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El trasfondo de la violencia creciente es la desigualdad, señalan

Urgen políticas públicas para apoyar a los jóvenes, afirman especialistas
 
Periódico La Jornada
Domingo 7 de noviembre de 2010, p. 10

Prefiero morir joven y rico que viejo y pobre. Esta frase –plasmada en un grafiti que académicos del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM encontraron hace años en Culiacán, Sinaloa– sintetiza los nuevos valores de parte de los jóvenes.

Héctor Castillo Berthier, coordinador de la Unidad de Estudios sobre la Juventud de esa entidad universitaria, sostuvo que las precarias condiciones de los jóvenes en el país están relacionadas con la falta de políticas públicas para el sector y la modificación de los valores.

Lorena Cruz Ramos, investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM, expresó que el sistema económico ha orillado a la transformación de la familia, porque ambos padres invierten gran parte de su tiempo en el trabajo y abandonan a sus hijos. Ello los hace sentir culpables y, por tanto, consienten cualquier cosa.

Hay confusión. Los hijos empiezan a tener un lugar de autoridad en la familia. Ahora es todo para ellos, la vida familiar está en función de ellos. Se pierde y desdibuja la figura de autoridad. Los que mandan, determinan a dónde ir, qué hacer y qué consumir son los hijos. Este es un factor que contribuye a los estados de violencia, afirmó la académica.

Castillo Berthier lamentó que aunque desde tiempo “todos sabíamos que los primeros 25 años de este siglo serían cuando más jóvenes habría, nunca hubo una política pública para tomar en cuenta y aprovechar ese bono demográfico. Estos olvidos han hecho que en una sociedad excluyente y polarizada la escuela deje de ser mecanismo de ascenso social y el empleo formal es prácticamente inexistente para la juventud. Hoy, de cada 10 trabajos, siete son del sector informal, donde están franeleros y ambulantes, pero también narcomenudistas y sicarios.”

Cuando los valores no se transmiten en la familia se aprenden en el barrio, pero con una deformación del futuro y la esperanza de vida. Los medios de comunicación son otro factor que ha propiciado la descomposición social.

Castillo sostuvo que desde hace décadas no se atienden dos elementos centrales de la juventud: educación y empleo. Sin éstos carecen de formas de participación distintas y de oportunidades de inserción en una sociedad que normalmente los ha estigmatizado y los ve peligrosos.

Para él, los jóvenes son víctimas olvidadas del sistema, pero la mayoría no están en las redes de la delincuencia. El trasfondo de los crímenes es la desigualdad. Sin embargo, la sociedad no debe considerar la violencia asunto meramente juvenil, porque se les estigmatizaría más. Están muriendo porque son carne de cañón que está a la mano, es el sector más fácil de integrar (al crimen), los que más energía pueden invertir en asesinar, vender o jugarse la vida por cualquier cosa. Así como Felipe Calderón da una lucha frontal contra el narcotráfico, también la debería dar en favor de políticas públicas para la juventud.

En la sociedad de hoy el triunfo se mide por poseer la mayor cantidad de bienes materiales en el menor tiempo posible, mientras valores como honestidad, ética, responsabilidad, humildad y solidaridad son criticados y parecen ya no ser importantes. A ello han abonado el mal uso de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación, dijo la investigadora.

Las dinámicas familiares se tienen que construir desde otro lugar, con la novedad de la tecnología, pero sabiendo hacia dónde nos lleva ésta y con la importancia de la inserción de la mujer en el medio productivo, pues ahora ella siente culpa porque piensa que abandona a los menores; entonces, se les consiente de más y ellos pasan a ser dueños del hogar. Ante la culpa de los padres, los chicos siempre piden todo en un consumismo exacerbado que busca tapar esta ausencia.

Para evitarlo se debe proponer que el sistema productivo fomente programas en los que los empleados con hijos puedan permanecer más tiempo con ellos y así evitar esa sensación de abandono.

Rafael Loyola, del IIS, aseveró que la violencia que hoy está enfrentando la juventud tiene origen en que las políticas públicas han descuidado el impulso a la educación, en el deterioro económico incapaz de generar empleos para ese sector y el descontrol e incapacidad de las estrategias de seguridad pública.