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Director y orquesta cimbran al mundo con dos sinfonías del compositor austriaco

Rattle y la Filarmónica de Berlín presiden el comienzo de una nueva era Mahler
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Sir Simon Rattle dirige la Segunda Sinfonía, Resurreción, de Gustav Mahler. A la derecha, su esposa, la mezzosoprano checa Magdalena Kozena, interpreta el Ulricht (Luz prístina), el pasaje más sublime de esa monumental obra sinfónico-coralFoto Pablo Espinosa
 
Periódico La Jornada
Sábado 6 de noviembre de 2010, p. 9

Anoche, durante la transmisión en vivo por Internet del concierto de la Filarmónica de Berlín, sir Simon Rattle anunció: en los próximos 18 meses interpretaremos todas las grandes obras orquestales de Gustav Mahler.

Hilvanó enseguida, con rendimientos de apoteosis, la Primera Sinfonía del compositor austriaco de quien se conmemora el sesquicentenario de su natalicio y centenario de su muerte. El programa anterior fue fulminante: 10 minutos de aplausos luego de una versión novedosa e imponente de la Segunda Sinfonía, Resurrección.

Sir Simon Rattle confirmó de esa manera, anoche en Berlín, el inicio de una nueva era Mahler en el mundo. Terminó la del descubrimiento, rescate y consolidación, e inició la del análisis a fondo desde el podio, donde mostró, al frente de la Filarmónica de Berlín, una manera asombrosamente diferente de entender a un compositor que se suponía ya asentado en el gusto popular.

El nacimiento de la nueva fase en la historia mahleriana ocurrió el sábado anterior, 30 de octubre, cuando Rattle hilvanó una partitura de Arnold Schoenberg, titulada Un sobreviviente de Varsovia, que el compositor Luigi Nono calificó en su momento como el manifiesto estético y musical de nuestra época, con la Segunda de Mahler, sin pausa, en un atinadísimo attacca (término técnico para describir la acción de pegar el final de una obra, o movimiento de una obra, con el inicio de la siguiente).

Volcán en erupción

La novedad consiste en una manera diferente, aun en el mismo Rattle, de frasear las obras mahlerianas: infunde un estado de serenidad que funge a manera de marco y redimensiona el gigantesco caleidoscopio de emociones y sentimientos que se suceden en instantes en la música de Mahler, que es un volcán en erupción, según puso en palabras anoche Sir Simon Rattle, cuando seis días después de asombrar al mundo con una lectura novedosa de un autor de culto, volvió a cimbrar al mundo entero con la vorágine de intensidad propiciada de sus versiones contundentes de esta música tan peculiar, tan única.

Era conmovedor ver el rostro de éxtasis de los músicos en los close up y los emplazamientos de cámaras robóticas, movimientos tan finos y exquisitos como los de un director de cine, con mayor mérito aquí, pues todo era en vivo, sin posibilidad de cortes de edición.

Músicos ejecutando sus instrumentos entre sollozos, al igual que gemían personas entre el público en las butacas y llorábamos de emoción, de tanta belleza, miles de melómanos en nuestros hogares, frente a las pantallas caseras.

Presenciamos así el inicio de la nueva era Mahler. Además de Rattle, encabezan esta nueva etapa Claudio Abbado, Pierre Boulez, Nikolaus Harnoncourt: grandes directores de orquesta y al mismo tiempo pensadores de sonido, generadores de ideas. Motores de nuestra civilización.