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Jimena Giménez Cacho y Greg Morton resignifican Vestigios, de Sandra Lorenzano

Poesía y música juntas adquieren nuevos bríos en la sala Manuel M. Ponce

Para la escritora, ambas expresiones toman ritmos que no conocíamos

Mi instrumento se funde con la voz de manera increíble, dice la chelista

Según el músico es espiritual-meditativo

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Domingo poético-musical: un diálogo con Vestigios, se presentó ayerFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Lunes 28 de febrero de 2011, p. a13

Vestigios (Pre-Textos, 2010), poemario de Sandra Lorenzano, ha dado pie a un diálogo poético-musical a cargo de la escritora, la chelista Jimena Giménez Cacho y el pianista Greg Morton, que se ofreció ayer en la sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes, que coincide con la llegada a México, hace 35 años, de la autora de la novela Saudades (2007) tras el golpe de estado en Argentina.

No es la primera vez que Lorenzano y Giménez Cacho trabajan juntas, ya que todo lo que la primera hace tiene carga afectiva. Cuando salió Vestigios se lo envió a su amiga, “un poco con la esperanza de que tuviera ganas de jugar musicalmente con lo que había escrito. Si una de las principales características de la poesía debe ser su ritmo y su musicalidad –decía Antonio Machado, se canta una historia contando una melodía–, ¿qué sucede cuando entra en diálogo justamente con el arte de los silencios y los sonidos que es la música? Eso es tal vez lo que más nos interesó explorar en este trabajo”,

Para Lorenzano, cualquier creación se enriquece enormemente en diálogo con otra: La poesía muestra aristas que en la lectura solitaria pasan absolutamente inadvertidos, y la música tiene ante sí algo que es a la vez posibilidad y reto. Juntas sentimos que encuentran bríos nuevos, significados y ritmos que no conocíamos.

El espectáculo Domingo poético-musical: un diálogo con Vestigios estuvo compuesto por cerca de 10 poemas de los 38 que comprende el libro. Según Lorenzano, la selección correspondió, sobre todo, a los músicos, quienes escogieron poemas que respondían sonoramente a lo que se quería hacer. La primera vez que se montó fue en noviembre pasado, en la librería Rosario Castellanos. En esa ocasión hubo gente que habló, hoy no; entonces, añadimos más poemas.

Giménez Cacho explicó en entrevista que su atracción por el género viene de que, de niños, mi papá nos obligaba a leer poesía. Alucinábamos aquel momento los domingos, como que era muy pesado para un niño, pero mi papá nos forzaba. Ahora me doy cuenta del gran beneficio del esfuerzo que hacía mi padre. Luego, aparte está el chelo, que se funde con la voz de manera increíble. Con un par de años de trabajar con Morton, la chelista dijo que la música del espectáculo es nuestra. Hay mucho de improvisación, pero está armado de manera muy específica.

–¿Qué le provoca la poesía de Sandra?

–Mucha sensualidad. Hay un gran erotismo, como una cosa de silencio, que es lo que más me encanta. En los poemas se menciona todo el rato silere, de silencio. Me provoca gran tranquilidad, algo sensual y profundo.

Radicado en San Miguel de Allende, para Morton resulta mágico tocar con una gran chelista como Jimena. Relacionado con el budismo durante muchos años, describió su acercamiento como espiritual meditativo, ya que trato de estar presente en lo que sucede en el acto de tocar, movimiento, sonido y vibración, y no ser demasiado conceptual respecto de como quería que sonara.

Es una lástima que tras la remodelación de la sala Manuel M. Ponce hayan retirado las butacas que tradicionalmente ocupaban los medios de comunicación. También es lamentable la actitud intolerante del personal del recinto hacia la labor de la prensa.