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El autor presentó el libro de relatos en el Palacio de Minería

Explora Vicente Quirarte los tonos del amor en Morir todos los días
 
Periódico La Jornada
Lunes 28 de febrero de 2011, p. a11

Para el poeta y ensayista Vicente Quirarte, la literatura cura la pasión de amor, porque permite explorar ese lado oscuro y luminoso del ser.

En el libro Morir todos los días, el autor reúne 12 relatos donde están presentes el erotismo, la desesperanza, la carga sensual de la vida, la locura y la obsesión.

El amor tiene esa dualidad extraordinaria: estar ante otro ser y convertirnos en un espejo que nos hace brillar con luz inédita, pero al mismo tiempo nos hace ser proclives a la caída, expresa el escritor.

Los protagonistas de Morir todos los días –editado por Joaquín Mortiz– viven bajo el domino del amor y se entregan a él porque no tienen remedio; esto los engrandece, aunque una y otra vez parezcan ser vencidos.

Jaime Sabines los llama los amorosos, no los enamorados, porque están proclives a ser mordidos por la bestia. Luis Cernuda dice que el amor es el tierno monstruo rubio, y aquí está otro de los ejes de por qué nos dejamos morder por el amor: porque nos hace diferentes y nos aparta del tiempo cotidiano; nos brinda la eternidad, señala Quirarte.

El libro más reciente del autor, que presentó en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM), tiene como eje temático el deseo de amar aunque en ninguno de los relatos se consagra.

El amor en los personajes de Quirarte está marcado por la necesidad de unirse a otro ser a través de la transgresión o de la pasión desatada.

La paradoja de amar, de perderse y encontrarse en el otro, es el enriquecimiento repentino que nos proporciona esa iluminación y la inexplicable pobreza en que nos deja una vez clausurado el relámpago.

Los protagonistas de los cuentos van desde un adolescente que se enamora de su prima y descubren juntos la ciudad, hasta un joven que disfruta correr para conocer su cuerpo.

Otro de los elementos que unifican los relatos de Morir todos los días, es la ciudad, como testimonio de una época y del fervor del autor.

Me gustan las ciudades, particularmente la de México. Nací en el Centro, donde transcurrieron los primeros 16 años de mi vida. Soy como dice José Joaquín Blanco: centrícola; me siento vinculado con el Distrito Federal con todos sus desastres, revela Quirarte.

Las historias amorosas de los personajes se desarrollan en la ciudad. Los adolescentes que visitan el Museo del Chopo en San Cosme; el fotógrafo que se enamora de una modelo y la visita en Nueva York; la relación amorosa de una mujer casada que transcurre en Roma, Ravenna y Venecia.

“La ciudad es otra de mis grandes pasiones. Creo que el amor que sentimos por ella es imposible. Amamos esta ciudad porque es algo irrealizable, un amor fatal al punto de odiarla.

El amor está constantemente presente en mis poemas y obras de teatro. Siempre exploro ese lado oscuro y luminoso del ser: el amor.

Vicente Quirarte considera que el amor es una enfermedad hipocrática que logra curarse tarde o temprano. Lo malo de este sentimiento es la duración, porque se acaba, dice.

Morir todos los días se presentó ayer en la feria editorial del Palacio de Minería; contó con los comentarios de Marví Carisola, María Esther Núñez y Vicente Quirarte.