Opinión
Ver día anteriorJueves 28 de octubre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ciudad Perdida

Ebrard y su búsqueda de recetas españolas

Urge un proyecto más allá de la alternancia

C

oncluye ya el viaje de Marcelo Ebrard por España. El jefe de Gobierno de la ciudad de México seguramente descubrió la falacia aquella de la prosperidad ibérica, la farsa de la izquierda en el poder y, sobre todo, debería preguntarse si la democracia no florece a la sombra de las monarquías.

El viaje debió ser provechoso para entender que el progresismo como disfraz de la derecha construye grandes capitales, alimenta las páginas de Forbes con el nombre de sus favorecidos y crea ejércitos de desempleados –España es el país con la mayor tasa de desempleo de toda la Unión Europea–, y por tanto ahonda las desigualdades, pero fundamentalmente que la derecha con disfraz de izquierda está imposibilitada de mantener el poder. Ningún analista serio de aquellos lares apuesta por la permanencia del Partido Socialista Obrero Español al frente del gobierno.

Es muy probable que en el avión de vuelta a casa se dé un tiempo para buscar las fórmulas que le permitan abrir una opción política que no presagie más desigualdad. Dese luego, como suceden los días en el país, parece que cualquier opción, venga de donde venga, con la idea o la etiqueta que sea, puede ser mejor que el fardo de ineptitud que se vive en México.

Sí, hasta el show de los enfrentamientos verbales entre la principal figura política de España y los miembros de las Cortes, que en el fondo no parecen cambiar nada, sugieren algo mejor que los monólogos del poder que soporta la población de nuestro país. Parece entonces que cualquier cosa puede ser mejor. Eso es verdad.

No obstante, es muy probable que la población de la ciudad de México, y la de todo el país, exija a Ebrard algo más que cualquier cosa, porque se le considera, de todas formas, un agente de cambio que debe ofrecer un proyecto mucho más allá de la simple alternancia, porque México lo requiere, le urge.

Marcelo Ebrard no puede ahorrarse la creatividad política que pide este país porque existe una fórmula, como la española –nada exitosa para la población, según los indicadores mundiales–, que se puede vender como solución a la problemática mexicana y no asusta a los grandes capitales, porque hasta los dueños de los dineros están de acuerdo en que el infortunio mexicano, si así le podemos llamar, para no escandalizar a nadie, debe terminar ya, con respuestas y soluciones acordes con los problemas endémicos que presenta.

De cualquier forma, el viaje del jefe de Gobierno del DF por aquella parte de Europa deberá servir de muchas maneras al quehacer político, a las ideas que le hubiera construido la realidad extranjera para hacer frente a los problemas de la ciudad, y el país completo. De la claridad de Marcelo Ebrard para con la ciudadanía, del buen rumbo de su política dependerá, en mucho, que su partido pueda seguir en el gobierno de la capital, y de la aceptación que logre entre la gente de todo México. Ya veremos.

De pasadita

El fracaso ya es oficial. La votación en las elecciones vecinales no llegó ni al 10 por ciento de la población en el DF. Quienes fueron electos tendrán el 3 por ciento del total del presupuesto de la ciudad. No es mucho, dicen algunos, si se mide el tamaño de la problemática, pero es mejor que lo que hoy se tiene, que es nada.

Lo malo es que la participación ciudadana simplemente no se dio. Fueron las tribus perredistas, principalmente, las que se apoderaron de ese instrumento político. Pronto sabremos hasta dónde pueden llegar. Pronto sabremos si se convierten en formas de presión para los delegados, si serán formas de equilibrio o simplemente comparsas al concierto del poder. Y lo peor, muy pronto sabremos quién se apoderó de la mayoría de las colonias de la ciudad de México. Al tiempo.