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Dios es un cuento de hadas; el amor, otra de las grandes farsas, dice

Gerardo Serrano se propone robarle la inocencia al lector con Último edén
 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de enero de 2011, p. 4

¿Pesimista? De ninguna manera, sólo soy un hombre realista y sensato, precisa el escritor Gerardo Serrano Ramírez, para explicar por qué su literatura es tan desolada, cruda, en la que no caben la utopía, la esperanza, ni la redención.

Pretendo desenmascarar la realidad; lo ideal sólo existe en la mente, sin embargo, fingimos que ese mundo ideal es posible e incluso consideramos que vivimos en él, sostiene.

Es como una farsa en la que la humanidad ha vivido todo el tiempo, diciendo que Dios castigará a los malos y premiará a los buenos; pero suena más como una conspiración para controlar a las masas que una verdad.

El papel de Hollywood

En entrevista con motivo de la publicación de su libro Último edén –novela futurista sobre un mundo idealmente perverso, que combina lo excelso y lo terrible de la tecnología–, el autor afirma que su trabajo en general se guía por la búsqueda de robarle la inocencia al lector.

Hollywood nos ha metido la idea de que todos somos buenos, rectos; es decir, un cuento de hadas de que el bien siempre gana, y en mis historias las cosas no son así: el mal se impone de forma absoluta, comenta.

Me interesa robar la inocencia, la esperanza al lector de que las cosas se corrijan, porque la realidad es así. En los documentales de la vida salvaje los animales se matan entre sí, lo mismo ocurre entre los seres humanos; no hay justicia en la vida real, no hay redención. Hasta Dios es un cuento de hadas y el amor, otra de las grandes farsas.

Para Serrano Ramírez, además de permitir liberar la imaginación, la literatura es un vehículo para expresar su posición crítica sobre la realidad y el entorno contemporáneos, la naturaleza humana y la vida social.

Que sus obras se sitúen en el futuro cercano, como ocurre con la ya mencionada, es sólo un recurso para exacerbar y mantener una posición crítica del mundo, caricaturizarlo, y que el lector pueda situarse ante un espejo aún más claro.

En Último edén, explica, “hago una crítica, porque los pasados 10 años han sido de absoluta decepción en este país; nos prometían cambio, empleo, crecimiento económico, y no han dado nada de eso.

La gente sigue igual, no protesta, espera a que llegue la siguiente elección para ver si esta vez sí sucede. He llegado a la conclusión de que nadie en este país será capaz de satisfacer las altas expectativas existentes, y que nos darán sólo paliativos, como un segundo piso por el que incluso hay que pagar.

Indolencia general

A decir del escritor, la sociedad contemporánea está determinada por el individualismo y el egoísmo; a las personas no les importa lo que ocurre a los otros siempre y cuando ellas estén bien.

Hay una negación de la realidad. Hay muertes, genocidios, y la mayoría está tan campante, como si nada ocurriera. Prevalece la indolencia y no se busca resolver los problemas, pensando que con el tiempo se arreglarán.

Publicado por Ediciones B, en Último edén, Gerardo Serrano Ramírez da cuenta de una realidad malévola, regida por un gran corporativo, en la que la privacidad y los sentimientos son inexistentes, un mundo perversamente ideal.

Inmiscuido en esa dinámica, un hombre prostituye su conciencia y valores con tal de alcanzar un grado superior en la escala social, dominada por los ataraxy, seres híbridos, mitad humanos, mitad tecnología.

Un escritor, un intelectual debe tener un compromiso social, debe hacer evidentes los defectos de la sociedad y expresar su visión crítica; tal vez no sea tomada en cuenta, pero tiene que hacerlo, porque de otra forma la literatura se convierte en algo como la televisión: un elemento de evasión de la realidad, rubrica el autor.