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El pugilista argentino quería ser futbolista

Sergio Maravilla Martínez, un campeón en el exilio

Falta Mayweather Jr; quiero ser número uno

 
Periódico La Jornada
Sábado 19 de marzo de 2011, p. a15

Como millones de argentinos, el campeón Sergio Maravilla Martínez quería ser futbolista. Era un joven muy delgado y necesitaba acondicionamiento físico para desarrollarse como jugador del balompié. Entró a un gimnasio para fortalecer sus músculos y ahí empezó a practicar el boxeo.

Alguien descubrió que el talento de aquel muchacho de 18 años de edad no estaba en las piernas sino en los puños. A partir de ese momento Martínez cambió los potreros –esos llanos en donde se fraguan las promesas de la pelota– por los cuadriláteros.

En sólo año y medio como amateur Sergio Martínez ya había ganado 39 peleas, por lo que el siguiente paso lógico era convertirse en profesional. Conqusitó el campeonato nacional y latino, pero las dificultades con la federación local y la historia de su país opacaron su carrera.

Como a tantos argentinos, al boxeador lo mandó al exilio la crisis económica que sacudió a Argentina en diciembre de 2001. El corralito al dinero de los ahorradores, la inestabilidad, cinco presidentes en una semana, manifestaciones, disturbios... fue una época muy mala, recuerda el monarca de los pesos medianos, quien visita México para recibir el cinturón diamante del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).

En medio del caos, Maravilla Martínez peleó contra Francisco Antonio Mora el 2 de febrero de 2002 y con lo que ganó esa noche compró un boleto de avión para buscar suerte en Europa.

Me fui porque sentía que no tenía sentido seguir luchando en Argentina como lo había hecho; no había esperanza de nada, recuerda el peleador aquellos días en los que quiso cambiar de rumbo.

Viajó sin papeles a Italia, pero apenas aterrizó le robaron la maleta en el aeropuerto. Sólo con lo que llevaba puesto empezó su carrera en el exilio, mientras su país parecía que se caía en pedazos.

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Judith Rodríguez y Zulina Muñoz, campeona mundial juvenil gallo del CMB (derecha), aprobaron el prepesaje rumbo a su duelo del próximo viernesFoto Francisco Olvera

Desde el viejo continente me dolía mi nación. Veía la imagen distorsionada de que todo está bien, pero no saben que la realidad es distinta, que Argentina vive en crisis constantemente.

De Italia pasó a España y ahí, lejos de casa, empezó otra vez desde cero la carrera de boxeador en los cuadriláteros europeos. De Madrid a Barcelona, luego de Manchester a Bristol, donde empezó a cobrar notoriedad, hasta que dio el salto a Estados Unidos, donde debutó con la victoria sobre el mexicano Saúl Román en la eliminatoria por el cetro superwélter del CMB.

Consiguió el título interino ante el africano Alex Bunema y le llegó la gran oportunidad al enfrentar al prestigiado campeón de los pesos medianos, el estadunidense Kelly Pavlik, el 15 de abril de 2010. Esa noche Sergio se confirmó como la Maravilla Martínez al destronar por decisión unánime al Fantasma Pavlik. Fue sorpresa hasta para el propio ex monarca, quien ni siquiera consideró necesario tener a un especialista en cortadas en la esquina.

Dos defensas después de aquella noche en que se coronó como campeón del mundo Sergio espera confirmarse como el mejor peleador del momento.

Asegura que le falta un nombre: Floyd Mayweather Jr, a quien podría enfrentar en diciembre próximo.

Quiero ser el número uno, estoy cerca y sé que puedo lograrlo, es mi sueño y eso me mantiene con fuerza, dijo el peleador, quien a sus 36 años de edad ha cumplido sus sueños.

El campeón mundial en el exilio ya no se considera ciento por ciento argentino, porque –dice– está desperdigado por el mundo.