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La restauradora coordinó la investigación y el libro sobre la pieza de arte prehispánico

La Máscara funeraria de Malinaltepec es auténtica: Sofía Martínez del Campo

La obra arqueológica era objeto de rencillas entre instituciones, comenta la especialista

 
Periódico La Jornada
Domingo 14 de noviembre de 2010, p. 3

Una de las más añejas controversias dentro de la arqueología mexicana del siglo XX, la de la autenticidad de la Máscara funeraria de Malinaltepec, quedó despejada por fin gracias a una investigación multidisciplinaria en la que se demuestra que se trata de una pieza prehispánica sin intervención ni alteración moderna alguna.

Ciencias como química, mineralogía, petrografía, biología, arqueología y antropología avalan tal hecho, como queda de manifiesto en el libro La máscara de Malinaltepec, integrado por los resultados de esos estudios, de cuya coordinación se encargó la restauradora Sofía Martínez del Campo.

Editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el volumen fue presentado la noche del jueves en el Museo Nacional de Antropología por la directora de ese recinto, Diana Magaloni, y el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.

En entrevista posterior, Sofía Martínez del Campo recuerda cómo dicho objeto ritual hallado en Malinaltepec, Guerrero, suscitó suspicacias y polémicas desde que fue exhibido por vez primera, en 1921.

En particular, menciona la especialista, el conflicto se centró a nivel de instituciones, ya que el Museo Nacional y la Dirección de Antropología lo tomaron como víctima para sus propias rencillas.

Explicación detallada

El origen de la controversia, según explica, se debe a que es un objeto manufacturado en dos épocas distintas, al tratarse de una máscara con un rostro esculpido en piedra, con rasgos y estilo característicos de la escultura teotihuacana del periodo clásico (entre 200 dc y 900 dc), sobre la cual resalta un hermoso decorado con mosaico de amazonita, turquesa y concha realizado en una segunda época, tardía, el postclásico (entre los siglos VIII y X y hasta la llegada de los españoles, en el siglo XVI), en lo que es el actual estado de Guerrero.

El hecho de que estas dos temporalidades estén presentes en un mismo objeto generó en algunos investigadores la duda de que el mosaico fuera original; nunca se dudó de la máscara estilo teotihuacano, pero sí del mosaico.

Todas aquellas suspicacias sobre una posible falsificación han quedado atrás con las nuevas investigaciones, sostiene la restauradora, ya que “ahora se ha comprobado que los materiales que se utilizaron para las técnicas de manufactura, por ejemplo, para el desgastado y pulido de superficies, son los utilizados por los mesoamericanos para el trabajo de la piedra y de la concha.

Se ha comprobado que el adhesivo con el que el mosaico está pegado a la piedra es copal, y que los objetos dentro del mismo mosaico son reutilizados: se usaron las teselas de amazonita que formaron parte de un pendiente con anterioridad y objetos de concha que posiblemente también fueron pendientes, y desde luego la máscara de estilo teotihuacano, reutilizada.

Foto
El objeto funerario tenía las cualidades de la diosa de las aguas, de la fertilidad y permitía a quien la portaba cumplir el cicilo nacimiento-muerte-renacimiento, explicó la restauradora Sofía Martínez del CampoFoto tomadas del libro La Máscara de Malinaltepec

De acuerdo con Sofía Martínez del Campo, el mosaico de la máscara pudo haber sido manufacturado por mixtecas o por algún barrio de esta cultura ubicado en Malinaltepec, Guerrero: Todos los símbolos empleados son un lenguaje compartido entre las culturas mesoamericanas, sin importar si eran del centro, de occidente o de la zona maya.

Sobre el papel de la máscara en el mundo mesoamericano, la especialista explica que consistía en otorgarle a la persona que la portaba la identidad del ser que está representado en ella.

A quienes las utilizaban se les conoce como personificadores, porque representaban a alguien más, a una deidad, por ejemplo. Las máscaras variaban en su simbolismo de acuerdo la ceremonia que se realizaba, abunda.

“Esto durante la vida de los personajes. Ahora, en la muerte, sobre todo en el área maya, el personaje enterrado recibe con la máscara las cualidades del dios del maíz; es decir, se transforma en esa deidad para descender al inframundo y después ascender al plano divino ya como un dios, como un ancestro.

La Máscara de Malinaltepec cumple la misma función. Es un objeto funerario con las cualidades de Chalchiuhtlicue, la diosa de las aguas, de la fertilidad, y le va a permitir al personaje inhumado presentarse con ese rostro para cumplir este ciclo de nacimiento-muerte-renacimiento, que es uno de los ejes centrales de la cosmogonía mesoamericana, detalló.

Solís, el impulsor

Tanto el proyecto de investigación como el libro en torno de esta singular máscara se deben al fallecido arqueólogo Felipe Solís, quien en su condición de director del Museo Nacional de Antropología y encargado de planear la exposición Teotihuacan: ciudad de los dioses, impulsó en 2008 la realización de un estudio detallado de aquel vestigio prehispánico, con el fin de despejar cualquier duda

Ahora, la Máscara de Malinaltepec es una de las joyas más apreciadas de dicha muestra, la cual, por cierto, fue inaugurada el lunes pasado en Roma, Italia, y se espera su regreso a México el año próximo, para ser reincorporada a la sala teotihuacana del Museo Nacional de Antropología.