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El candidato socialdemócrata fue alcanzado por una bola de papel, dice el mandatario

Serra miente de manera descarada y vergonzosa sobre supuesta agresión: Lula

El opositor acusa al presidente de fomentar campaña en su contra

Rousseff sigue como favorita

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Dilma Rousseff, abanderada del Partido de los Trabajadores en la contienda presidencial, en un acto proselitista ayer en Porto Alegre, BrasilFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Viernes 22 de octubre de 2010, p. 25

Brasil, 21 de octubre. El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, entró hoy con todo a la arena electoral para acusar al candidato opositor, José Serra, de haber creado una mentira descarada y vergonzosa al atribuir a militantes del Partido del Trabajo (PT) una agresión ocurrida el miércoles en un barrio de la periferia de Río de Janeiro.

La afirmación de Lula fue en respuesta a una declaración del aspirante del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), quien se refirió a Lula como el presunto responsable de una campaña agresiva que incentiva la violencia en su contra.

Lula dijo que por la mañana había pensado soilidarizarse con Serra, tras la agresión que sufrió ayer y que fue atribuida por medios de prensa a militantes del PT, pero cambió de opinión después de observar que el opositor no fue alcanzado por ningún objeto.

Primero cae una bola de papel en la cabeza del candidato. Él ni le hizo caso. Veinte minutos después recibe un telefonema: seguramente su director de publicidad le debe haber recordado el partido Brasil-Chile; se lleva la mano a la cabeza y se va a ser atendido por un médico, dijo Lula con sarcasmo y enojo.

La incursión de Lula en la campaña ocurrió en momentos en que la candidata del PT, Dilma Rousseff, logró recuperar terreno en los sondeos sobre las preferencias de los brasileños para la segunda vuelta de la elección presidencial del 31 de octubre, después de que una campaña propagandística de desprestigio la vinculó con actos de corrupción y un supuesto plan para promover el aborto, en caso de que gane los comicios la economista y ex ministra del gobierno de Lula.

Rousseff, quien venció en la primera vuelta celebrada el 3 de octubre pasado y se ha mantenido como favorita sobre el aspirante del PSDB, retrocedió la semana pasada en los resultados demoscópicos, al tiempo que aumentó el respaldo para el opositor, ex gobernador del estado de Sao Paulo.

El diario conservador O Estado publicó este jueves un sondeo de la firma Ibope en el que el apoyo de los electores a Rousseff aumentó de 49 a 51 por ciento, mientras que Serra bajó de 43 a 40 por ciento.

Los temas del aborto y la corrupción –una problemática que salpicó al gobierno de Lula en sus casi ocho años de gobierno y le obligó a hacer cambios en su gabinete– fueron llevados al primer plano en los últimos días mediante varias acciones anónimas y encubiertas, lo que los líderes petistas han descrito como una guerra sucia contra su candidata.

Millones de hojas volantes repartidas en templos religiosos católicos y protestantes difundieron la versión de que Rousseff legalizaría el aborto y legislaría contra la libertad de credo. El PSDB manejó esa información en su favor y la situación obligó a Rousseff a declararse personalmente contra el aborto, pese a que años atrás se pronunció por su despenalización y a que en Brasil es legalmente válido en casos de estupro y embarazos que pongan en peligro la vida de la madre.

La campaña abrió la oportunidad a la Conferencia de Obispos de Brasil para declarar el derecho de los prelados a orientar a los fieles a votar en favor del candidato presidencial que se oponga a la interrupción del embarazo.

En el país con la mayor cantidad de católicos en el mundo, pero con una creciente presencia de sectas protestantes, algunos líderes pentecostales vetaron a Rousseff. El pastor evagélico Alcides Cantoia aseguró a la prensa local que Serra le ofreció beneficios a las iglesias evangélicas a cambio de respaldo electoral.

La guerra sucia también involucró a la ministra Erenice Guerra, sustituta de Roussef en el gabinete de Lula, por un presunto tráfico de influencias.