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Faltan programas de rehabilitación en cárceles, dice la directora del instituto de siquiatría

Consumen drogas 80% de presos por delitos contra la salud: María Elena Medina

Las acciones de salud enfrentan en los penales los mayores obstáculos, aseveran especialistas

Enviada
Periódico La Jornada
Jueves 28 de octubre de 2010, p. 11

Guadalajara, Jal. Los programas para el tratamiento y la rehabilitación de adicciones deben llevarse a las cárceles, donde hasta 80 por ciento de los presos por delitos contra la salud consume alguna sustancia ilegal, señaló María Elena Medina Mora, directora del Instituto Nacional de Siquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. Sin embargo, expertos reconocieron que los penales son los sitios donde las acciones de salud enfrentan los mayores obstáculos.

Sólo Baja California, el Distrito Federal, Chihuahua y Jalisco cuentan con estrategias de atención a las adicciones en centros de reclusión, aunque las dos primeras entidades debido a la colaboración de agrupaciones privadas. En Ciudad Juárez, la organización civil Compañeros realiza trabajo de tratamiento y reducción del daño entre usuarios de drogas inyectables.

Jalisco tiene un programa oficial –Comunidades Terapéuticas– en dos cárceles preventivas ubicadas en Guadalajara y Puerto Vallarta, aseguró Simón Tavera Romero, director de Sistemas Gerenciales del Consejo Nacional contra las Adicciones.

Mediante este esquema, los internos pueden acceder al programa. Sólo necesitan tener la voluntad de cambiar y someterse a un tratamiento de 100 días, durante los cuales permanecen en una zona aislada del penal, explicó Iris Pérez, responsable del programa en el Reclusorio Preventivo Jalisco.

Durante las primeras tres semanas, sin importar el delito por el cual fueron recluidos, los internos se someten a una actividad intensa que tiene la finalidad de desintoxicarlos de manera natural, con ejercicio físico, baños de vapor e infusiones para controlar la ansiedad provocada por la abstinencia del consumo de drogas.

En esta primera etapa, los presos tampoco tienen contacto con su familia, la cual desempeña un papel fundamental en la rehabilitación, informó.

Un problema adicional es que hasta una tercera parte de los internos carece de vínculos con sus parientes. Entonces, la labor del personal del penal consiste en buscar a los familiares e informarles sobre la terapia, apuntó.

Iris Pérez comentó que esta es una tarea muy compleja. Es frecuente que por la vida que ha llevado el preso y por las complicaciones que ha causado a sus familiares éstos no quieran saber nada de él.

Pero a los internos les hace falta ese apoyo. Son enfermos en recuperación, y una parte de la terapia consiste en ser conscientes del daño que su conducta ha causado a sí mismos y a la de las personas que los rodean.

De la terapia salen con un nuevo proyecto de vida, afirmó. Una primera prueba de su recuperación la tienen al término de la primera etapa, cuando se organiza un acto en el que los presos se rencuentran con sus padres, esposas e hijos, y lo primero que les dicen es: gracias, y perdónenme por favor.