Opinión
Ver día anteriorMiércoles 23 de marzo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Astillero

Tropiezos de Peña Nieto

Desmemoria, injusticia y alianzas

Del Mazo, Huixquilucan, narco

Encinas, en la recta final

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ATAQUE EN JALISCO. El agente de la Policía Ministerial federal Juan Rafael Villalobos Mora resultó herido, al igual que uno de sus hermanos, mientras que una persona murió, luego de ser atacados en el estacionamiento de un restaurante en la carretera a Zapotlanejo. Según declaraciones de los heridos esperaban la apertura del restaurante, en el que comerían después de haber hecho una diligencia en el penal de Puente Grande, a donde llevaron a un reoFoto Notimex
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in libretos, cámaras y micrófonos finamente arreglados mediante publicidad desbordante para garantizarle lucimientos cómodos, Enrique Peña Nieto se tropieza casi por sistema y acaba mostrando con extraordinaria nitidez sus limitaciones políticas, a veces cayendo a niveles tan primarios que causa preocupación a los manejadores de su precampaña presidencial que entre sus previsiones fundadas tienen la de esperar una feroz acometida mediática y política contra el puntero en las encuestas y aparente candidato tricolor imparable.

Uno de sus mayores éxitos en cuanto a visitas en Internet es el video en que el periodista Jorge Ramos le pregunta, para Univisión, el nombre de la enfermedad o mal que llevó a su primera esposa a la muerte, ante lo cual el gobernador del estado de México parece turbarse o inquietarse o, cuando menos, enredarse y olvidar la denominación formal de lo que era de suponerse habría de recordar sin problema. Otro punto alto de su expediente negativo está en el caso de la niña Paulette Gebara que un año atrás murió de una extraña manera que, sin embargo, terminó oficialmente consignada como resultado de extraños ocultamientos infantiles en un minúsculo hueco de una cama, lo que generó a escala nacional una extendida incredulidad sobre el resultado judicial y sobre la eficacia gubernamental.

En el terreno netamente partidista y electoral, Peña Nieto tampoco ha exhibido sapiencia ni buenos resultados. Hizo que uno de sus funcionarios firmara, cual primerizo, los acuerdos de Bucareli con Fernando Gómez-Mont que canjearon votos priístas en San Lázaro por abstención panista de participar en las alianzas con el PRD que actualmente van viento en popa, al menos desde el punto de vista del chuchismo y el calderonismo. Y ahora está por ejecutar la máxima suerte del priísta clásico: el dedazo para designar sucesor o, cuando menos, candidato oficial a la sucesión. Hasta ahora, ha pretendido circunscribir las posibilidades a un quinteto cercano a él, en algunos casos por razones familiares (como él lo es respecto a quien lo designó por dedazo, su tío Arturo Montiel, a quien protegió al máximo) o de pertenencia a una suerte de juniorismo estatal que, según las versiones mayoritarias en curso, podría llevar a la selección de Alfredo del Mazo Maza, presidente municipal de Huixquilucan, la demarcación conurbada con el Distrito Federal donde han tenido asiento e impunidad varios jefes nacionales del narcotráfico (unos pocos de ellos, detenidos por fuerzas federales) y donde el poder económico torció con escándalo el curso judicial del asunto de la niña Gebara.

Ayer, sin embargo, asomó una pequeña piedra en el zapato de candidatura única con el que Peña Nieto pretende resolver la contienda priísta local. La presidenta municipal de Naucalpan, Otilia María Azucena Olivares Villagómez, anunció que pretende anotarse como aspirante a la candidatura tricolor en el estado de México. Desde luego, puede ser una jugada de primaria para conseguir ganancias futuras en negociaciones que hoy la convenzan de someterse a la línea única que pretende imponer el precandidato a la Presidencia. Y, en caso de sostenerse en su postulación, la alcaldesa podría ser legalmente hecha a un lado mediante el artilugio de las alianzas con otros partidos que, por tales circunstancias especiales, permiten desdeñar pretensiones internas de militantes de cada organización.

Pero justamente de una condición azarosa de ese tipo, de distanciamientos, malos entendidos, despechos y renuncias en el PRI, se constituye una de las extrañas vertientes con que el PRD y el PAN sostienen su cada vez más forzada intención de aliarse en aquella entidad (en particular, se habla de las posibilidades de Humberto Lira Mora o Mauricio Valdez, sin que parezcan haber avanzado las exploraciones con ellos). Carentes de cuadros de primer nivel (que parecieran naturalmente encaminados a una candidatura aliada), las dirigencias panista y perredista esperan con avidez el surgimiento de una fractura en la clase priísta mexiquense que les permita hilvanar a botepronto una postulación con mejores perspectivas de triunfo que las que hoy les dan, a los blanquiazules, el yunquista Luis Felipe Bravo Mena o el políticamente lánguido senador Ulises Ramírez, y a los del sol azteca... nadie, en realidad, pues salvo Alejandro Encinas, que no acepta ir en alianza con el PAN, no hay ninguna figura viable (y, en un descuido, ni el propio Encinas, cuya eventual postulación, ya fuera solamente por el PRD o, en arreglos de última hora, por el PT y Convergencia, aún tiene en su itinerario una cita con el poder electoral para definir las objeciones legales a su presunta residencia en el estado de México).

Sin embargo, en esa apuesta a la nada, en ese afán por ganar a nombre de otros lo que se pierde con los propios, la nueva dirigencia del PRD (que en esencia es la misma: Chucho uno, Chucho el otro) se empecina en sostener el compromiso de explorar este domingo, en una encuesta con grandes riesgos de distorsión, las posibilidades de aliarse con el PAN. Va porque va, dijo ayer el siguiente Chucho, Zambrano de apellido, con un aire ejecutivo que ciertamente demuestra que se sabe cumplir con obligaciones contraídas aunque se pierda en ello la posibilidad de reconstitución interna y la recuperación de una opción de triunfo real de la izquierda, si finalmente se abriera el camino a Encinas bajo banderas solamente izquierdistas o paraizquierdistas, pero no blancas y azules. El tiempo de las definiciones ha llegado así a un Encinas que ha podido sobrevivir a presiones internas, tentaciones externas y un zigzagueo táctico que parecería necesario a la luz de las circunstancias. No va con el PAN, pero tampoco iría sin el PRD, ha dicho. Ahora se sabrá si irá con el lopezobradorismo moreno, y se fortalece como uno de los liderazgos más importantes de ese movimiento necesitado de cuadros fuertes (aun cuando perdiera los comicios estatales, o le negaran el registro), o se queda en el camino. ¡Hasta mañana!