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Montan la muestra La muerte y sus calaveras en el inmueble de Penitenciaría 27

Rinden homenaje al impresor popular Antonio Vanegas Arroyo, en la casa familiar

Exhiben 14 obras originales; algunas de Manilla y Posada

El acervo se catalogará y restaurará, porque hay hojas que tienen 100 años, dice Maritere Espinosa, conservadora de ese legado

 
Periódico La Jornada
Miércoles 3 de noviembre de 2010, p. 6

El impresor popular Antonio Vanegas Arroyo (1850-1917), quien tuvo a su servicio al grabador José Guadalupe Posada (1852-1913), autor de la calavera La Catrina, es objeto de un homenaje en la casa familiar, encabezado por sus nietas Joaquina e Irma, hermanas del inolvidable Arsacio, luchador profesional y entrenador físico del Che Guevara y Fidel Castro, así como bisnietos y tataranietos.

La exposición La muerte y sus calaveras reúne 14 obras originales y está montada en la vivienda que se ubica en Penitenciaria 27, colonia Morelos, por la investigadora Maritere Espinosa, conservadora del legado de Vanegas Arroyo, cuyo objetivo es conformar el acervo del impresor, integrado por hojas volantes, cuadernillos e impresos.

Antonio Vanegas Arroyo tiene un lugar relevante para la historia de México porque, primero, fue uno de los impresores más destacados de hojas volantes –una especie de periódico del día– de finales del siglo XIX y principios del XX, ya que cubrió parte de la Revolución con corridos, crónicas y grabados de los héroes cuando no se conocía completamente la imagen, explica Espinosa.

Asimismo, fue “un gran promotor de dos importantes grabadores del siglo pasado: Manuel Manilla (1830-1890) –quien también trabajó un tiempo para Vanegas Arroyo– y Posada, que todavía no eran artistas, sino simplemente trabajadores del grabado, ya que ilustraban las hojas volantes. Fue Diego Rivera quien los recuperó”. Hay obra de Manilla y de Posada en la exposición.

En la casa de los Vanegas Arroyo, construida en 1896 y con estatus de monumento histórico a partir de 1983, se concentra el legado de don Antonio. Como esa vivienda, donde funcionaba –y aún funciona– la imprenta, resultó muy dañada en el terremoto de 1985, aunado a la muerte en 2001 de Arsacio, gran promotor de su abuelo y de Posada, quedó un poco en el olvido colectivo.

Queremos hacer un inventario del acervo que, según la investigadora, consta de más de mil 500 obras. También se catalogará y restaurará, porque hay hojas que tienen 100 años.

Debido a que la familia no cuenta con recursos para llevar a cabo esas acciones, “queremos que se investigue la colección y que esto genere exposiciones, catálogos y videos.

También buscamos invitar a jóvenes grabadores para que conozcan directamente las piezas que han visto en catálogo, conozcan las técnicas y formulen propuestas nuevas.

Actualmente, dos becarios del Centro de Poética del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Literarias de la Universidad Nacional Autónoma de México, realizan una investigación sobre los sucesos más importantes relativos a la nota roja del siglo XIX en la imprenta.

Catrina y catrín de Posada

–¿En qué condiciones está el acervo?

–Hay obras en muy buenas condiciones y otras que sí habrá que limpiar. En fin, algunas se tendrán que ir a restauración. Dentro del acervo hay colecciones muy importantes, como los cuadernillos de la biblioteca del niño.

Tal vez la pieza estrella de La muerte y sus calaveras es La Catrina, creada por Posada, de las hojas volantes de Vanegas Arroyo, que saltó a la fama. Diego Rivera la pintó de cuerpo entero en su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central (1948), aunque la original de Posada es una especie de busto. Espinosa anota que el grabador creó una catrina y un catrín, sin embargo, este último tuvo menos éxito.