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Camilo Chávez, el metalúrgico rojo
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esde hace más de seis años la prensa nacional reporta regularmente conflictos dentro del sindicato minero y luchas de sus trabajadores. De la tragedia de Pasta de Conchos a las huelgas de Cananea y Lázaro Cárdenas, los obreros del sector y sus familias han protagonizado una resistencia ejemplar contra la voracidad patronal y la injerencia gubernamental en la vida de su sindicato.

Esa lucha tiene dentro del gremio antecedentes muy importantes y sobresale un dirigente excepcional, injustamente condenado al olvido por la mayor parte de la izquierda mexicana: Camilo Chávez Melgoza. Jornalero agrícola, bracero, obrero metalúrgico, organizador de fábrica, líder sindical y dirigente comunista, su biografía parece sacada de una novela de realismo socialista.

Camilo Chávez nació en Coeneo, Michoacán, el 13 de agosto de 1913. Fue el menor de una familia de seis vástagos. Hijo de Agustín Chávez, indígena y escribano, y de Rebeca Melgoza, quedó huérfano de padre a los 73 días de nacido. Su vida siempre fue de trabajo. Comenzó a laborar a los seis años, cuidando vacas en el monte, recogiendo leña y carbón para vender y acarreando agua. Fue alzador en las escardas, atajador de recuas y ayudante de carrero.

Tuvo su primera experiencia de lucha siendo un muchacho en el aserradero de Las Canoas. Junto a 100 trabajadores se sublevó para pedir el pago completo de salarios atrasados. Esta vivencia lo marcó para el resto de sus días.

En 1926 emigró a California, Estados Unidos. Allí fue a la escuela, donde aprendió rápidamente a hablar y leer inglés. A pesar de que en México sólo había cursado hasta segundo de primaria, obtuvo las mejores calificaciones. Durante las vacaciones, cuando cumplió 15 años, trabajó en la cosecha de fruta o aseando corrales y gallineros.

Tuvo su primer empleo industrial en la Columbia Steel Company. Aprendió a conducirse como obrero de línea en trabajos agotadores y peligrosos. Estuvo afiliado a la Unión Mundial de Trabajadores de la Industria Siderúrgica, el célebre sindicato anarquista. Allí le nació la conciencia de clase.

En agosto de 1929, junto a su madre, se trasladó a vivir a Nueva York. En el trayecto vivió en carne propia el racismo y la discriminación. En Kansas un tendero que se negó a venderle comida le espetó: cerdo ignorante, ¿no sabes leer inglés?, mientras le señalaba un letrero con la leyenda: No se vende a gente de color.

En la ciudad de los rascacielos consiguió trabajo en Long Island Carpet Cleen Company. Sin embargo, dos meses después Wall Steet quebró y el país se hundió en la gran depresión. Gracias a su conocimiento del inglés y a su iniciativa tuvo diversos empleos con los que sostuvo a su familia. Cuando la fábrica de tapetes volvió a abrir fue contratado. Pero al poco tiempo él y su hermano, molestos porque la empresa no pagaba horas extras, organizaron un paro que nadie siguió y fueron despedidos. Él fue boletinado como un peligroso agitador.

Desempleado, aprovechó el programa de repatriación de braceros de Lázaro Cárdenas. Ya en México, entró a trabajar en Cartonajes Estrella, donde organizó un movimiento para exigir el pago de horas corridas. El sindicato le aplicó la claúsula de exclusión. Poco después, consiguió empleo en una fábrica nacional de clavos mediante un contrato con el sindicato minero. Desató con éxito nuevas protestas y extendió la organización a otras fábricas.

En 1943 se enganchó de bracero con el propósito de traer a México a su madre, quien vivía en Nueva York. Trabajó en California en la poda y cosecha de uva. Armó la lucha por un salario y vivienda dignos. Durante la protesta, el jefe de la policía les advirtió: No están en México, sino en un país civilizado. El movimiento triunfó.

De regreso a tierra mexicana ingresó a La Consolidada, donde fue funcionario sindical y como tal estableció una nueva forma de gestión: recorrer los departamentos y turnos para que los trabajadores le expusieran sus problemas y promover la firma de convenios departamentales. Nuevamente fue despedido, pero logró ser reinstalado después de una huelga exitosa en 1945.

En 1946 dirigió un paro laboral en Charcas, San Luis Potosí, y un año más tarde encabezó una jornada de protestas en Palau, Coahuila. Participó en 1948 en la formación de la Unión General de Obreros y Campesinos de México. Cuando el gobierno de Miguel Alemán intervino directamente en la vida del sindicato minero, el organismo se dividió entre una dirección espuria, que resultó triunfadora, y otra auténtica. En 1951 Camilo Chávez fue cesado de la empresa y expulsado del sindicato.

A pesar de su afinidad política, durante años se resistió a ingresar al Partido Comunista, pues los estatutos del sindicato minero prohibían que sus dirigentes pertenecieran simultáneamente a partidos políticos. Sin embargo, una vez fuera del gremio se sumó a las filas rojas. Fue integrante de la célula Stalin, integrada por obreros de La Consolidada. Pidió como condición que su formación se diera conforme a los principios del marxismo-leninismo. Su carrera política fue meteórica. A dos semanas de su ingreso fue designado secretario sindical del partido en el DF y en 1954 pasó a formar parte de la comisión política, aun sin tener la antigüedad requerida. En 1952 fue herido durante la marcha del Día del Trabajo en la que fueron asesinados dos militantes comunistas.

En 1962 realizó su último viaje a la Unión Soviética. La pugna chino-soviética se había abierto. En Moscú los seguidores de Mao Tse Tung, quienes le simpatizaban, le propusieron reunirse, pero el representante del PCUS se lo prohibió. Finalmente , la gira se cortó y se adelantó la fecha de regreso a México. Ya aquí, la comisión política no sólo lo despojó de sus responsabilidades, sino que lo expulsó de ésta, del comité central y lo excluyó de las filas comunistas junto con Edelmiro Maldonado y Tereso González.

Enfermo de diabetes trabajó en la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. En los años 70 creó e impulsó la formación de círculos marxista-leninistas, con la idea de avanzar en la reconstitución del Partido Comunista. Decenas de militantes, muchos de ellos maestros de primaria, se formaron en ellos.

Hombre de trabajo, organizador sindical audaz y revolucionario inquebrantable, Camilo Chávez es una figura injustamente olvidada por la mayoría de la izquierda contemporánea.