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Empresas

Paso a las multilatinas
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Una pequeña empresa familiar, con apoyo financiero y gubernamental, podría llegar a ser multilatina, según especialistasFoto Reuters
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Periódico La Jornada
Martes 21 de diciembre de 2010, p. 31

Quien haya viajado en una aerolínea local por Europa o Estados Unidos en fechas recientes es muy posible que volara en un avión Embraer, diseñado y construido en Brasil. Si comió pollo rostizado en algún restaurante de EU, el ave bien pudo haber sido provista por Pilgrim’s Pride, cuya dueña mayoritaria es la procesadora brasileña de carne JBS. Y si bebió una cerveza Budweiser también lleva una franja brasileña: esa icónica cerveza estadunidense pertenece hoy a Anheuser-Busch InBev, empresa radicada en Bélgica cuyos ejecutivos son en su mayoría brasileños.

Esas son sólo tres del creciente grupo de trasnacionales latinoamericanas que se han venido a conocer como multilatinas. No es raro que las tres surjan de Brasil, que representa casi la mitad de la economía y población regional. Pero también son comunes en países de habla española.

El Grupo Bimbo de México es el tercer consorcio mundial de panadería, detrás del japonés Yamazaki Baking y el estadunidense Nabisco, parte de Kraft. Con más de 91 mil empleados a escala mundial, Grupo Bimbo opera en más de 18 países, incluida China.

También está la cadena restaurantera guatemalteca Pollo Campero, que ocupa a más de 7 mil personas en más de 260 restaurantes en el mundo, con sucursales en España y Asia.

El ascenso de las economías emergentes en el orden mundial no sólo rediseña cuestiones geopolíticas, sino que sus empresas cambian también las formas de hacer negocios en el mundo.

Por lo regular, las multilatinas son empresas dinámicas, fruto de la liberalización de mercados que invadió a las economías latinoamericanas en la década de 1990. Supieron aprovechar la oportunidad de absorber algunas de las operaciones locales de sus competidoras trasnacionales cuando la volatilidad económica impulsó a éstas a retirarse de la región, a finales de la década de 1990.

América Móvil, de México, ha sido un calculador adquirente de los perturbados activos de gigantes de las telecomunicaciones como AT&T Latin America, MCIWorldcom, Verizon Dominicana y los bienes brasileños de BellSouth. Hoy es una de las mayores industrias de telecomunicaciones del mundo y su propietario, Carlos Slim, es el hombre más rico del planeta.

La riqueza de Slim habla tanto de su talento como de las desigualdades de la región. Pero aunque quedan muchos pobres en América Latina, la pobreza ya no es lo que la define. Más bien, es la creciente clase media. Y se puede decir que el hambre de China por los productos básicos latinoamericanos ha hecho más que décadas de ayuda occidental e incontables supuestos planes Marshall.

Si bien la crisis global puso de rodillas a la mayoría de las economías desarrolladas, las latinoamericanas, gracias a sus vínculos comerciales con Asia, resultaron en gran parte ilesas. Cierto, la región, cuyo crecimiento para este año es estimado en 6% por el FMI, no iguala el dinamismo asiático, pero se ha vuelto un lugar muy diferente de los clichés que en el pasado se usaban para describirla: un lugar de inestabilidad macroeconómica y negocios torpes, o un hombre de bigote, guitarra y revólver, como el Nobel Gabriel García Márquez caracterizó alguna vez las percepciones comunes en Europa sobre el subcontinente.

Martin Sorrell, director de la agencia de publicidad WPP, ha dicho que la década de 2010 puede ser la de América Latina. El Banco Mundial ha señalado que las crisis pasadas la han inmunizado, así que durante la crisis financiera, mientras las economías avanzadas tuvieron pulmonía, América Latina sólo tuvo un resfriado.

Hoy el FMI cree que la principal amenaza a la región es que está creciendo demasiado aprisa, lo que trae aparejada la perturbadora perspectiva de una vuelta a los ciclos de bonanza y bancarrota del pasado. Además, existen otros desafíos persistentes, en especial la educación.

Mi mayor preocupación es la escasez de personas capacitadas, señala Roger Agnelli, jefe ejecutivo de la firma brasileña Vale, primer productor mundial de mineral de hierro. Es una queja que se escucha por toda la región. En Perú, por ejemplo, faltan soldadores experimentados para construir gasoductos.

También está el problema de la inseguridad y la escalada de violencia, a menudo asociada al tráfico de drogas, como en México.

Los gobiernos latinoamericanos han aprendido a proporcionar estabilidad macroeconómica, señala un veterano diplomático mexicano. Ahora necesitan brindar estabilidad social.

¿Cómo encajan las empresas pequeñas y medianas en este panorama?

Como en muchas economías, estas empresas son las más numerosas y las que aportan la mayor cantidad de empleos. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo sugiere que en América Latina ese sector representa 90% de todas las empresas, unos dos tercios del empleo y la tercera parte de la producción económica.

Las pequeñas y medianas empresas son más formales que las de la economía informal, pero luchan por absorber los costos de seguridad social y otros pagos que en Brasil, por ejemplo, pueden duplicar el costo del empleo.

Entre tanto, la casi impenetrable burocracia de algunos gobiernos incrementa los costos de transacción de las pequeñas empresas. Por ejemplo, una típica compañía brasileña requiere en promedio 2 mil 600 horas al año para completar los trámites fiscales.

Las empresas pequeñas y medianas comparten algunos rasgos de las multilatinas, en especial la propiedad familiar, pero carecen del dinamismo de los grandes consorcios. Un sentido bien desarrollado de aversión al riesgo es natural, dado el historial de inestabilidad de la región, pero tal prudencia tiene su lado bueno, en especial cuando la ambición de las multilatinas se alía con un sentido a veces grandioso de misión histórica. No fue accidental que Lorenzo Zambrano, presidente de Cemex, haya emprendido una gigantesca adquisición de propiedades españolas en el 500 aniversario de la conquista española de México.

Las multilatinas valoran mucho los altos estudios en sus ejecutivos: un título en una prestigiada escuela de negocios de EU o Europa, por ejemplo. En contraste, las empresas pequeñas y medianas son típicamente manejadas por un propietario que se capacitó en el empleo en una empresa grande y usa esa experiencia para ofrecer servicios a esa misma compañía.

Las multilatinas rara vez tienen que luchar por acceso al crédito, ya sea de bancos privados locales o de financieras gubernamentales. Las empresas pequeñas y medianas, en contraste, a menudo se financian solas, al menos al principio, y se establecen con ahorros personales o familiares. El escaso acceso al capital explica por qué las pequeñas empresas de crecimiento más rápido en América Latina (AL) están en el ramo de servicios, más que en sectores productivos de capital más intensivo. También por eso Justin Lin, economista en jefe del Banco Mundial, señaló que los pequeños bancos locales deben ser la columna vertebral de los sistemas financieros en economías emergentes.

Luego está el factor geográfico. Hace menos de un siglo, durante el gran auge del caucho, la manera más rápida de viajar de Lima, Perú, a Iquitos, ubicada a casi mil kilómetros, en la costa del Pacífico, era en un barco que rodeaba el Cabo de Hornos y luego remontaba el Amazonas.

Hoy, Internet y la creciente ubicuidad del viaje aéreo aceleran la integración dentro y fuera de los países de la región y abren el camino para que las pequeñas y medianas empresas de hoy sean las multilatinas de mañana. Véase el caso de Marfrig, compañía de alimentos que comenzó operaciones como negocio familiar en las afueras de Sao Paulo y hoy tiene una capitalización de mercado de 3 mil mdd y ventas anuales de más de 6 mil mdd.

Fuente: EIU

Traducción de texto: Jorge Anaya