Las primeras palabras que emite el cantautor español Joan Manuel Serrat al presentarse a la entrevista con La Jornada destilan amabilidad. Quizá se deba a que ofrece una disculpa por llegar retrasado a la charla. Sin embargo, conforme hilvana sus respuestas se descubre que así habla en todo momento: delicadamente.

Su visita a México es para promover su nuevo disco, Hijo de la luz y de la sombra, en el que rinde tributo al poeta Miguel Hernández a propósito del centenario de su natalicio. En la entrevista el músico opinó sobre la situación que vive México, comparó el primer disco homenaje a Hernández con este otro, habló del momento creativo que atraviesa y de su regreso a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) después de 40 años para dar dos conciertos.

Con el entusiasmo alto

–¿Cómo está?

–Estoy bien en lo personal y físicamente. Con el entusiasmo alto por tener la posibilidad de hacer lo que más me gusta. En este sentido y en otros mi vida es muy satisfactoria.

–Musicalmente ¿cómo fue hacer otro disco homenaje a Miguel Hernández, cuando el momento histórico y político no es el mismo?

–Seguramente si alguien me hubiera planteado la posibilidad de hacer otro disco de Hernández, un mes antes de que me metiera en ello, le hubiera dicho que divagaba, que no tenía ningún interés. Lo que ocurrió es que se acercaba la fecha del centenario de su nacimiento. Yo tenía previsto para 2010 hacer unos conciertos con un rincón para Miguel Hernández; no se hubiera entendido celebrar el acontecimiento y que yo, habiendo musicalizado su poesía, y después de haber establecido una relación fraternal con el poeta y su obra, no incluyera un recuerdo por la efemérides.

“Pensé que sería bueno plantear una canción, algo que representara cómo su poesía camina maravillosamente bien con el tiempo y se ajusta a cualquier realidad; entonces me metí a poner música a algunos de sus poemas y lo que ocurrió fue que me gustó mucho lo que estaba haciendo y seguí y seguí y en lugar de escoger dos o tres canciones tenía 20. Entonces me planteé la posibilidad de hacer esta segunda entrega de poemas musicalizados.

“La verdad es que fue un acierto porque a partir de ahí me propuse hacer un concierto distinto de los que he realizado en mi vida: Hijo de la luz y de la sombra, que no sólo es un monográfico de Miguel Hernández, sino que explica la vida y la obra del poeta. La gente se engarza en este recuento y Joan Manuel Serrat cede el protagonismo a Miguel Hernández, quien habla, canta, se dirige a la gente... estos elementos han conformado un concierto fantástico...

Ahora mismo me llamaron de Barcelona para decirme que otorgaron el premio Ciudad de Barcelona de la Música 2010 al disco, galardón muy hermoso que se da en diferentes rubros artísticos. Me alegro mucho de que sea tan reconocido el álbum, porque es un trabajo que ayuda a que la dimensión del poeta y de su obra sea lo más y mejor difundida que se pueda para acercarlo a la gente.

–¿Considera que la obra de Miguel Hernández ha envejecido bien?

–Yo diría que no ha envejecido. Actualmente nos puede tomar de la mano y llevarnos... pero esto pasa con todas las obras buenas: todo el arte bueno discurre a través del tiempo y de las circunstancias con gran facilidad, o sea, no queda atrapado por el tiempo ni por las circunstancias.

–¿Cómo se encuentra en lo creativo?

–Peleando conmigo mismo. La creación nunca pasa por la placidez, siempre pasa por la pelea. Peleo con las palabras para tratar de encontrar la justa, no utilizar cinco. Peleo por encontrar melodías que puedan abrazar esas palabras y que las transporten con facilidad a la gente. Esto exige dedicación, trabajo y esfuerzo, lo que requiere una dosis muy grande de pelea.

–¿Quién gana?

–Lo bueno de pelear con uno mismo es que siempre gana uno. Confío en que gana el que queda más feliz con el resultado más satisfactorio.

Los jóvenes son quienes llevan en andas la música, diceFoto María Luisa Severiano

Pese a la lejanía física, la comunicación es inmediata

–¿Cómo ve a México, desde el año en que se exilió aquí hasta ahora?

–No veo a México desde la distancia; si bien vivo lejos físicamente, eso no hace que lo vea desde lejos, primero porque tengo suficientes amigos para conversar constantemente, discernir sobre un tema que nos importa muchísimo, que es México. Son muchos los medios de comunicación que tenemos para que todo sea muy inmediato.

“Si tuviera que resumir mi visión de México sería: preocupación por los acontecimientos más recientes. Siempre hemos vivido preocupados, pero nunca de forma tan angustiada como la de estos momentos, en los que las salidas no se avistan. El hecho de que la administración diga que el número de víctimas ha bajado de un año a otro no nos tranquiliza nada, porque realmente la angustia y la inseguridad en la que se mueve el mexicano es tremenda. Aparte de este horror que es la muerte hay algo que me preocupa sobremanera, y es que me da la sensación de que se ha hecho una normalidad de la muerte, que ya contamos las cosas según las muertes de cada día. Uno puede tomar el periódico y con toda tranquilidad ver a cuántos mataron ese día. Realmente esto es terrorífico, no podemos acostumbrarnos a la normalidad de la muerte, no hay que dar carta de normalidad a la muerte.

Nunca dudé en venir a México. Pueden ocurrir todas estas cosas y más, pero tengo amigos que se levantan para trabajar, que cumplen con su obligación, que tienen hijos con los que comparten sueños y tienen esperanzas puestas en ellos: éste es el México con el que yo convivo y comparto.

–¿En esta gira ofrecerá varios conciertos por diferentes estados de la República Mexicana? Específicamente de su presentación en la Universidad Nacional Autónoma de México, ¿qué puede decir?

–Tengo un recuerdo maravilloso de un concierto que di en la UNAM hace 40 años; repetir la experiencia será extraordinario, será tener la cercanía con un público joven. Fundamentalmente será un punto de partida; me gustaría que fuera como la película Casa Blanca, que sea el principio de una gran amistad con todos y cada uno de los jóvenes universitarios, porque al final son los que llevan en andas la música.

–La vez pasada que vino Joaquín Sabina dijo: “Lo bueno de no venir con El Nano es que no me tengo que reunir con presidentes”. Una parte de sus seguidores que simpatizan con la izquierda quedaron resentidos porque los dos se reunieron con el Presidente cuando realizaron la gira juntos.

–Mi decisión la tomé en función del lugar donde nos reunimos, que fue en la embajada española, esto a cuenta del respeto que pudiera haber de quien para quien. No hubiera estado de acuerdo en que nosotros acudiéramos a un besamanos en un lugar oficial. Aquella vez se produjo la reunión a instancias del embajador Carmelo Angulo, en la embajada española; me parecía descortesía al Presidente de la República no asistir.

–¿Qué se va a encontrar el público en Hijo de la luz y de la sombra?

–Va a recibir un baño de poesía del que va a ser cómplice y va a descubrir a Miguel Hernández con toda naturalidad, arropado en unas imágenes muy sugerentes; creo que el público tiene que ir y dejarse llevar, y dar tiempo que se desarrolle el concierto... pero nadie saldrá defraudado, encontrarán lo que irán a buscar.

La gira Hijo de la luz y de la sombra comienza hoy en Pachuca, Hidalgo; sigue el 4 y 5 en el Auditorio Nacional, para continuar en Guanajuato, Puebla, Monterrey, Guadalajara, Veracruz y Tuxtla Gutiérrez. Regresará al Distrito Federal para presentarse en la UNAM: el 19 de febrero en la Facultad de Química y el 20 en el Estadio Roberto Tapatío Méndez, a precios populares.