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Las preguntas que nos hacemos los historiadores son generacionales, dijo Asunción Lavrin

Josefina Zoraida Vázquez llama a terminar con el provincianismo de la historiografía de AL
 
Periódico La Jornada
Jueves 10 de marzo de 2011, p. 4

Ayer las historiadoras contaron sus historias en el Palacio de Bellas Artes. Y tras conocerse las experiencias de cuatro investigadoras latinoamericanas, quedó claro que, después de un arranque incipiente y diverso en la década de los 50 y de varios años de trabajo, existe ya en América Latina una continuidad generacional.

Como parte del congreso La Experiencia Intelectual de las Mujeres en el Siglo XXI, ayer, en la sala Manuel M. Ponce, se llevaron a cabo tres mesas: de filósofas, de politólogas y de historiadoras.

En esta última, participaron la mexicana Josefina Zoraida Vázquez, la estadunidense de origen cubano Asunción La-vrin, la colombiana Ana Catalina Reyes y la argentina Marcela Ternavasio.

Moderadora de la mesa, Zoraida Vázquez (1932), especialista en el siglo XIX y las relaciones entre México y Estados Unidos, predicó con el ejemplo y contó sus comienzos, apoyada por Daniel Cosío Villegas.

Eran tiempos difíciles para estudiar la historia, dijo, pero también habló de la vanguardia que en México representan los estudios históricos en relación con otros países latinoamericanos, así como del enriquecimiento que representó la llegada de intelectuales españoles exiliados a finales de los años 30 y, posteriormente, de sudamericanos.

Y en un planteamiento en el que coincidió Lavrin, Vázquez habló de la necesidad de terminar con el provincianismo de la historiografía latinoamericana, para romper las fronteras nacionales de los temas de estudio y ver los asuntos en sus interrelaciones.

Lavrin (1935) se refirió a una reflexión de Ternavasio acerca de si la historia es ciencia o humanidades.

Tras aclarar que suscribe la segunda opción –aunque hay que seguir ciertas reglas–, compartió que en ella el estudio de la historia se desarrolló de modo personal.

Las preguntas que nos hacemos los historiadores son generacionales, y eso explica por qué la historia va cambiando.

Dijo que comenzó a estudiar historia tras claudicar como literata, pues a final de cuentas la historia es una novela.

Ana Catalina Reyes (1954) compartió que en su país, Colombia, ella pertenece a la primera generación de mujeres que dieron el gran salto hacia la incursión en profesiones intelectuales.

Ternavasio (1960) recordó las dificultades para el estudio de la historia –y de cualquier otra actividad intelectual– durante las dictaduras militares en Argentina.