Opinión
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Ruta Sonora

Lo tronador de 2010 (electrónica /I)

L

a electrónica sigue generando sonidos más originales que el rock, lejos de las pistas de baile y los reflectores, y cerca de la exploración. Hoy, la primera parte de lo más destacado del género en 2010, según este apartado.

1. Kevin Drumm. Necro Accoustic. Cinco discos con lo mejor de este artista sonoro de Chicago: noise electroacústico con la inventiva usual de este guitarrista experimental de 1996 (Comedy, con Jim O’Rourke) a la fecha, así como extensas piezas inéditas. Estática, frecuencias perdidas, materiales indescifrables que parecen cobrar vida, torrentes de crujidos y golpes metálicos, cintas que parecen disolverse. Enorme pesadilla sónica, para iniciados en el ruidismo contemporáneo.

2. Keith Fullerton Whitman, Disingenuity/Disingenuousness y Catherine Christer Hennix, The Electric Hapsichord. Empate entre estos dos artistas sonoros estadunidenses. 1. Fullerton. Dos largas piezas: sintes modulares al centro, voces perdidas en cintas ocultas, citan a la música concreta y a la temprana música por computadora, con un gusto más lúdico que caótico. 2. Hennix (nacido Christer, vuelto Catherine): edición inédita de una obra de 1976 (una pieza de 25 minutos), 60 páginas con poesía de su mentor, La Monte Young, y una discusión filosófica sobre el trabajo del anti-artista Henry Flynt. Con teclado electrónico preparado, su ejecución matemática oscila entre armónicos que se multiplican para generar un contemporáneo mantra sónico.

3. The Knife, Mt Sims & Planningtorock. Tomorrow, in a year. Ópera electrónica basada en El origen de las Especies de Charles Darwin, obra del dueto sueco de los hermanos Olof y Karin Dreijer, el productor Mt Sims y la multi-instrumentista Janine Rostron (Planningtorock): ambient, grabaciones de campo y oscuro minimal-pop; blips y estática cual cama para las voces dolientes de Rostron y Karin y de la soprano Kristina Wahlin; cantos disonantes, onomatopeyas, sintes aislados, cuerdas, percusiones discretas... Gran cosa.

4. Flying Lotus. Cosmogramma. Tercer disco del productor Steven Ellison, quien ofrece un pasmoso collage digital que cita a la electrónica de fines de los años 90 (tech, house, d&b), pero recortada y rearmada con blips, dubstep, free jazz y orquestaciones: violines, bajos, arpas. Chulada onírica que recuerda al lounge futurista, llevado a un extremo creativo muy personal.

5. Brian Eno, Leo Abrahams & Jon Hopkins. Small craft on a milk sea. Eno rehúsa vivir de glorias pasadas; incansable, el multidisciplinario artista inglés sigue explorando sonidos, aquí con el guitarrista Abrahams y el electro-productor Hopkins: disímbolos matices que van del ambient paisajístico con brillo, sin caos, a la repetición minimalista, al misterio melódico y a la búsqueda sensorial. Etéreo, orgánico, vital.

6. James Blake. Klavierwerke. Este joven productor inglés emite cuatro tracks con una técnica poco aplicada, acaso desde Burial (Burial 2006; Untrue, 2007), con sello propio: sobre una borrosa base de piano, extractos melódicos de voces soul y R&B entran y salen cual espectros, discontinuos. Una especie de dubstep lento y discreto; percusiones sutiles, teclados entrecortados, diluidos... Una maravilla.

7. Oneohtrix Point Never. Returnal. Daniel Lopatin vuelve con una atasque de sintes análogos y torrentes de ruido cual si transmisiones de otro planeta, que se van aclarando rumbo a un paraje sónico de luz espacial. Flotantes pasajes darán de soñar al escucha, y le harán levitar entre lloviznas estelares e intrigantes avistamientos sonoros. Tremendo viaje ambient de este productor neoyorquino.

8. Salem. King night. Inesperada mezcla de géneros la de este trío de Chicago; su líder, John Holland, fue marcado por prostitución, drogas, hip hop, shoegaze, ambient y rock gótico. El resultado es un nuevo género, drag: caja de ritmos hip-hoperos, coros eclesiales, rapeos en lenta revolución, ecos, fantasmales instrumentaciones, que pareciera fundir a Sunn 0))) con el romanticismo de Cocteau Twins, pero kitschy-trasheado. Original, siniestro, redentor.

9. Sufjan Stevens. The age of adz. El afamado cantante y multi-instrumentista de Detroit expande su exótico indie acústico y arremete con una fabulosa yuxtaposición electro-orquestal: guitarras, cuerdas, flautas, electro-descargas digitales, cantos pop, corales, melancolía existencial-amorosa. Cáustico, juguetón, impredecible.

10. Matthew Dear. Black city. Más conocido como DJ disco-house, ahora emite una especie de avant-pop: canciones de estructura pop y sonido electro-funk, con oscurecidas voces y teclados que se derriten; recuerdan al Lodger (1979) de David Bowie, pero en otra frecuencia. Muy intrincado para ser pop, muy pop para ser experimental.