Opinión
Ver día anteriorSábado 6 de noviembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Bach + Akamus = !!!!!!!!
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o está a discusión el hecho de que El arte de la fuga de Juan Sebastián Bach es una de las obras cumbre de uno de los catálogos cumbre de la historia de la música. El hecho de que Bach haya compuesto la obra sin indicaciones específicas de instrumentación ha permitido que al paso del tiempo se hayan realizado innumerables arreglos de esta genial partitura, cima del pensamiento contrapuntístico abstracto del periodo barroco.

De ahí que sea relativamente fácil hallar algunas de su partes en programas de concierto y en grabaciones realizadas con los más diversos medios instrumentales; lo difícil es encontrar una ejecución integral y de alto nivel de El arte de la fuga.

Eso fue precisamente lo que ofreció la Academia de Música Antigua de Berlín (Akamus) en su reciente, formidable concierto en la Sala Nezahualcóyotl, que desde ya se perfila como la mejor sesión musical de 2010 en esta ciudad.

Con una bien balanceada dotación de 22 instrumentistas (cuerdas, alientos, órgano, clavecín), Akamus ofreció una auténtica interpretación (a diferencia de una simple lectura) de El arte de la fuga, dejando constancia no sólo de una elevada calidad en la ejecución instrumental sino también de una fina intuición en asuntos de color, balance, dinámica e, incluso, esbozos de improvisación a la más pura usanza barroca.

La principal línea de conducta propuesta por Stephan Mai y Bernhard Forck (autores de este arreglo de la obra) fue interpretar cada uno de los cánones y fugas de la obra con una dotación distinta, para cumplir así cabalmente con el espíritu experimental de la partitura de Bach.

El resultado fue un inolvidable viaje a las profundidades de lo más riguroso del pensamiento musical del gran chantre de Santo Tomás de Leipzig, que si resultó asombrosa en su visión de conjunto, no lo fue menos en algunas de sus partes especialmente bien logradas.

Cabe destacar, en particular, la diáfana simbiosis instrumental obtenida en aquellos números que fueron arreglados para el tutti de cuerdas y alientos; tal fue el caso de los Contrapuntos V, IX y XI, en los que las líneas melódicas del oboe bajo y el trombón impartieron colores de una belleza insospechada, especialmente en el Contrapunto IX.

Por otra parte, el Contrapunto VII fue protagonizado por el clavecín, con la complicidad etérea, casi subliminal de cuatro instrumentos de cuerda que aportaron murmullos casi improvisados a guisa de soporte armónico. Otros momentos señeros de esta versión integral de El arte de la fuga fueron el Canon 17, ejecutado con violín y viola en un delicado ambiente camerístico, y el Contrapunto XIIIa, desarrollado mediante una atractiva combinación tímbrica de oboe, oboe bajo y fagot.

Quizá quienes apreciamos de modo particular la producción organística de Bach extrañamos una mayor presencia del órgano en este arreglo de El arte de la fuga; sin embargo, las breves participaciones del instrumento en la introducción a la obra (un fragmento de la Cantata No. 38) y en el Canon 14 fueron suficientes para reafirmar la maestría del compositor en este ámbito, aun tratándose de un pequeño órgano de cámara.

Los integrantes de Akamus concluyeron esta notable versión de El arte de la fuga articulando con gran eficacia dramática uno de los momentos más misteriosos de la historia de la música: la última, inconclusa frase del Contrapunto XVIII que Bach dejó como suspendida en el aire cual si fuera un enorme signo de interrogación previo a otras maravillas por conocer.

En estos tiempos en los que el empobrecimiento cultural explicable y creciente tiene como una de sus peores consecuencias el hecho de que cada vez es más difícil que los grupos invitados a los principales festivales de México (en este caso el Cervantino) se presenten regularmente en otras sedes, incluyendo la capital, es preciso agradecer al Instituto Goethe y a la Universidad Nacional Autónoma de México la presencia de Akamus en la Sala Nezahualcóyotl para esta soberbia ejecución de la música de Bach, que seguirá resonando en el pedregal universitario por largo tiempo.