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Ambiciones personales y desigualdad, causas de derrotas del tricolor

Relevo exitoso en la dirigencia priísta, vital para 2011 y 2012
 
Periódico La Jornada
Lunes 27 de septiembre de 2010, p. 6

El común denominador de las derrotas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones presidenciales han sido la ambición y la desigualdad, y a unos meses del relevo de su dirigencia nacional y de cumplirse los tiempos para la construcción formal de la candidatura para 2012, los permanentes llamados a la unidad evidencian que las aguas vuelven a agitarse en el seno de un partido que se siente ya en Los Pinos.

Si no hay cambios, Beatriz Paredes Rangel concluirá su periodo al frente del PRI el 4 de marzo de 2011. Será la primera vez, desde 1964 con Alfonso Corona del Rosal, en que un presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) complete el periodo para el que fue electo. La misma Paredes declaró en el reciente Consejo Político Nacional que se cumplirán los tiempos y que a fin de año se emitirá la convocatoria para la elección de dirigente.

El anuncio habla de una lección aprendida. Paredes fue testigo privilegiado de la caída de su partido hasta convertirse en la tercera fuerza electoral, como resultado de la forzada candidatura presidencial de Roberto Madrazo, construida a contracorriente desde su arribo a la dirigencia en 2002, y en la que se mantuvo hasta 2005, seguido por el actual diputado federal César Augusto Santiago, quien encabezó la presidencia priísta por unas horas para dar paso a Mariano Palacios, quien estuvo hasta 2007.

Madrazo Pintado, en fórmula con la hoy ex priísta Elba Esther Gordillo, llegó a la dirigencia tricolor luego de una elección interna ampliamente cuestionada. Ambos, con alrededor de 100 mil votos que inesperadamente aparecieron en Oaxaca, le dieron la vuelta al proceso interno y superaron a la fórmula que encabezaba la propia Paredes Rangel.

La historia es conocida. Madrazo impuso su deseo de ser el primer candidato presidencial del PRI como oposición al régimen en turno, desde la dirigencia de su partido. Los viejos priístas recuerdan que ya otros presidentes de partido habían intentado la misma maniobra: en 1981 Javier García Paniagua y muchos años después Fernando Ortiz Arana. A diferencia de Madrazo, ambos tuvieron un freno en el Presidente de la República. El primero fue obligado a ceder el paso a Miguel de la Madrid, y el segundo a Ernesto Zedillo.

Echando mano de todos los instrumentos –legítimos o no– de la cultura política del PRI, Madrazo se impuso a otros seis aspirantes, quienes incluso hicieron grupo en el Tucom (Todos unidos contra Madrazo). El resultado de esta contienda interna fue la exhibición del gobernador del estado de Mexico y cabeza del Tucom, Arturo Montiel, como un político corrupto. La suerte de Madrazo ya como candidato se resume en una de las contracampañas más exitosas: ¿Tú le crees a Madrazo? Yo tampoco, que impulsó su ex aliada Elba Esther Gordillo, aduciendo múltiples acuerdos incumplidos.

Como entonces (2005), hoy los priístas vuelven a tener la sensación de que su retorno a Los Pinos es posible. Están confiados en que el deterioro del panismo y los resultados electorales recientes los ponen en ese camino. Pero otra vez los tiempos electorales y las ambiciones personales los colocan en situación de riesgo. Respecto de la candidatura presidencial, amplios sectores priístas se empeñan en asegurar que se encuentra definida en la persona del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto, aun cuando otros mandatarios, líderes parlamentarios e incluso la misma dirigente nacional, también son aspirantes.

Por cuanto al relevo en la dirigencia, responsable del proceso de selección de candidato presidencial, senadores y diputados a la elección de 2012, ya se habla, a pesar del anuncio de Paredes, de ampliar su periodo al menos hasta julio, en razón de que están en juego las elecciones para gobernador en Guerrero, Baja California y especialmente el estado de México. El argumento es que el proceso de relevo distraería los trabajos propios de las elecciones estatales.

Frente a ello, hay personajes como el gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, quien ha declarado que aspira a la dirigencia. Quien esté como dirigente debe establecer el compromiso, incluso revisar la modificación de los estatutos, para estar imposibilitado a participar como candidato presidencial, dijo. Esto es algo que nunca ha querido cambiar el PRI.

Para la dirigencia priísta también destaca el líder del sector popular, Emilio Gamboa. A él se suman gobernadores que dejan el cargo el año próximo, el coordinador de los diputados, Francisco Rojas, y algunos senadores y ex mandatarios estatales.