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Qué noche tan especial; no todos los días es la primera vez en este lugar, comentó

El público hizo volver de la afonía a Fito Páez en el Auditorio Nacional

El cantautor estuvo acompañado por los tacvbos Emmanuel del Real y Quique Rangel; Julieta Venegas, Armando Manzanero y Susana Zabaleta

Son gente que quiero; tengo historia con ellos

 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de noviembre de 2010, p. a17

Los seguidores de Fito Páez lo curaron. Así lo aseguró luego de que en medio del concierto se le comenzó a ir la voz, pero, poco a poco, como de milagro, la fue recuperando. No saben lo que hicieron aquí. Es muy difícil volver de la afonía, y eso lo hicieron ustedes, dijo, visiblemente conmovido. Gracias por el regalo inolvidable.

Este sábado, el Auditorio Nacional se llenó de fans que se sabían cada una de los temas, los cantaban y aplaudían con fervor. Lo recibieron con una ovación de pie, y así se mantuvieron gran parte del tiempo.

Qué noche tan especial. No todos los días es la primera vez en el Auditorio, dijo el cantante y compositor argentino, quien presentó su disco Confía (2010).

Para celebrar la ocasión, Páez, ganador de cinco premios Grammy Latino, estuvo acompañado por los músicos mexicanos Emmanuel del Real y Quique Rangel, de Café Tacvba; Julieta Venegas, Armando Manzanero y Susana Zabaleta. Son gente que quiero; tengo historia con ellos, dijo en entrevista.

Los tacvbos (en guitarra y bajo), junto con Páez y sus músicos, interpretaron Eres, de la banda mexicana, y Bello abril, del argentino.

Hombre con suerte

He sido un hombre con suerte. (He) conocido a gente que admiro. Es un honor presentar a uno de los artistas más grandes del mundo: Armando Manzanero, anunció.

Con el compositor yucateco interpretó Esta tarde vi llover. Páez ha dicho que, cuando era niño, su padre ponía esta canción.

El piano ocupaba el lugar central del escenario, con los músicos, jóvenes, distribuidos a los lados y atrás.

Luego, con Manzanero al piano, cantaron Yo vengo a ofrecer mi corazón, una de las piezas más conocidas del compositor argentino (Mercedes Sosa ayudó a popularizarla).

Fue en esta pieza cuando se le comenzó a ir la voz.

En la siguiente canción, 11 y 6, Páez se acercó a la orilla del escenario y convocó a que todos continuaran cantando sin acompañamiento de la música, sólo con las palmas, en un emotivo coro: Miren todos, ellos solos, pueden más que el amor, y son más fuertes que el Olimpo. Se escondieron en el centro, y en el baño de un bar, sellaron todo con un beso.

Se enfundó en una larga bufanda verde y confesó: Creo que es la primera vez que me da una afonía en un concierto... No importa, saldremos adelante.

Durante Tumbas de la gloria, el Auditorio entero cantó, parado y con el puño en alto: Algo de vos llega hasta mí, cuando era pibe tuve un jardín, pero me escapé hacia otra ciudad, y no sirvió de nada, porque todo el tiempo estaba yo en un mismo lugar, y bajo una misma piel y en la misma ceremonia.

Foto
Fito Páez con Susana ZabaletaFoto Notimex

Luego de unas 10 canciones, a Páez le regresó la voz. Están tirando tan buena leche que me están devolviendo la voz, dijo.

Más adelante, presentó a la siguiente invitada: Lujo, lujo de la vida, vamos a interpretar una canción con Julieta Venegas. La tijuanense entró al escenario y fue recibida con aplausos y un par de chiflidos de admiración. Interpretaron, con Páez al piano, Un vestido y un amor: Yo no buscaba a nadie y te vi. De nuevo, los acompañaron las miles de voces del repleto Auditorio.

Hace unos días, Páez participó con Venegas en la entrega de Las Lunas del Auditorio.

Al cantar una pieza de Charly García, dijo: Sin él, muchos de nosotros no seríamos nada.

Luego, sin los músicos, dirigió al público, cual si fuera una orquesta, mientras cantaba Y dale alegría a mi corazón. Más fuerte, indicaba, alzando los brazos.

Nadie debe vivir sin amor

A la mitad de una de sus piezas más conocidas, El amor después del amor, se escuchó un aullido y salió al escenario Susana Zabaleta. Ella, muy a su estilo, coqueteó con Páez y jugó con él, quedó frente a él y fue bajando, hasta quedar agachada, él la alcanzó y pidió que les quitaran la luz de encima. Así, a oscuras, siguieron cantando: Nadie puede, y nadie debe, vivir vivir sin amor.

La soprano se despidió del público con un meneo de nalgas. La chica más loca de la ciudad, anunció Páez.

Acercándose al final del concierto, culminando el rock de Ciudad de pobres corazones, entre el público muchos giraban playeras y suéteres sobre sus cabezas, como matracas en estadio de futbol.

Muchas gracias DF por esta maravillosa noche de bodas, dijo el compositor. (Aquello de que iba a ser una noche de bodas lo mencionó en entrevista anterior con La Jornada.)

En el encore, con Zabaleta, cantó de nuevo Yo vengo a ofrecer mi corazón.

Luego, brazos en alto, todos entonaron Mariposa tecnicolor, que habían estado pidiendo.

Al despedirse fue cuando agradeció el regalo inolvidable que le dio el público mexicano al devolverle la voz.