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Ver día anteriorDomingo 20 de marzo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A la Mitad del Foro

...Pero unos somos más iguales que otros

E

n el vacío. En busca de los 480 mil millones de pesos del hoyo negro anunciado hace un año por Hacienda y que nunca existió. En medio del enésimo fin de semana largo, sin que se haya dado nunca la semana de 36 horas, con su fin de semana inglés. Con la primavera y el natalicio del Benemérito de las Américas y la expropiación y nacionalización del petróleo como extremos que se tocan: Felipe Calderón preside los festejos del 18 de marzo en Ciudad del Carmen y acude al derecho natural para decirnos que Petróleos Mexicanos no es patrimonio de un gobierno, de un partido ni de un grupo político, es una empresa que pertenece a todos los mexicanos.

Sí, efectivamente, pero no por un acto de Dios; ni del diablo que nos escrituró los veneros del petróleo. Por eso rodeaban a Felipe el guerrero tantos gobernadores priístas. Por eso hubo de entonar loas el panista michoacano a su paisano Lázaro Cárdenas. Y escuchamos al heredero de un partido que nació para combatirlo, hacer público reconocimiento del liderazgo, patriotismo y visión de futuro del general Lázaro Cárdenas, General de América, llamó Pablo Neruda al gran expropiador del petróleo, a quien defendió el derecho, impuso el imperio de la ley para restablecer la plena soberanía nacional sobre la propiedad del subsuelo. Lástima que dos de los 10 oligarcas en cuyas manos se concentra 12 por ciento del producto interno bruto (PIB), de la riqueza generada por todos esos mexicanos a los que se refirió el presidente Calderón, lo sean por la explotación privada de fundos mineros, del oro, la plata, el cobre.

Del petróleo todavía no. En la confusión del entretiempo afloran los resabios de la reacción y los legisladores panistas sentencian que los mexicanos deificaron a Juárez y el liberalismo impuso el laicismo como dogma; se enturbia el entendimiento de quienes abanderan las causas de la izquierda y se dispersan, como fugitivos de una derrota, líderes y dirigentes partidarios que, discreta, tímidamente, acuden a distintos y distantes puntos, ante estatuas y bustos de jardines con aires decimonónicos, a conmemorar el 18 de marzo. Menos mal que Cuauhtémoc Cárdenas no ha perdido la querencia y puntualmente acudió a montar guardia en el Monumento a la Revolución. ¿Quién diría que el tocayo del joven abuelo iba a integrar la vieja guardia? El homenaje no es gesto protocolario: es compromiso político, partidario, con las causas del pueblo, con un proyecto de nación cabalmente soberana:

Hoy 18 de marzo, 73 aniversario de la expropiación petrolera decretada por Lázaro Cárdenas, no puede dejarse de señalar la inconstitucionalidad de los contratos de servicios para evaluación, desarrollo y producción de hidrocarburos. A los que también se les conoce como de servicios integrados y más comúnmente como contratos incentivados que está por adjudicar Petróleos Mexicanos: sobrio, escueto, firme testimonio del hijo del general. Mientras, bajo otra estatua, Alejandro Encinas anuncia la dispersión tribal: habrá dos candidatos de la izquierda en las elecciones presidenciales de 2012; a la sombra de Gustavo Madero, Jesús Ortega subordina la apariencia ideológica a la realidad táctica. Y En Tula, Hidalgo, Andrés Manuel López Obrador ofrece modernizar, producir, refinar, rescatar Pemex, cuando sea presidente.

En Ciudad del Carmen compartieron disgusto los conservadores del PAN, los moderados del PRI y los radicales del PRD-PT-Convergencia y anexas; compañeros de lecho y algo más en lo que hace a su visión contestataria y condenatoria del sindicalismo. Nada los conmueve. Ni las movilizaciones europeas, ni la imponente manifestación de Wisconsin, ni el apoyo in- ternacional al líder de los mineros Napoleón Gómez Urrutia, ni la tozuda supervivencia del SME al desmantelamiento operado por el poblano converso al panismo, Javier Lozano. Ni los muertos de Pasta de Conchos, de Lázaro Cárdenas, de Cananea. Hablar de autonomía sindical es otorgar patente de corso a bandoleros y sinvergüenzas, insiste aquí una izquierda que repite el juicio de la extrema derecha de Estados Unidos, los del Tea Party y otros que aseguran que Barack Obama es socialista, un marxista infiltrado. Lástima, porque con ese garrote los compañeritos de viaje van a entrampar las iniciativas de reformas laborales en San Lázaro en lugar de debatirlas, mejorarlas y acordarlas en el pleno.

El 18 de marzo carmelita pasmó a los que atribuyen la fuerza sindicalista a la sumisión ante el toque del rey Midas, al recurso demagógico del compromiso histórico, al olvido del origen, o a la voluntad servil de cuanto liderazgo ha habido. Nadie esperaba que en este entretiempo hablara fuerte Carlos Romero Deschamps y sustentara lo dicho con argumentos de la diferencia de clases, con cargos de incompetencia patronal. Pero así habló el dirigente petrolero que todavía es señalado cómplice de triangulación de dinero destinado a la campaña de Francisco Labastida Ochoa, candidato del PRI a la Presidencia en el año 2000 de la alternancia y el arribo de Vicente Fox a lo que hasta entonces era el poder de la institución presidencial. La dura, incontestable crítica hecha por Romero Deschamps, no se redujo a la década del mando panista:

Hoy padecemos, dijo, por los muchos años de una mal entendida estrategia de ahorro que asignó a Pemex presupuestos exiguos y la orilló al endeudamiento para superar la astringencia financiera. Sonrientes, Felipe Calderón, Juan José Suárez Coppel, artífice o artesano de la astringencia financiera, así como José Antonio Meade, novel secretario de Energía, oyeron el rosario de lo inadmisible: No es aceptable que la profesionalidad de los directivos que necesita la industria no coincida con la designación de funcionarios que no cumplen con los perfiles; no es aceptable que se siga viendo a la participación privada como panacea salvadora de la industria y sigamos mantieniendo nuestras capacidades subutilizadas. Ni los años de no invertir en refinación y responder al déficit con importación de gasolinas a un alto costo que compite con los ingresos por la venta de crudo.

Pemex es la mejor manera de defender la soberanía nacional, fue la sorpresiva respuesta de Felipe Calderón. La troika de nuestro pluralismo desprecia al sindicalismo; el corporativismo populista, el del alemanisco empresarial y del salinismo reformista. Pero obsesionados por ser unos más iguales que otros entrampan el cambio de régimen, posponen avanzar hacia una política social de Estado; de uno que no se lamente porque suba el precio del crudo en el mundo, sino deje de ordeñar a Pemex y abandone un orden fiscal en el que más de la mitad del ingreso proviene del petróleo; en el que nos cuestan, 550 mil millones de pesos los llamados regímenes especiales y van a dar a los fideicomisos opacos de Hacienda, 335 mil millones de pesos.

La iniciativa de reformas que el Senado envió a la Cámara de Diputados pretende facilitar el acceso a la economía formal; cambiar para que pague más quien más gana y menos quienes menos ingresos tienen. Pero en el entretiempo afirman que la propuesta de Manlio Fabio Beltrones es regresiva: que no es de izquierda, dice Marcelo Ebrard.

Vale la pena leer el contenido para dar con el sentido de ambas iniciativas del PRI. Y no confundir la oración con el orador. Ahí está lo de Romero Deschamps. Como dicen los italianos: Si non è vero è ben trovato.