a su proyecto de llevar a la pantalla grande la conquista de Tenochtitlán: “Mucho de lo que sabemos de la conquista se basa en los textos de Bernal Díaz del Castillo y en lo que está contenido en el Códice Florentino; esto siempre se ha quedado en proyecto, porque quería basarla en la perspectiva de los aztecas, que de repente conocen a los españoles... se les debe haber hecho como si ahora nosotros conociéramos a los alienígenas. Este proyecto es muy caro; nunca nadie lo ha querido financiar. Con gusto lo haría mañana, si mi película recaudara 200 millones en Estados Unidos y 500 en el resto del mundo, creo que sólo así me llegarían ofertas para financiarla. Es un proyecto que se me ocurrió hace más de 10 años y no he abandonado; como tengo una inteligencia callejera, sé que mientras llegue puedo seguir haciendo películas, y en esa espera he realizado 20 más”.