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Narcoviolencia
Se cumplen 10 años de la fuga de El Chapo con anuencia oficial

Con sobornos e intimidación tomó el control de Puente Grande, donde gozó lujos y beneficios

Gobernación y Policía Federal nunca se enteraron de sus planes de huir

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Marinos salen del condominio donde, en diciembre de 2009, abatieron a Arturo Beltrán Leyva, ex aliado de Guzmán Loera y después uno de sus mayores rivales

Foto Víctor Camacho
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Tras ser capturado, en junio de 1993, El Chapo fue encarcelado en Almoloya de Juárez (en la imagen), pero en noviembre de 1995 fue trasladado a Puente Grande, de donde escapó en 2001Foto Fabrizio León
 
Periódico La Jornada
Lunes 17 de enero de 2011, p. 2

Este miércoles se cumplen 10 años de la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán Loera. El 19 de enero de 2001 se metió a un carrito de lavandería, se cubrió con una sábana y encima le colocaron un colchón. En su celda, para impedir que se pudiera observar a simple vista si permanecía en su estancia, utilizó una sábana como cortina.

Ese día, de manera directa, al menos 15 servidores públicos cuidaron que el carrito de lavandería ascendiera tres niveles, pasara al menos seis puntos de vigilancia y saliera de la zona del estacionamiento sin problema. Supuestamente, bajo el colchón iba un kilo de oro que el maestro del taller había pedido a El Chapo que lo enviara fuera del penal.

A una década de aquella evasión, la primera y única en la historia de los penales de máxima seguridad en México, Joaquín El Chapo Guzmán Loera se convirtió en una leyenda del narcotráfico mexicano y, según diagnósticos gubernamentales, su organización, el cártel de Sinaloa, opera también en Estados Unidos, y en naciones de Europa, Centro y Sudamérica.

En junio de 1993 parecía el fin de la historia delictiva de Guzmán Loera tras ser detenido en Guatemala, trasladado a México y enviado a la prisión de máxima seguridad de La Palma, en Almoloya.

En esa cárcel permaneció hasta el 22 de noviembre de 1995. Ese día fue transferido a Puente Grande para cumplir una sentencia de siete años por delitos contra la salud, cohecho y asociación delictuosa.

Llegó al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 2, el 22 de noviembre de 1995; en 1999, con la designación de Leonardo Beltrán Santana como director, corrompió durante dos años todas las estructuras de la prisión. Tenía su propia nómina. Cada mes repartía millones de pesos a los funcionarios, custodios, aduanas, cocineros, lavandería, centros de vigilancia y de seguridad.

En Jalisco contactó, mediante Eduardo González Quirarte, a los líderes del cártel de Juárez: Amado Carrillo Fuentes, El señor de los cielos (fallecido en 1997), y su hermano Rodolfo, El niño de oro (quien según versiones de la Procuraduría General de la República –PGR– fue asesinado por órdenes de El Chapo Guzmán el 11 de septiembre de 2004, en Culiacán, Sinaloa).

Los Carrillo Fuentes financiaron a Guzmán Loera durante su encarcelamiento y posibilitaron su huida, señalan investigaciones de la PGR.

El Chapo Guzmán aprovechó la situación y generó una red de complicidad (...) en pocas palabras (compró) toda la institución carcelaria, afirmaron en febrero de 2001, el subprocurador de Procedimientos Penales B de la PGR, José Jorge Campos Murillo, y el visitador de esa institución, Carlos Javier Vega Memije.

Prácticamente se adueñaron del Cefereso de Puente Grande (...) instrumentaron una estrategia de cooptación de todo el personal del centro, basada primordialmente en el soborno y la intimidación. En los casos en que había oposición a los designios de los capos, se creó el grupo Los bateadores, quienes amenazaban a internos, custodios y directivos penitenciarios. Y cuando no entendían, eran golpeados con bates de beisbol.

Algunos custodios presentaron en enero de 2000 una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos, ese organismo informó a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Ahí quedaron las cosas.

La Subsecretaría de Seguridad Pública, responsable de las prisiones, que entonces dependía de la Secretaría de Gobernación y cuyo titular era Jorge Tello Peón (ex asesor de Calderón en materia de seguridad nacional), supuestamente no tuvo conocimiento de lo que ocurría.

La Coordinación General de Inteligencia de la Policía Federal supuestamente tampoco tuvo información de los planes de fuga, a pesar de que esa corporación estaba a cargo de la seguridad en Puente Grande. Hasta finales del año 2000, esa área estuvo a cargo de Genaro García Luna, actual secretario de Seguridad Pública federal.

El Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) tenía dos agentes infiltrados en Puente Grande, y a pesar de los reportes que enviaron señalando que El Chapo y sus socios ya se habían apoderado del penal, Alejandro Alegre y Eduardo Medina Mora no atendieron la información. El segundo fue secretario de Seguridad Pública en la gestión de Vicente Fox y en el gobierno de Calderón fue titular de la PGR, ahora es embajador de México en Inglaterra.

La corrupción en el Cefereso de Puente Grande fue de tal magnitud que El Chapo “podía tener mujeres en su dormitorio por varias semanas; se le enviaba el menú para que escogiera o mandaba llamar al responsable de la cocina para indicarle cual sería la comida; se le dotaba de bebidas alcohólicas y viagra. Contaba con aparatos eléctricos y teléfonos celulares.

Con base en sus indicaciones se elaboraba el rol de vigilancia y custodia para que personal de su confianza pudiera servirlo, antes que velar por el cumplimiento del reglamento.

El 13 de enero de 2001 puso en marcha la última fase de su fuga. Ese día “llamó a su celda a Miguel Ángel Amador, a Jaime Sánchez Flores y a otros miembros del personal de vigilancia, les dijo que deseaba ayudar al maestro del taller para sacar del centro un kilo de oro, el cual había reunido con los residuos que recuperaba de los trabajos realizados por los internos, pero que no tenía confianza en el personal de seguridad y por eso acudió a él (El Chapo), porque sabía que él tenía mucho dinero y no le robaría”, señala la averiguación previa PGR/UEDO/ 001/2001.

Para el 19 de enero de 2001, El Chapo determinó que en el turno nocturno estuvieran en puntos estratégicos custodios acostumbrados al relajamiento de la disciplina penitenciaria, permitiendo el ingreso y egreso sin control de personas y objetos; todos de su confianza.

Sin embargo, al filo de las 13:00 horas, el subsecretario de Seguridad Pública, Jorge Tello Peón, visitó el Cefereso y supuestamente al detectar anomalías y el peso que tenían El Chapo, El Güero Palma y El Texas, ordenó su trasladado a un área de mayor seguridad. Instrucción que el director Leonardo Beltrán Santana no cumplió.

A las 14:00 horas, Guzmán Loera es informado de la orden de Tello Peón. A las 15:00, El Chapo y sus socios se entrevistaron con Beltrán Santana.

A las 16:00 horas comenzó la fuga con la frase: Van a sacar la basura que tú ya sabes. La operación fue realizada de manera directa por los custodios Jaime Valencia Fontes, Miguel Ángel Leal Amador, Francisco Javier Camberos El Chito, Jaime Sánchez Flores y Mario Vázquez Méndez.

Poco después de las 20:30 horas, El Chito empujaba el carrito de lavandería. Las cámaras de vigilancia no funcionaban, las puertas de control electrónico se abrían a su paso hasta llegar a la Aduana de Vehículos. Allí Valencia Fontes le dijo a Leal Amador: Es el oro del maestro.

Siguió hasta el estacionamiento. Salió del carrito y se ocultó en el auto de El Chito, en el que abandonó el penal

A medianoche inició la búsqueda. Tras descubrirse la evasión, 74 personas fueron detenidas: funcionarios, custodios y colaboradores de El Chapo, entre ellos su cocinera.

Guzmán Loera aprovechó muy bien sus primeros meses de libertad; en el mismo 2001 hizo alianzas con capos considerados históricos, como Ismael El Mayo Zambada; Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, e Ignacio Nacho Coronel Villarreal, del cártel de Juárez.

Así reinició la historia de lo que se conoce como el cártel de Sinaloa, y se transformó el mapa de las organizaciones criminales, ya que El Chapo rompió con Juárez, amplió su territorio y la revista Forbes lo considera uno de los hombres más influyentes del planeta, con una fortuna mayor a mil millones de dólares.

Sus rivales han colocado narcomantas en los pasados tres años con mensajes como el que pusieron en ciudades de 14 estados en agosto de 2008: “Señor presidente, cómo quiere que acabe la inseguridad en el país si usted y su gabinete le dan protección a El Chapo Guzmán y al cártel de Sinaloa, y al Mayo Zambada. Se llevan buenos millones del narcotráfico”.

De los 71 acusados de la fuga, 59 fueron condenados y en prisión solamente quedan cinco, entre ellos Javier Camberos, El Chito, sentenciado a 25 años. El director del penal fue liberado en junio de 2010.