Opinión
Ver día anteriorMartes 8 de febrero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
Perera: ¡Torero!
L

os aficionados llegamos al coso de Insurgentes, entregados a la mexicana alegría de nunca terminar los festejos. La celebración de las corridas de aniversario se ha caracterizado por los toros de regalo, después de presenciar ocho toros. Estas pachangas nos dejaron una cruda taurina acompañada de un friecito sintomático de la borrachera. Hasta que llegó el tercer toro y Octavio García El Payo rompió la frialdad de la plaza al torear ya relajado, a pesar de alternar con las figuras españolas y nos hizo vivir las delicias del toreo mexicano lento, desmadejado, sintiendo el toreo milímetro a milímetro, con un torito de Barralva que, como todos los lidiados, resultó débil y rodando por el suelo. Mas con un peligro que transmitían al tendido.

Ya con la plaza caliente, la gente se emocionó con los caballos de Diego Ventura y un huracán de luz se desencadenó en el ruedo de la México y ¡por fin! consiguió convencer a medias a la difícil afición mexicana. En especial con dos quiebros de frente obligando a su espléndido caballo blanco a dar el pecho y torear al de Garfias a pitón contrario en dos ocasiones. De una estocada fulminante pasaportó al burel y se llevó dos orejas protestadas. Algo le pasa el rejoneador lusoandaluz que no acaba de transmitir lo que lleva dentro, puesto que es un gran torero.

Y nuevamente en la mexicana borrachera El Payo volvía a recrearnos en la lentitud de su quehacer torero y Arturo Saldívar a no dejarse ganar la pelea. Ambos toreros creo representan el futuro de la fiesta en México. Cuando parecía que todo acababa, Miguel Ángel Perera que había salido con el santo de espaldas, regaló un toro al compás de la última y nos vamos y ha realizado un faenón al toro Brujo en que se embrujó y nos embrujó a todos. El extremeño a este Brujo, quedado, metió en su capote primero y luego la muleta en un torear a milímetros de los pitones que fluía denso e impalpable. Fijo sobre los talones efímeros de lo transitorio. De la misma forma en que no se mueve el río, no se ve, ni se toca, ni se distingue en su existencia invisible. Pero se siente en lo efímero, gracias a la hondura de su torear que lo coloca como uno de los grandes de la torería actual. Lástima que embrujado como estaba, malogró su faena con la espada. La brujería le impidió matarlo. La cruda seguirá toda la semana.