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En un libro, Lupina Lara expone las características de los retratistas

Obra de Modigliani y Bustos, en constraste para apreciar su valor
Foto
En su libro Amadeo Modigliani y Hermenegildo Bustos, Lupina Lara detalla el gusto de los dos pintores por el mismo género y las técnicas que los diferenciabanFoto Desnudo reclinado, 1919, de Amadeo Modigliani
 
Periódico La Jornada
Jueves 6 de enero de 2011, p. 5

La escritora Lupina Lara publicó recientemente el libro Amadeo Modigliani y Hermenegildo Bustos, un estudio de los retratistas en el que resalta la fidelidad de los pintores, así como la belleza de la realidad en la pintura de los siglos XIX y XX.

La obra, editada por Promoción de Arte Mexicano, inicia con un recorrido por la historia del retrato, la cual detalla los cambios de inquietudes y de estilo que motivaron este género.

La autora explicó que el volumen está dedicado a los artistas Hermenegildo Bustos (Guanajuato, 1832-1907) y Amadeo Modigliani (Livorno 1884-París 1920), para profundizar en el estudio de su trabajo como retratistas.

“Los une el género que ambos eligieron y el deseo compartido de mantenerse en contacto y en observación con sus contemporáneos. Tenía la idea de combinar los trabajos de dos artistas diferentes para enriquecer el arte producido por los dos, ese fue el resultado de reunirlos.

Los valores plásticos de cada uno de los artistas salieron a la luz al contrastar su obra. Modigliani se distinguió por reunir el hallazgo, con esa línea que representó un rostro y las facciones, cuidaba cada detalle del color, y esto permite comprender que el arte no tiene limitaciones.

Recordó que en el caso de la obra de Modigliani, la fidelidad ya estaba prohibida porque ésta no permitía que el artista aportara algo, como si ser fiel fuese repetir lo que ya existía o como si el artista no creara.

A diferencias de otros artistas de la época, precisó que Bustos le otorgó un valor máximo a la fidelidad y a la honradez en el teatro. Expresó que la belleza está ligada a la verdad y las personas que fueron retratadas por él valoraban ese compromiso, que no le permitía sesgarse en lo más mínimo para hacer concesiones al juicio o la interpretación personal.

Mientras en Bustos, la verdad se vuelve belleza, en Modigliani la belleza de la línea y la perfección del ángulo se transforman en verdad, indicó Lupina.

Remarcó que Bustos debió tener no sólo una aguda capacidad de observación y sensibilidad apreciativa, tanto para lo físico como para los rasgos de intimidad de cada persona, sino también un gusto profundo por lo que hacía y persistir en la pintura.

La llegada de la cámara fotográfica a México, en 1839, no afectó la demanda de los encargos de Bustos, como lo constata el abundante legado de su obra. Por su parte, Modigliani vivió en una época en la que el retrato pictórico no sólo no tenía futuro, sino que ya casi no tenía presente en París. Los artistas deseaban aplicar el punto de vista científico al arte, y el retrato, que debía imitar a la naturaleza, era la antítesis de lo que la modernidad buscaba.