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Ver día anteriorDomingo 30 de enero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde otras ciudades

San Petersburgo, gélido peligro

M

oscú. Caminar en las calles de San Petersburgo, en esta época invernal, se ha convertido en un auténtico peligro.

Cabe aclarar de entrada que, por suerte, la segunda ciudad en importancia de Rusia y para algunos una de las más bellas urbes europeas, no sabe lo que es la inseguridad o la violencia callejera que imperan en otras latitudes, ni tampoco la contaminación alcanza niveles que puedan causar riesgo a la salud.

¿Entonces? Allá el problema son los carámbanos. Así se llaman esa suerte de estalactitas, de hasta cuatro metros de largo, que cuelgan de los techos de las casas, pero que no son de roca como en las cuevas, sino de puro y puntiagudo hielo.

Por los efectos del viento o la subida de temperatura, los carámbanos suelen caer estrepitosamente y, aparte de provocar un susto de marca mayor, en algunos lamentables casos pueden atravesar la cabeza de cualquier vecino.

También afectan a los turistas despistados, aquellos que creen que el mayor atractivo de la naturaleza en San Petersburgo, las noches blancas, se denomina de esa manera por la nieve y no por el Sol que en junio desaparece sólo un par de horas.

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Paseo por San Petersburgo, una ilustrativa y riesgosa experienciaFoto Reuters

Caminar viendo para arriba, al costo de sufrir torcedura de cuello, resuelve el problema sólo en parte. Lo bueno, se evita quedar perforado por un gélido guamazo; lo malo, se incrementa la probabilidad de sufrir un batacazo de cuerpo entero al resbalar por el estrecho caminito cubierto de hielo, entre montones de nieve, que dejan a los peatones los servicios municipales.

Desde hace dos inviernos la situación está cada vez peor: el número de lesionados por carámbano –sólo hospitalizados, pues los otros ni estadísticas merecen– aumenta.

Hace poco se produjo la primera muerte de esta temporada –un niño de seis años no pudo sobrevivir al impacto de un enorme pedazo de hielo– y la máxima autoridad de la ciudad, Valentina Matviyenko, tuvo la desafortunada ocurrencia de recomendar a los habitantes de San Petersburgo abstenerse, en la medida de lo posible, de salir a la calle en estos peligrosos tiempos de carámbanos.

Juan Pablo Duch, corresponsal