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Antonio Camilo, intérprete del chapareke, se presentó en el festival Cervantino

Muestran en Guanajuato música tarahumara en extinción

El instrumento prehispánico de cuerdas utiliza la boca del ejecutante como caja de resonancia, pues contiene la voz del viento, que es una de las formas para hablar con Dios, dice a La Jornada

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Juan Gabino y Antonio Camilo durante la entrevistaFoto Ángel Vargas
Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 3 de noviembre de 2010, p. 3

Guanajuato, Gto., 2 de noviembre. El maestro Antonio Camilo expresa su tristeza, tanto con su cansada voz como con el brillo tenue de la mirada, cuando manifiesta que ya nadie de su pueblo está interesado en aprender a tocar el chapareke, instrumento de cuerda de origen prehispánico que utiliza la boca del ejecutante como caja de resonancia.

Y más triste lo pone el hecho de que entre los jóvenes de la cultura tarahumara, a la que pertenece, lo ignoren o no lo tomen en serio cuando él trata de inculcarles que se trata de un instrumento en el que se halla contenida la voz del viento, una de las formas para poder hablar con Dios.

Yo voy y toco mi música donde me lo piden, pero sólo me ven y me oyen; nadie está interesado ya en que le enseñe mi música, alcanza a decir en su escaso español este menudo artista tradicional, cuyos más de 80 años han erosionado de manera visible su apacible e interesante rostro.

Chihuahua, invitado de honor

Antonio Camilo vino a la ciudad de Guanajuato para compartir, el pasado domingo, el canto, la música y las danzas de la cultura tarahumara, como parte de las actividades que Chihuahua presenta en la versión 38 del Festival Internacional Cervantino (FIC), en su condición de estado invitado de honor.

A don Antonio le da gusto que se le pida una entrevista y se siente honrado porque alguien se interese en él y en lo que hace.

Con trastabilleos en la comunicación, cuenta que la suya es la misma música que ha-cían los abuelos de sus abuelos, la cual ha procurado mantener vigente para seguir rindiendo culto a la naturaleza por sus dones y agradecerle su generosidad.

“La música –prosigue– es alegría en mi pueblo, es una invitada en todas las fiestas y ceremonias”, sonríe mientras habla el también violinista, flautista, guitarrista y percutor de tambores, cuyo conocimiento le ha permitido construir sus propios instrumentos.

Nadie me enseñó a ser músico. Yo solito en mi casa vi a mis abuelos y a mi padre tocar, me fijaba bien en lo que hacían y luego cuando dejaban sus instrumentos, pues los agarraba y empezaba a hacerlos sonar.

Concierto al aire libre

En lo que fue acaso el día que el festival Cervantino dedicó más espacio a las culturas indígenas de México dentro de su programación, pues el domingo también la Alhóndiga de Granaditas fue sede de un espectáculo en el que pudo apreciarse la diversidad cultural de Michocán, el nieto de don Antonio, de nombre Juan Gabino, en un mejor español, comenta que están orgullosos de poder compartir en Guanajuato parte de lo que es su cultura.

Hay discos, dvd, libros, pero qué mejor que las personas sepan en vivo qué somos y qué hacemos los tarahumaras, comenta también en entrevista.

Aunque hay muchas envidias y luego nos quieren chingar, nosotros queremos decir y enseñar lo que somos. A donde nos inviten, vamos. Mi abuelo tiene mucho que enseñar.

La actuación de don Antonio Camilo, Juan Gabino y un músico más tuvo lugar al aire libre, el domingo al mediodía, en el kiosco del Jardín de La Unión, ubicado en el Centro Histórico de la capital cervantina.