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La violencia que prevalece acabó con su reputación positiva en el mundo: David Brading

Antes se percibía a México como país en progreso; ya no es así

El historiador británico estará mañana en el Museo Nacional de Antropología, en un coloquio donde enfatizará el papel de la religión y la cultura popular en la formación de la patria criolla

 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de octubre de 2010, p. a12

Investigador riguroso de diversas etapas y aspectos del pasado de México, el historiador británico David Brading observa que en el presente el país vive un momento muy difícil debido a la violencia, y que hace más de una década todavía tenía una reputación positiva a escala mundial, pues parecía que se modernizaba y salía adelante.

Sin embargo, como historiador, Brading se resiste un tanto a analizar el presente durante una entrevista con La Jornada y prefiere charlar sobre hechos consumados, algunos de los cuales planteará en el coloquio El mestizaje mexicano, que se realizará en el auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología el próximo martes 12 y miércoles 13, de 9 a 18 horas, con el patrocinio de la Fundación BBVA Bancomer.

Voy a enfatizar el papel de la religión y la cultura popular en la formación de un pueblo mexicano que hoy podemos llamar mestizo, pero que también fue compuesto obviamente de otros grupos étnicos, dice por teléfono, ya instalado en la ciudad de México.

Hacia la idea de mestizaje

Fue en el siglo XIX, con investigadores como Vicente Rivapalacio –continúa el autor de libros como Mineros y comerciantes en el México borbónico 1763-1810, Los orígenes del nacionalismo mexicano, Mito y profecía en la historia de México, Orbe indiano, de la monarquía católica a la república criolla y La Virgen de Guadalupe, imagen y tradición–, cuando la ideología oficial comenzó a cambiar para identificar a casi toda la nación mexicana como excepcionalmente mestiza.

Señala que la patria criolla surgió de manera paulatina durante los tres siglos del periodo colonial, aunque él prefiere precisar la etapa que va desde los años 40 del siglo XVII hasta los 60 del siglo XVIII.

–¿Cuál es su perspectiva respecto de la participación de los indígenas en la Independencia?, tema poco investigado, aunque sí por historiadores como el estadunidense Eric van Young.

–En general, en las historias oficiales se fue enfatizando más bien la situación originada específicamente en el Bajío: las castas, los criollos, todo eso. Porque obviamente en el Bajío las comunidades indígenas ya habían sido aculturadas. Pero cuando la insurgencia se fue moviendo hacia el sur, entonces Van Young ha encontrado que la participación indígena fue bastante alta.

O sea que fue una participación de casi todos los sectores del pueblo mexicano. El problema que él encontró es que finalmente fue tan dispersa y separada de los distintos movimientos que se dieron durante una década, que fue difícil identificar una doctrina revolucionaria. Esa gente sí luchó para la Independencia, pero muchas veces, como eran gentes rurales, no tuvieron la menor idea de la implicación de aquella nueva época.

–El planteamiento de usted es que, en cambio, en la Independencia tuvieron mucha influencia aspectos de índole religiosa, católica.

–Sí. Nancy Farriss ha identificado como 400 sacerdotes que participaron en la insurgencia en sus distintas épocas. Y como ellos tuvieron una educación, entonces tal vez sí fueron capaces de elaborar una ideología. Lo que se ha encontrado es que en los conocimientos de Hidalgo, como en los Sentimientos de la Nación de Morelos, hay un guadalupanismo muy fuerte. Es decir, desde el principio hasta el fin esos insurgentes marcharon a la lucha con la bandera guadalupana.

Foto
Brading se presentará los días 12 y 13 de octubreFoto Carlos Cisneros

Obviamente eso no fue un accidente, porque ya en 1746 la Virgen de Guadalupe fue proclamada patrona general y universal de los reinos de la Nueva España. Pero ésa fue una definición hecha por las altas autoridades de la Iglesia, aunque obviamente fue con la acogida del pueblo cristiano o católico. Pero ya en la Independencia es parte de una insurgencia popular. Cuando Morelos se proclama siervo de la nación, se encuentra ahí una interpretación cristiana, evangélica casi, del papel del caudillo insurgente.

–Entonces, ¿el fuerte sentimiento religioso en México podría entenderse como elemento de la identidad nacional?

–Sí. Yo creo que antes de ser nación, puede definirse como un pueblo cristiano. He investigado los sermones guadalupanos, en los que los grupos de castas y clases fueron definidos como pueblo cristiano. En el siglo XVIII México o mexicano todavía no era un nombre universalmente reconocido para definir a sus habitantes. O sea que el mexicano era el ciudadano de la ciudad de México, o los indios que hablaban mexicano, o sea náhuatl, o los antiguos mexicanos, o sea los aztecas. En las primeras declaraciones de la insurgencia ellos proclamaban el movimiento en nombre de una nación americana. Después fue cambiando por el de nación mexicana.

Versiones oficiales irreales

Al preguntarle acerca de las celebraciones oficiales en torno al bicentenario de la Independencia, David Brading aseguró que no está muy enterado del tema porque no reside en México. Respecto de las reflexiones sobre la Independencia generadas por estas fechas, comentó que hay distintos puntos de vista, por lo que debe investigarse más para tratar de entenderlos.

Lo que sí podemos decir es que la versión oficial de la insurgencia como un movimiento que fue casi anticipando la Reforma no es real. Justo Sierra dice que el desarrollo de la nación mexicana en el siglo XIX se debe a dos momentos: la Independencia y la Reforma. Pero hay que pensar que la Reforma fue más bien heredera de los ilustrados oficiales, burócratas y virreyes del siglo XVIII, y no de los insurgentes. Esos ilustrados fueron católicos en un sentido muy general, pero fueron muy enemigos de todas las autoridades, los fueros y los privilegios del clero. Y fueron destruyéndolos y también confiscando sus propiedades.

–Como estudioso de la historia de México, ¿cómo ubica la situación actual, dominada por problemas como la violencia?

–México vive un momento muy difícil en su historia. Yo resido en el extranjero, no tengo ninguna experiencia directa sobre la violencia, pero los medios de comunicación internacionales casi a la única cosa que se refieren son matanzas y muertes. El país tenía antes una reputación muy diferente.

–¿Cuál era la reputación de México a escala internacional antes de la crisis actual?

–Era más positiva. México era visto como país en desarrollo, que se modernizaba muy rápidamente y que iba hacia adelante. Por ejemplo, durante el periodo de Carlos Salinas en el extranjero se pensaba que había un grupo de tecnócratas capaz de sacar adelante a México. Ahora no es así.