Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 24 de octubre de 2010 Num: 816

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Los ajustes
(farsa damasquina)

JUAN TOVAR

Roque Dalton vuelve a morir
MIGUEL HUEZO MIXCO

Roque Dalton la fuerza
literaria del compromiso

XABIER F. CORONADO

Poema (fragmento)
ROQUE DALTON

Sonetos para Tongolele
RUBÉN BONIFAZ NUÑO

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Marco Antonio Campos

Felipe Calderón y Televisa

John Kenneth Galbraith hablaba en su libro Anatomía del poder de los tres tipos de instrumentos a través de los cuales se ejercita el poder: el condigno, el compensatorio y el condicionado. El primero, muy usual en la historia, pero ya no tan de moda, utiliza medios coercitivos o la violencia legal, es decir, es el que logra que el ciudadano cumpla o se someta por “la promesa o la realidad del castigo”; el segundo, el cual se halla más en las democracias actuales, busca el cumplimiento o la sumisión “por la realidad o la promesa de un beneficio”, y el tercero, busca por el esfuerzo continuo y evidente lograr la creencia en una subordinación que pasa inadvertida, que es más eficaz mientras más se pasa de la aceptación explícita a la implícita, o en sus palabras, “por medio del arte y la reiteración, la gente es persuadida a creer” en lo que se le dice. Para Galbraith una de “las formas más explícitas” del poder condicionado es la publicidad, que entre nosotros, se da desproporcionadamente a través de la televisión, y después, a través de medios como la radio, la telefonía, y recientemente, internet. Más: entre los poderes fácticos en México el mayor es el de la televisión, y más concretamente, Televisa. De hecho el porcentaje de popularidad que Felipe Calderón pueda tener se lo debe en gran medida a la televisión. Calderón odia en general a la prensa escrita independiente, igual que la odiaba Fox, porque a diario buena parte de ella no deja de censurar sus acciones.

Nadie ignora que Calderón, como Salinas en 1988, ascendió a la presidencia en elecciones de dudosa legitimidad. Con vena autoritaria, paradójicamente, Calderón ha sido un presidente débil y oculto. Débil, porque está atado de manos a los poderes fácticos, principalmente Televisa, y oculto, porque nunca se aparece en un acto público si no es rodeado por una muralla de militares. Todo lo contrario es su conducta autoritaria para con su partido. En los años de oposición Calderón reprobó del PRI siempre el partido-gobierno, donde el presidente de la República era también el presidente del partido; desde el principio cayó en lo mismo que censuró; Calderón ha designado como presidentes de su partido a dos títeres que resultaron ineptos de tan neófitos (Germán Martínez y César Nava) y prepara ya el tercero. En el comité ejecutivo del PAN o en las camadas de diputados y senadores panistas una voz que disienta del Ejecutivo es de hecho demonizada.

El puesto es el hombre y el trabajo es el equipo. A diferencia de la ex pareja presidencial Fox y Marta, que unían de manera acorde tontería, ignorancia y maldad, Calderón es un mediocre con falta de visión. Los mediocres suelen buscar como colaboradores a subordinados manipulables. Si como, se dice, quiere retener la presidencia de 2012 para el PAN a toda costa, será una tarea imposible porque no se ve un secretario de Estado que brille por su carisma y eficacia.

Para parecer o aparecer fuerte Calderón tiene dos sostenes: al Ejército y a la Armada en la lucha contra el narco, y a la PGR  y al Ministerio Público como instrumento en labores de persecución política a los opositores. En la guerra contra el narco lleva, en casi cuatro años, más de 28 mil muertos, y es probable que al final del sexenio sean cerca de 45 mil. Para un mexicano es aterrador y desmoralizante. Ningún presidente puede tener un buen sitio en la historia con esas cifras. No recuerdo un presidente desde hace muchos períodos que deje esa herencia, y más, sin pretexto de alguna guerra. En el segundo asunto, el ejemplo extremo de la utilización política del Ministerio Público fue el michoacanazo. Casi no existe nadie que no sospeche o esté íntimamente convencido de la colusión de políticos con los cárteles de la droga, pero la PGR debe ser más cuidadosa en sus acciones y el MP sustentar las acusaciones.

Ahora, a Televisa, a través de su secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas –un delincuente cínico y mendaz que en vez de la cárcel está en el poder (baste recordar el caso de la guardería ABC)–, Calderón quiso darles tramposa y descaradamente a precio de remate la licitación 21, que representan grandes franjas del espectro radioeléctrico, es decir, les regalaba la bagatela de 5 mil millones de pesos. No quería romperle el bolsillo a los ricos ni al gobierno: se lo rompía a los mexicanos; afortunadamente un juez suspendió la licitación. Sin embargo, en ese juego perverso, parece que mientras más cuiden la imagen de Calderón, los ejecutivos de Televisa seguirán con férvida avidez exigiéndole más. Desde hace mucho hemos repetido que el verdadero presidente de la República es el joven empresario Emilio Azcárraga Jean. Calderón lo vuelve cada vez más poderoso. Galbraith no se equivocó: la publicidad en política es una de las formas principales, si no la principal, del poder condicionado.