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Revuelta en Magreb y Medio Oriente
Temen libios la venganza de Kadafi; mientras más retenga el poder más fuerte será, dicen
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Mujeres de Bengasi exigen la renuncia de Muammar Kadafi y la imposición de una zona de exclusión aéreaFoto Ap
The Independent
Periódico La Jornada
Jueves 10 de marzo de 2011, p. 26

Bengasi, 9 de marzo. ¿Quieres que tu amigo viva? La pregunta fue seguida por un disparo y luego la línea enmudeció.

Cuando se vio cercado por las fuerzas de Kadafi, el combatiente rebelde Amar Huwayti se metió en una mezquita, marcando desesperadamente el número de un amigo que peleaba cerca, para pedir ayuda. Momentos después, el amigo volvió a recibir una llamada del rebelde atrapado, y lo que oyó fue una voz desconocida diciendo esas palabras escalofriantes.

Los camaradas de Huwayti no supieron si en verdad lo mataron ese día en Bin Jawad o si fue una amenaza en vano. Pero fue suficiente para recordarles que poca misericordia pueden esperar si llegan a caer en manos del enemigo.

Hasta ahora, el coronel libio Muammar Kadafi sólo ha tenido un éxito limitado contra los inspirados rebeldes que combaten para defender las ganancias de un levantamiento popular que sacó al dictador del este del país luego de 42 años. Pero mientras las fuerzas del régimen bombardean sin cesar la ciudad de Zawiya, situadas a unos kilómetros de la capital, Trípoli, muchos temen que si Kadafi llega a someter a los elementos rebeldes del oeste de Libia, dirigirá a sus brigadas de élite hacia el frente oriental.

Si logra derrotar a un ejército rebelde que sólo cuenta con armas ligeras y despeja el camino hacia Bengasi, que está en manos de la oposición, el dictador sin duda cobrará terrible venganza contra quienes se atrevieron a desafiar su poder. En esa ciudad los rebeldes han formado un gobierno interino, designaron un consejo militar y buscan reconocimiento internacional.

Edificios que alojaron los notorios servicios de seguridad de Kadafi y temidas unidades militares han sido incendiados y saqueados, y los ciudadanos libios encuentran su voz luego de años de represión. Parece inconcebible que pierdan esas ganancias. Pero muchos temen que mientras más tiempo siga Kadafi aferrado al poder, más fuerte se volverá.

“Jamás regresará –afirma Salá Umran, combatiente de la ciudad oriental de Durna, haciendo eco a una convicción compartida por muchos–. Pero si lo hace, causará destrucción, matará a todo mundo.”

Umran tiene más motivos que la mayoría para temer. Fue sometido a un brutal interrogatorio y estuvo encarcelado por el régimen durante casi dos años. Su único crimen, dice, fue orar en una mezquita.

Un representante de Naciones Unidas dijo en Ginebra este miércoles que funcionarios investigan ya reportes de torturas generalizadas por las fuerzas de seguridad de Kadafi.

En Bengasi, entre tanto, la atmósfera de euforia se transforma en algo más amenazador. Hace dos días, asaltantes desconocidos lanzaron una granada a un hotel donde se hospedan reporteros extranjeros, y los revolucionarios sospechan que elementos afines a Kadafi volaron un depósito de municiones la semana pasada, acción que causó la muerte de 20 personas. Los rebeldes dicen que los simpatizantes del dictador, de los cuales hay muchos, están en contacto telefónico constante con Trípoli para informar lo que ocurre en el este.

Tales versiones han instigado una sensación de fatalidad entre los rebeldes, muchos de los cuales ven en esto una lucha a muerte. “Aun si recaptura Bengasi, por lo menos habremos descargado nuestra rabia –expresa Faté Majub, chofer de 44 años–. Vine a morir, pero antes de morir quiero llevarme al menos a uno por delante.”

El mismo sentimiento manifiesta Awad Tajouri, muchacho de 16 años que sobrevivió por poco a un ataque de misiles en el cual perecieron seis de sus compañeros de clases que se habían alistado de voluntarios en las fuerzas rebeldes. Contra las lágrimas y súplicas de su madre, él insistió en ir al frente, aun cuando uno de sus hermanos está reportado como desaparecido en Bin Jawad. “Si uno avanza, muere; si retrocede, muere –sostiene–. Es mejor avanzar y morir.”

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya